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La UAM celebra el 'Día Internacional del Conservador Restaurador'
Una reflexión sobre el patrimonio cultural de la UAM y su labor en el ámbito de la restauración para dar a conocer el trabajo del Servicio de Conservación, Restauración y Estudios Científicos del Patrimonio Arqueológico (SECYR) y del Departamento de Historia y Teoría del Arte de la UAM.
Vídeo del Proyecto de conservación de placas de linterna mágica. En la imagen, una placa antes y después de la restauración / © Irene García Bustos
Desde hace unos diez años, el 27 de enero se conmemora el Día Internacional del Conservador Restaurador. Aunque la preservación de los bienes que hoy llamamos culturales es tan antigua como el propio acto de crearlos, los criterios y los métodos han sido objeto de debate, muy especialmente desde el siglo XVIII. Hoy podemos definir “restaurar” como lo hace Ana Calvo en su glosario sobre Conservación y restauración: “intervenir sobre un objeto aplicando los tratamientos necesarios para garantizar su conservación” (Ediciones del Serbal, 1997: 198). Una acción tan compleja como delicada se explica en doce palabras. El objetivo es claro: restauramos para conservar, y conservamos porque ese legado cultural que heredamos no nos pertenece. Tenemos el derecho de disfrutarlo y el deber de salvaguardarlo para las generaciones futuras. Solo somos depositarios de aquello en lo que estamos profundamente enraizados, y que conforma nuestro pasado, nuestra memoria, nuestra identidad. En el XVIII Congreso Internacional de Conservación y Restauración de Bienes Culturales que tuvo lugar en Granada en 2011, se acordó celebrar el día de aquellas personas que, pacientemente, parecen hacer magia con un hisopo humectado en un disolvente o con la punta de un bisturí, en este caso sobre la piel de objetos por los que también ha transcurrido —y transcurre— la vida. Los restauradores son los médicos del patrimonio cultural.
Enfundados en sus batas blancas, con equipos láser y lupas binoculares en mano, el equipo del Servicio de Conservación, Restauración y Estudios Científicos del Patrimonio Arqueológico trabaja con materiales arqueológicos. Conocido como SECYR, nace en 2006 para apoyar la investigación de proyectos de la UAM, y de otros entes públicos y privados; restaurar el patrimonio arqueológico, como objetos procedentes de excavaciones; y con una profunda vocación docente.
En el laboratorio se forman generaciones de estudiantes de diversas disciplinas e instituciones educativas nacionales e internacionales. Su director, Joaquín Barrio Martín, afirma que la sociedad está en el buen camino de entender como propio el patrimonio, aunque debemos seguir avanzando desde los ámbitos de la conservación y la divulgación. Él lo lleva haciendo mucho tiempo: así lo acaba de reconocer el Grupo Español del IIC al otorgarle el Premio Reserva 2021 por su larga experiencia y destacada contribución en el campo de la Conservación y Restauración. ¡Enhorabuena!
El director del SECYR, Joaquín Barrio, en una imagen de archivo
No lejos del SECYR, en el Departamento de Historia y Teoría del Arte, se está trabajando con la colección de placas de linterna mágica, positivos fotográficos para ser observados por transparencia o mediante proyección. La primera fase del proyecto, desarrollada meses atrás gracias a la generosidad del propio departamento, se centró en restaurar las placas que, por rotura de vidrios, pérdida de cinta perimetral u otras alteraciones, habían perdido su estabilidad. La colaboración de Tras Imágenes en un proyecto de innovación docente de la UAM permitió registrar el proceso de restauración en un breve documental.
Ahora, los apoyos de la Facultad de Filosofía y Letras y del Vicerrectorado de Transferencia, Innovación y Cultura de la UAM han permitido continuar esta andadura llevando a cabo acciones fundamentales para prolongar la vida de esta, nuestra, colección: inventariar las placas —dotarles de su “DNI” a cada una de ellas— y organizar la colección; restaurar las cajas de madera originalmente diseñadas para contener el material; y reinstalar las piezas en sistemas de embalaje para materiales fotográficos. En esto se afana, en una labor de hormiguita, Irene García Bustos (autora de la fotografía de la placa restaurada junto a estas líneas).
Gracias a nuestros restauradores, la UAM aporta su granito en la anónima tarea de preservar el patrimonio cultural. Pero detrás de la conservación no están solo —ni solos— los profesionales de la restauración: estamos todos. El primer paso para conservar es conocer; la educación es —una vez más— la llave que abre puertas, en este caso también la puerta de la salvaguarda del patrimonio. Por ello, una institución como la UAM no podía sino sumarse a esta conmemoración.
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