Investigación
Un esqueleto excepcionalmente denso permitía a los célebres Spinosaurus y Baryonyx cazar también bajo el agua
Un trabajo internacional en el que participa la Unidad de Paleontología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) ha encontrado una relación entre la densidad ósea y las capacidades acuáticas de vertebrados terrestres, tanto actuales como extintos. Los resultados, publicados esta semana en la revista Nature, desvelan los hábitos de búsqueda de alimento subacuático del célebre Spinosaurus y también de sus parientes Baryonyx y Suchomimus.
Reconstrucción en vida de un ejemplar de Spinosaurus sumergido en el medio acuático / Davide Bonadonna
En muchas especies las adaptaciones acuáticas secundarias evolucionaron independientemente a partir de ancestros vertebrados terrestres. Durante décadas, se creía que los dinosaurios no aviarios eran una excepción a este patrón.
Ahora, un trabajo internacional publicado en Nature, en el que participa la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), demuestra que en el Cretácico Inferior existió al menos un grupo de dinosaurios no aviarios que eran probablemente cazadores acuáticos.
Los resultados derivan del hallazgo de una relación entre la densidad ósea y las ecologías acuáticas en vertebrados terrestres actuales, la cual ha permitido a los investigadores realizar inferencias confiables para determinar hábitos acuáticos en especies extintas.
En concreto, los autores describen cómo un esqueleto excepcionalmente denso permitió cazar completamente sumergido en medios acuáticos al célebre Spinosaurus aegyptiacus, quien pudo ser el más grande de todos los dinosaurios carnívoros del Cretácico (más aún que Tyrannosaurus o Giganotosaurus).
“Nuestros resultados apuntan a que su pariente cercano Baryonyx probablemente cazaba y pescaba de la misma manera, mientras que Suchomimus, otro espinosáurido, probablemente lo hacía de manera más similar a una garza actual, como otros autores han propuesto para todos los espinosáuridos”, apunta Guillermo Navalón, investigador de la Unidad de Paleontología de la UAM y coautor del trabajo.
“Estas inferencias —agrega— están fundamentadas en un estudio comparativo de la densidad ósea de varios huesos en todos los vertebrados terrestres. Nuestros resultados apoyan que es posible discriminar entre distintas ecologías acuáticas usando la densidad ósea de los huesos largos.”
Respuesta a un enigma
La relevancia del estudio radica en dos aspectos principales. En primer lugar, es el primer estudio que constata que la densidad ósea, estudiada comparativamente con los métodos adecuados, puede ser un indicador de la ecología de los vertebrados. Sobre todo, puede servir para determinar si un animal pasa un tiempo sustancial de su vida sumergido o no.
En segundo lugar, mientras que todos los grandes grupos de vertebrados terrestres que han existido en la historia de la vida han evolucionado hacia ecologías semi- o completamente acuáticas, los dinosaurios no aviarios representan una notoria excepción a este patrón. Este hecho ha representado un enigma en la paleobiología de dinosaurios, ya que a priori no parece haber ninguna razón por la que los dinosaurios no hayan ‘podido’ evolucionar formas acuáticas.
“Muchos de los ‘dinosaurios marinos’ que aparecen en el imaginario popular se tratan, en realidad, de otros grupos de reptiles de la era Mesozoica, algunos relacionados, por ejemplo, con los varanos y serpientes actuales”, destaca Guillermo Navalón.
En los últimos años, el descubrimiento de esqueletos nuevos del espinosáurido Spinosaurus permitió dilucidar que este animal presentaba algunas adaptaciones al medio acuático. La comunidad científica aceptó en su gran mayoría la validez de esta evidencia, sin embargo, algunos investigadores apuntan que algunos de estos aspectos pueden ser interpretados de maneras diferentes.
Por ejemplo, la cola en forma de aleta de Spinosaurus ha sido interpretada como una estructura de propulsión en el medio acuático, sin embargo, otros investigadores apuntan a que podría tratarse de una estructura de ‘display’ para comunicación con otros congéneres, incluyendo aspectos de apareamiento.
“Aunque estás dos funciones no son excluyentes, nuestro estudio apuntala que hay evidencias sólidas de que Spinosaurus pasaría una gran parte de su tiempo bajo el agua. Además, encontramos evidencias similares para Baryonyx, un dinosaurio europeo emparentado con Spinosaurus que sin embargo se consideraba más terrestre que su pariente. Baryonyx está más emparentado con Suchomimus que con Spinosaurus”, enfatiza Navalón.
“Suchomimus —agrega el investigador— es un animal del que contamos con esqueletos completos, y cuyas proporciones son más similares a las de un dinosaurio terópodo ‘al uso’ como Tyrannosaurus o Allosaurus. Nuestros resultados apuntan a que Suchomimus presenta una densidad ósea más parecida a un animal terrestre o a un ave zancuda como una garza que, aunque depende de los cuerpos de agua, no se sumerge con frecuencia”.
“Quizás su ecología sería más similar a una gran garza merodeando los meandros del sistema fluvial donde vivió. Aunque Baryonyx es un dinosaurio del que tenemos restos relativamente completos, apenas conocemos nada de la anatomía de su cola o de las patas traseras. Su parentesco cercano con Suchomimus ha hecho que generalmente se le reconstruya con proporciones similares y una ecología similar, sin embargo, nuestros resultados apuntan a que la ecología de ambos sería probablemente diferente. Quizás restos más completos de Baryonyx nos muestren un animal muy diferente al que habita el imaginario colectivo”, concluye Navalón.
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Referencia bibliográfica:
Fabbri, M., Navalón, G., Benson, R.B.J., Pol, D., O’Connor, J., Bhullar, B.A.S., Erickson, G.M., Norell, M.A., Orkney, A., Lamanna, M.C., Zouhri, S., Becker, J., Emke, A., Dal Sasso, C., Bindellini, G., Maganuco, S., Auditore, M., Ibrahim, N. 2022. Subaqueous foraging among carnivorous dinosaurs. Nature doi: 10.1038/s41586-022-04528-0
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