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Más allá del aprendizaje: Una nueva mirada a la educación

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Más allá del aprendizaje: Una nueva mirada a la educación

En este artículo, Agustín de la Herrán Gascón nos ofrece un resumen de su último trabajo. En él nos invita a repensar la educación de una manera radical o más profunda. Esto es, como un proceso integral y evolutivo que transcurre del ego a la conciencia. Esta educación abarca tanto la dimensión existencial como la esencial del ser humano. Para este reto, es preciso ir más allá de la educación común, construida sobre el aprendizaje de los alumnos.

09/10/2024Agustín de la Herrán Gascón
Agustín de la Herrán Gascón ofrece un nuevo enfoque de la educación. [Fotografía]. Pexels.

Agustín de la Herrán Gascón ofrece un nuevo enfoque de la educación. [Fotografía]. Pexels.

Por Agustín de la Herrán Gascón

La asociación entre educación y aprendizaje se pierde en los ideales pedagógicos de la Grecia clásica, con Pitágoras y Sócrates. Estos filósofos promovieron la armonía, la ética, el pensamiento crítico y la formación de individuos virtuosos y creativos sobre el aprendizaje o adquisición de significados. Ha sido respaldado por pedagogos contemporáneos influyentes, como Giner de los Ríos, Dewey o Freinet. Este legado perdura hasta nuestros días. En la actualidad define una de esas verdades incontestables que pocos se atreven a cuestionar. Hoy, los organismos internacionales que se ocupan de la educación (UNESCO, OCDE, UE, BM, OEI, etc.), los sistemas educativos y los currículos basan e identifican la educación con el aprendizaje de saberes, valores, competencias, etc. En el ensayo "Más allá del aprendizaje", publicado en la Revista Boletín REDIPE (Red Iberoamericana de Pedagogía), se argumenta que basar la educación en el aprendizaje puede ser un error fundamental, si de Educación con mayúsculas se trata.

¿Por qué? Hay varias razones relacionadas. Seleccionamos cinco: (1) Porque esa centración opaca a la enseñanza, el maestro y la propia educación, como ha desarrollado Biesta. (2) Porque no todo aprendizaje ni conocimiento son formativos o educativos. (3) Porque una educación basada en el aprendizaje es compatible con el adoctrinamiento y el desarrollo del ego humano. (4) Porque sólo con aprendizajes no se llega muy lejos en el camino de la educación plena o verdaderamente superior, que no es la que estamos desarrollando. (5) Y porque tan importante es adquirir significados como eliminarlos, desprenderse o descondicionarse de ellos, y esta lectura no se está aplicando en los currículos ni relacionando suficientemente con la educación.

Para trascender la educación como aprendizaje se propone un cambio de foco. Esta perspectiva diferente la puede proporcionar el “enfoque radical e inclusivo de la educación”. Se ha comprendido como “cuarto paradigma” del conocimiento pedagógico, complementariamente a los tres paradigmas consensuados: positivista, interpretativo y sociocrítico. Se basa en la tesis de que la mirada habitual del ser humano sobre la educación es superficial, egocéntrica y recurrente. Como consecuencia de esta forma de miopía, nuestra educación desatiende sus raíces, que excluye del discurso pedagógico o educativo.

¿Está nuestra educación equivocada?

Cualquier interpretación que entienda que el océano es su oleaje está equivocada. En la conferencia "Errores radicales de nuestra educación: ver para evolucionar", presentada en el IV Congreso Internacional de Pedagogía y Educación, insistíamos en que el enfoque actual de la educación y la enseñanza pudieran estar radicalmente equivocados, por desconocer y desatender la dimensión radical de la educación. Una educación centrada únicamente en el aprendizaje no puede ser profunda, pues responde a un paradigma necesario pero obsoleto, pedagógicamente “newtoniano”.

Un árbol no puede ser alto sin raíces largas y profundas. El problema de los malos resultados (por ejemplo, PISA) casi nunca tiene una causa frutal, ramal o troncal, sino radical. La educación radical atiende a las razones o causas primeras de nuestra educación. Incluye ámbitos formativos básicos, como el ego, la conciencia y el autoconocimiento esencial. Fueron claves en las enseñanzas de grandes maestros del Oriente antiguo, como Siddhartha Gautama o los clásicos del tao: Lao Zi, Zhuang Zi y Lie Zi. Su potencial educativo tiene mucho que ver con lo que nos falta. Sin incluir estos ámbitos radicales, nuestra educación no puede pasar de incompleta y sesgada hacia la superficie. Solo podremos aspirar a una suerte de “cuasi educación” o de “pseudo educación”, que puso en evidencia Cebes, un discípulo poco conocido de Sócrates.

“Un árbol no puede ser alto sin raíces largas y profundas”. Agustín de la Herrán Gascón. [Fotografía]. Pixabay.

