Una serie de 3 documentales para acercarnos a las dificultades que enfrentan todos los días camino a la escuela niños entre 10 y 14 años, de 9 países distintos: Kirguistán, Madagascar, Malasia, Marruecos, Vietnam, Cisjordania, Mali, Nepal y la India.

Caminos marcados por largas distancias agotadoras, a altas o bajas temperaturas, entre los peligros de la naturaleza y los animales salvajes o los de la trata de niños, son los que recorren Erbol, Olivier y Francklyn en Kirguistán y Madagascar. Caminos en zonas de conflicto como Cisjordania, donde vemos a Youssef, sobreponerse al miedo para llegar a la escuela, esquivando al ejército israelí y atravesando áreas de prácticas militares donde duermen todavía proyectiles o minas sin estallar.

Asombra su tesón, la determinación que manifiestan cada día y la convicción de familias muy modestas cuando no absolutamente pobres, que prescinden de la ayuda y el aporte económico de su trabajo, para enviarlos a una escuela que muchas veces no es gratuita. Y mientras los padres de estos niños son conscientes de la importancia de la educación para su futuro y así lo dejan ver ante las cámaras, éstas no dejan de reflejar también otras situaciones: las tradiciones que mantienen estáticos los roles de género; la existencia de otros niños menos afortunados, si esto es posible, que no pueden ser enviados a la escuela por sus padres; el abandono escolar después de la educación primaria o la distinta realidad que viven niños y niñas.

Nos llega la dureza de su vida pero su dignidad, su pulcritud, su esfuerzo; cómo alternan el relato del miedo que pasan, con las risas y los juegos. La responsabilidad los convierte en adultos a una edad temprana. Entre tanta dureza hay un rayo de esperanza, porque los niños siguen riendo. Son la esperanza de sus comunidades y de sus padres.

Es una película didáctica, muy apropiada para adultos y niñas/os del primer mundo, que hace casi sentir vergüenza de las pequeñas frustraciones cotidianas de la clase media del primer mundo (aunque cada vez hay menos primer mundo en el primer mundo). La belleza de las imágenes (tanto de los paisajes como de los niños), la música entre la épica y el juego, nos hace a veces olvidar la dureza de la realidad que relatan, para quedarnos con el mensaje esperanzador: la educación, la única posibilidad de tener una vida mejor.

Basada en la novela de del escritor chino Shi Xiangsheng que fue maestro rural durante su juventud. Recibió el premio León de Oro en el Festival de Venecia de 1999.

En un pueblo montañoso y pobre de la China rural actual, Wei, una niña sin ninguna formación para ello y cuya edad apenas dobla la de sus alumnos, recibe el encargo de mantener abierta la escuela y a todos sus alumnos escolarizados; mientras, el maestro titular se ausenta durante un mes a causa de la enfermedad de su madre. Si Wei quiere recibir el tan necesario salario que se le promete, no debe perder ni un solo alumno (Ni uno menos). La situación se complica cuando el alumno más rebelde (Zhang), movido por la pobreza de su familia, huye a la ciudad y Wei, siempre tenaz, tiene que emprender, con la colaboración del resto de los niños, el viaje a una realidad urbana, relativamente cercana en la distancia, pero de la que parece separarla varias décadas.

El viaje de Wei parte de la adolescencia y la lleva a una temprana y urgente responsabilidad y madurez; la niña evoluciona desde el trabajo realizado porque hay una muy necesaria recompensa económica, hasta el compromiso con el resto de los niños.

Actores en su mayoría no profesionales comunican a la película su espontaneidad, su frescura y su tono documental. Esa misma frescura viene también dada por la utilización de la cámara oculta en algunas escenas, en las que los “actores de relleno” son la gente de la calle, como aquellas escenas de la desesperación de Zhang en la ciudad.

Las críticas la han tratado de distintas maneras. Para unos es una clara reprobación del precario sistema educativo en la China del “milagro económico”, una denuncia de la pobreza de la vida en el entorno rural y el abismo que separa la ciudad del campo. Para otros, conteniendo esos aspectos críticos, no deja de presentar concesiones al régimen chino, exaltando la figura de los poderes superiores.

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