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Divulgación científica en redes sociales
Inés Valencia, investigadora predoctoral de la UAM, nos cuenta en este artículo cómo jóvenes investigadores y estudiantes de distintas áreas del conocimiento se están comprometiendo con la comunicación y apropiación social del conocimiento científico.
Ejemplos de cuentas de divulgación científica en Instagram administradas por jóvenes estudiantes e investigadores en España y al otro lado del Atlántico / Inés Valencia (UAM)
¿Existe el elixir de la eterna juventud? ¿Qué hacen los robots en Marte? Desde luego, tener un conocimiento suficiente sobre biología molecular o astrofísica no es la forma más rápida de responder a estas preguntas. A veces incluso una búsqueda sencilla en Google tampoco es suficiente para saciar nuestra curiosidad.
Por suerte, los divulgadores científicos pueden hacer más fácil esta búsqueda.
Si nos atrevemos a echar un vistazo a las redes sociales nos sorprenderemos gratamente con la cantidad de jóvenes investigadores y estudiantes (de doctorado, máster e incluso grado) comprometidos con actividades de divulgación científica.
Desde distintas áreas del conocimiento y en formatos diversos —a cada cual más original—, estos jóvenes se toman muy en serio la necesidad de hacer llegar la ciencia a la sociedad. La divulgación científica puede aclarar interrogantes, divertir o inspirar. Pero, sobre todo, hace más corta la distancia entre ciencia y sociedad. La ciencia es cultura y, como tal, debe conocerse.
La divulgación científica es tiempo bien invertido
No diremos que es sencillo explicar por qué se ha otorgado el Premio Nobel de Química, o qué se entiende por ADN basura. Divulgar ciencia conlleva una gran responsabilidad. Implica un trabajo de contraste de fuentes, síntesis y creatividad que debe resultar en una información dinámica y clara; pero ante todo rigurosa, basada en la evidencia.
Se trata de un trabajo que los jóvenes divulgadores hacen de forma altruista y paralela a sus investigaciones o estudios. En todos los casos, se trata de tiempo bien invertido. El perfil de cada cuenta de divulgación científica es único, como cada persona que hay detrás. Algunos encuentran la motivación en la necesidad de explicar y comprender en detalle los aspectos que estudian mientras los estudian.
A otros, sin embargo, les sirve para abrir el foco de sus investigaciones y salir del pequeño espacio en el que se acotan sus proyectos.
¿Reconocimiento mediático y followers? Quizás esto solo depende de estar en el lugar idóneo en el momento adecuado. La calidad de la divulgación no tiene por qué medirse en el número de seguidores en redes sociales.
Un acto altruista sin beneficios académicos
Se dice que “la cadena de la investigación no está completa hasta que no se divulga". Y es que la formación académica da a los investigadores herramientas para expresar su conocimiento a profesionales de su ámbito a través de artículos revisados o en congresos científicos.
Pero la divulgación científica es algo más. Supone traducir y transmitir toda esa información técnica. Despreciar tecnicismos y renunciar a los detalles. Busca ampliar el conocimiento de la audiencia general, no especializada, y aportar herramientas que fomenten su espíritu crítico e incluso dar valentía para luchar contra la desinformación. Cumplir con el compromiso de transmitir ciencia es —o debería ser— parte esencial del trabajo de los científicos y científicas.
La Noche Europea de los Investigadores o la Semana de la Ciencia, por ejemplo, son eventos de divulgación científica en vivo que pretenden humanizar la ciencia y fomentar su valor. Muchos de los jóvenes investigadores y estudiantes encuentran en estos espacios una oportunidad de acercamiento a la divulgación.
Las universidades también proponen actividades formativas, a veces también enfocadas a adquirir habilidades interpersonales (soft skills) que construyen el perfil divulgador. Sin embargo, la actividad divulgativa “no cuenta nada” en los currículums académicos.
El peso de las actividades de divulgación en los procesos de acreditación del personal docente e investigador (ANECA) sigue siendo pequeño, a pesar de las propuestas presentadas. Y solo algunas convocatorias europeas requieren que los proyectos financiados tengan un plan anexo de divulgación (scientific dissemination).
Sin embargo, la divulgación, en la mayoría de los casos, comienza como un hobby, y no como un síntoma de “titulitis”. Los jóvenes investigadores y estudiantes encuentran y mantienen las ganas para divulgar en su pasión por la ciencia, la gratitud de transmitirla y de convertirla en una verdadera conversación bidireccional con el público.
Pregunta, aprende y no dejes de saciar tu curiosidad.
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Inés Valencia. Estudié Biología y el máster en Investigación Farmacológica en la UAM. Soy investigadora predoctoral en el Departamento de Farmacología de la Facultad de Medicina, donde estudio nuevas dianas terapéuticas para el tratamiento de enfermedades vasculares asociadas a diabetes y obesidad. Estoy en mi último año de tesis y, aunque durante todo el doctorado me ha interesado la docencia y la comunicación científica, no me atreví a dar el paso a divulgar hasta hace menos de un año a través de un espacio en Instagram (@tiempodeciencia). Allí aprendemos sobre biomedicina, farmacología e investigación. Vemos cómo funciona la ciencia del pasado, el presente y el futuro, y mantenemos la idea que la ciencia siempre suma.