“Un árbol no puede ser alto sin raíces largas y profundas”. Agustín de la Herrán Gascón. [Fotografía]. Pixabay.

Así como en Física se pasó de Newton a Einstein o a Bohr y a la Física Cuántica, se propone un cambio de paradigma y un proceso radical de cambio en educación. El “enfoque radical e inclusivo de la educación” puede ayudar a este cambio de foco. Define un nuevo paradigma educativo cuyas propuestas van más allá de la actual educación basada en el aprendizaje: (1) Cambio en los fines de la educación: se proponen dos fines principales de la educación, hoy inéditos: la evolución de la conciencia y la unidad del ser humano. (2) Cambio en el concepto básico de educación: la educación es un proceso evolutivo que transcurre del ego a la conciencia. (3) Cambio en las dimensiones de la educación: en lugar de una educación bidimensional (disciplinar y transversal, incluidas las competencias), una educación de 3 dimensiones: disciplinar, transversal y radical. La dimensión radical estaría compuesta por ámbitos esenciales, necesitados, pero no demandados ni normalizados: el ego, la conciencia, el autoconocimiento esencial, el amor, la meditación, la humanidad, la conciencia de muerte y de finitud, etc. (4) Cambio en el anhelo de la formación: de una enseñanza para el aprendizaje, se propone trabajar para una “educación plena”, una educación de máximos, entendida como la síntesis armónica entre 4 parámetros: la mejor comprensión disciplinar posible, el mejor desarrollo competencial posible, la mayor y más compleja conciencia posible y el mayor reconocimiento, control y eliminación del ego posible. (5) Cambio en el sujeto principal de la educación plena: El educando principal no es sólo el alumno o el hijo, sino, además, los adultos y la sociedad educadora. Entender que el alumno o el hijo es “el centro de la educación” es un error fundamental. Es preciso proceder como cuando vamos en un avión y caen las mascarillas por una pérdida de oxígeno: ¿quién se pone la mascarilla primero? La educación entendida como evolución del ego a la conciencia comienza por nosotros. En particular, por quienes más poder tienen, pues son quienes más la necesitan. (6) Cambio en el punto de partida de la educación plena: El punto de partida de la educación plena es la falta de visión o conciencia miope, es decir, que vemos poco, superficialmente y sólo de cerca. Esto no ocurre sólo con nuestros sentidos, sino también con la conciencia. Como consecuencia de ello, observamos la educación como la Luna, que siempre ofrece la misma cara, con lo que perdemos mucha realidad posible. (7) Cambio en el inicio del proceso radical de cambio: ¿Por dónde empezar? Lo primero que echa una semilla que germina es su raíz. Lo natural es empezar por las raíces. Identificamos tres: las ciencias sociales responsables (Pedagogía y Didáctica General), cada uno de nosotros y cada educando desde el comienzo de su vida (Pedagogía prenatal). Otra forma de responder a esta pregunta es “desde el comienzo de la educación”. ¿Cuál es ese comienzo? No sólo los aprendizajes y saberes disponibles, sino el ego y la conciencia propios. Con el ego está relacionada la inmadurez durante toda la vida o infantilismo adulto (lifelong immaturity), la necedad, la parcialidad, la dualidad, la estupidez, la mediocridad, la eliminación, el descondicionamiento, etc. Con la conciencia estaría relacionada la comprensión de nuestra propia ignorancia e inconsciencia, la humildad, la posible evolución interior, la lucidez, el respeto profundo por los demás, la experiencia de humanidad en evolución, de universalidad, el aprendizaje, las competencias, etc. (8) Plan de cambio radical en educación: Con las premisas de una “educación newtoniana”, se trataría de cosechar a toda costa e inmediatamente, y de comenzar por los alumnos y países con mayores necesidades económicas y sociales. Desde el enfoque radical e inclusivo se propone un proceso de reforma pedagógica de la educación lento, gradual y a varias generaciones vista, y centrado en quienes acumulan más poder o capacidad de influencia.

En resumen, la propuesta del artículo citado es cuestionar la actual identificación entre educación y aprendizaje. Lo que llamamos ‘educación’ es demasiado somero o superficial para considerarlo ‘educación’. La educación con mayúscula se perdió de vista a sí misma hace mucho tiempo. El “enfoque radical e inclusivo” puede ser útil para aceptar el reto de una educación más completa que incluya tanto la dimensión existencial como la esencial del ser humano. Pero, mejor, poniendo lo existencial en función de lo esencial, no al revés.

Agustín de la Herrán Gascón

Profesor titular del Departamento de Pedagogía de la Universidad Autónoma de Madrid. Coordinador del grupo de investigación consolidado “Pedagogía, formación y conciencia”. Promotor del enfoque radical e inclusivo de la educación. Su línea de investigación es la renovación pedagógica radical de la Pedagogía, la Didáctica general y de sus objetos de estudio, principalmente, la educación, la formación, la enseñanza, el aprendizaje y el currículo.