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Vidas de película (21): Pompeya (Pompeii, 2014)
Crítica de la película Pompeya, estrenada en el año 2014 y dirigida por Paul W.S. Anderson
Parece demostrado que la curiosidad científica llevó a la muerte a Plinio el Viejo (23-79 d.C.), pues fue ese el motivo que impulsó al erudito, autor de la célebre Historia natural, a cruzar desde Miseno, en la bahía de Nápoles, donde pasaba unos días con su hermana y su sobrino, hasta la localidad de Estabia, ciudad portuaria al sur de Pompeya y a 16 km. del monte Vesubio un día aún indeterminado del año 79 d.C. (aunque se suponía hasta hace poco que fue el 24 de agosto, los investigadores se inclinan ahora por el 24 de octubre), en plena erupción del volcán, una montaña de la que en aquella época se desconocía su naturaleza pues hasta donde se recordaba siempre había lucido plácidamente cubierta de viñedos…
Plinio pagó cara su audacia, pues murió en la playa de Estabia al día siguiente, una víctima más de la furia del Vesubio, que se llevó por delante las ciudades próximas (Pompeya, Herculano, Estabia, Oplontis) y a sus habitantes. Su sobrino, Plinio el Joven (62-c.113), testigo directo, ya que se quedó en Miseno y lo contempló todo desde allí pues no acompañó a su tío en su último viaje, describió el fenómeno en sus cartas al historiador Cornelio Tácito (c.56-c.120), como relata Daisy Dunn en su magnífica obra Bajo la sombra del Vesubio: Vida de Plinio.
La erupción, caracterizada por su repentina violencia y explosividad, con temblores de tierra previos (ya hubo un fuerte terremoto de aviso en el 63 d.C. que medio destruyó Pompeya, razón por la cual la estaban restaurando), gran expulsión de cenizas, material piroclástico lanzado con enorme fuerza y a gran velocidad como si fueran bombas incendiarias y una nube de gases tóxicas que fue lo que mató a la mayoría de los habitantes de Pompeya, es conocida en honor al naturalista como pliniana o vesubiana.
Las ciudades víctimas de la erupción quedaron sepultadas finalmente por una formidable capa de cenizas que no empezó a excavarse hasta el s.XVIII bajo el patrocinio de Carlos III de España, por entonces rey de Nápoles y Sicilia, tras su casual descubrimiento. Desde entonces las campañas arqueológicas sucesivas han ido sacando a la luz todo un mundo perfectamente conservado que ha permitido a los estudiosos hacerse una idea cada vez más fiel de cómo vivían los romanos de la época.
Además de ser objeto de numerosos y doctos estudios desde entonces, la tragedia de Pompeya ha alentado, por supuesto, la ficción tanto literaria como cinematográfica.
El ejemplo más destacado en el capítulo literario lo constituye la novela Los últimos días de Pompeya, escrita por Edward G. Bulwer Lytton en 1834, donde se relatan de forma trepidante las aventuras de una serie de personajes en las horas previas a la erupción del Vesubio y se describe de una forma bastante aproximada cómo era la sociedad pompeyana. Forma parte con Quo vadis! y Ben-Hur de las novelas históricas que mejor han reflejado la antigüedad clásica.
Como consecuencia, en la pantalla, tanto en forma de “péplums” (películas de romanos) basadas en esa misma antigüedad clásica como en series de televisión o documentales, las vicisitudes de los pompeyanos del año 79 se han visto reflejadas con distinta suerte a través de los años.
Sin embargo, por desgracia, ninguna de las versiones cinematográficas que se han llevado a la pequeña o gran pantalla se ha basado directamente en el original de Bulwer Lytton, limitándose a tomar de la trama algún que otro personaje o situación, pero sin ser fiel en absoluto a la novela, prefiriendo poner el acento en las imágenes de la erupción más que en un sólido guion.
De las que han conservado el título Los últimos días de Pompeya podemos destacar la de 1935 (una superproducción hollywodiense de las de entonces con Preston Foster al frente del reparto), la de 1959 (italiana, la primera película dirigida por Sergio Leone y con abundante presencia de actores españoles; un peplum al uso con el especialista Steve Reeves en el papel protagonista) y la miniserie de televisión del año 1984 (con un reparto lleno de caras conocidas como Lawrence Olivier, Ernest Borgnine, Olivia Hussey y Franco Nero).
La más reciente producción basada en la destrucción de la ciudad es Pompeya (Pompeii), una producción germano-canadiense de 2014 con título y guion completamente desvinculados de la obra de Bulwer-Lytton. Se trata de una espectacular película, sobre todo si se ve en 3D, dirigida por W.S. Anderson y protagonizada por el célebre Kit Harington (Juego de tronos), con un guion sin demasiadas complicaciones que, sin embargo, se compensa con una recreación de la ciudad y de la vida de sus habitantes muy conseguida y, sobre todo, de la erupción, espectáculo tan terrible como fascinante, cuyo proceso desde su inicio a la tragedia final es presentado con una fidelidad tan eficaz como sobrecogedora.
Contemplando tales efectos especiales, con su enorme carga de realismo, podríamos decir aquí que la vida imita al arte y a veces lo supera. Aunque se trate de dos tipos distintos de volcanes, no hay más que ver estos días en los telediarios la actividad del Cumbre vieja desde que decidió despertar de su letargo para apreciarlo en toda su dimensión.
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