Investigación
Suspenso en evolución: ¿por qué no se comprende esta teoría científica?
Estudios recientes señalan que la población española muestra ciertas carencias en la comprensión de la teoría de la evolución y en cómo perciben su importancia para entender el funcionamiento de cualquier cuestión relacionada con el estudio de la vida. Los expertos coinciden en que una reforma del currículum escolar podría ayudar a mejorar esta situación.
Es una de las imágenes más famosas para representar la evolución humana y, sin embargo, es totalmente errónea, ya que representa una evolución lineal. Imagen modificada / Pixabay.
La teoría de la evolución es uno de los pilares centrales en torno al cual se desarrollan numerosas disciplinas científicas: ecología, medicina, inmunología, paleontología y, en general, cualquier conocimiento ligado al estudio de la vida. No es posible entender el funcionamiento de la vida y la naturaleza si no se comprende la evolución y, por tanto, tampoco entenderemos plenamente nuestro entorno y lo que ocurre en él sin unas bases en este campo.
Por ejemplo, la resistencia a los antibióticos, que supone actualmente una de las mayores amenazas para la salud pública, tiene una explicación evolutiva. Dentro de una población de bacterias, cada microorganismo presentará características diferentes entre sí. Cuando se hace un mal uso de un antibiótico, se está favoreciendo que se eliminen las bacterias sensibles, quedando únicamente aquellas que tengan genes resistentes a esos medicamentos. El antibiótico por sí mismo no está generando la resistencia; es el uso inadecuado el que genera una situación en la que las variantes resistentes, que existen previamente, prosperen y se multipliquen.
El campo de la medicina no es el único al que se puede aplicar esta teoría. El mismo proceso ocurre si sustituimos los antibióticos y las bacterias por insecticidas y plagas en los cultivos, respectivamente. La resistencia de algunos insectos o de algunas plantas a los plaguicidas es un grave problema que provoca grandes pérdidas económicas para los agricultores.
Gracias a los avances en el estudio evolutivo podemos explicar estos fenómenos y otros tantos igual o más complejos. Esta teoría ha experimentado una evolución en sí misma, convirtiéndose en una materia abstracta, en ocasiones poco intuitiva, con conceptos complejos que suponen un reto para la comprensión plena de estos cimientos del conocimiento biológico.
¿Un currículum escolar desactualizado?
Desde que Charles Darwin publicara su obra El origen de las especies en 1859, la cual supuso una revolución en el panorama científico y social, la teoría de la evolución ha ido avanzando, enriqueciéndose con los nuevos descubrimientos y consolidándose a través de años de experimentos. La síntesis evolutiva moderna, que es el modelo actualmente vigente, combina algunas ideas del darwinismo (como la selección natural), la genética moderna y de poblaciones y otros campos completamente nuevos.
A pesar de esos avances, parece que su comprensión por parte de la población española es moderada, según un estudio publicado en PLOS ONE, y no siempre actualizada. “Se tiende a confundir evolución y darwinismo”, cuenta a UAM Gazette Francisco Poyato Ariza, profesor del grado en Biología en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). “Toda la ciencia ha avanzado mucho en el último siglo y medio, y el estudio de la evolución no se ha quedado en la obra de Darwin, ni mucho menos”, añade.
“El árbol de la vida” es el primer diagrama que realizó Darwin sobre cómo él creía [arriba leemos I think] que las especies habían evolucionado. Fuente: First Notebook on Transmutation of Species (1837). Licencia: Dominio público.
¿Por qué se nos resiste tanto entender la evolución? Según un estudio de Lucia Vázquez Ben y Ánxela Bugallo Rodríguez, investigadoras del Departamento de Pedagogía y Didáctica de la Universidad de A Coruña, una de las razones por las que nos cuesta tanto asimilar sus nociones básicas podría ser que abordamos el aprendizaje de la evolución demasiado tarde. Mientras que en otros países europeos, como Francia y Suecia, incorporan conceptos como ancestro común, variabilidad y adaptación en su currículum de educación primaria, en España no se abordan hasta bien entrada la secundaria.
“En España, la teoría de la evolución no se trabaja en profundidad hasta 4º de Educación Secundaria Obligatoria, en la materia de Biología y Geología, que es optativa. Esto significa que hay un cierto porcentaje de la población que no llega a recibir esta formación”, explica Vázquez Ben a UAM Gazette. La investigadora considera que la enseñanza de la evolución debería abordarse antes y de forma progresiva, lo que ayudaría a asimilar mejor los conceptos, y promoviendo el uso de prácticas científicas como la indagación, la modelización, la argumentación y el uso de pruebas. “Aprender evolución por medio de un enfoque tradicional, memorístico, no sirve”, afirma.
Ángela Delgado Buscalioni, también profesora de evolución y paleontología en la UAM, lamenta que, además, la evolución muchas veces no se plantea como una cuestión científica, lo cual provoca que se le atribuya un valor menor. “Incluso algunas personas que estudian la evolución no entienden el fundamento, porque no se ha percibido como necesario”, comenta a UAM Gazette.
El resultado es una población que, en su mayoría, confunde o no entiende los términos evolutivos, o cómo se producen los cambios en los seres vivos. “El exceso de simplificación y los prejuicios apriorísticos (como asumir que todos los cambios son adaptativos) son dos de las fuentes más importantes de error y de incomprensión”, añade Poyato Ariza.
Por su parte, Buscalioni mantiene que frases como adaptarse o morir hacen que los conceptos evolutivos se asuman como algo naturalista, algo que sucede, pero que no necesita explicarse. “Además, la relación causa-efecto no está bien marcada en muchas ocasiones. ¿Cuál es la causa del cambio y cuál su efecto? Si el efecto del cambio se coloca como una causa, entonces estamos usando un argumento finalista, no evolucionista. Los ojos de los topos están reducidos, es un efecto, no es la causa de que el animal viva bajo tierra. La causa-efecto muchas veces se intercambia, no se entiende bien dónde se coloca cada una, y eso provoca confusión”, mantiene.
La importancia del lenguaje
El uso de las palabras también es fundamental para trasmitir correctamente el mensaje. Por ejemplo, cuando se habla de evolución a nivel divulgativo es muy frecuente cometer el error de utilizar palabras como para. Según Poyato Ariza, esta palabra daría a entender que la evolución tiene un fin. “Eso es puro lamarckismo”, explica.
Jean-Baptiste Lamarck, aunque fue el primer científico que formuló una teoría evolutiva -el lamarckismo-, se equivocó en algunos conceptos. Uno de ellos fue plantear que las especies experimentaban un cambio gradual hereditario con el fin de adaptarse mejor a su entorno. Esta evolución entonces se presenta con una dirección, una finalidad. Sin embargo, años de investigación en evolución han demostrado que los procesos evolutivos no tienen una dirección.
“Si al hablar decimos que determinada cosa es para algo, esperamos que el cambio sea para algo”, añade Buscalioni. “Sin embargo, la evolución no tiene una finalidad, y cuando no encontramos la explicación al para qué, intentamos encajar infinitas explicaciones que no son correctas desde el punto de vista científico”, concluye.
Vivimos actualmente en un momento complejo y no será el último reto que tendremos que afrontar, en el que la ciencia se ha erigido como elemento fundamental para abordar y dar respuesta a las incertidumbres. El panorama actual tendrá que dar más protagonismo a la evolución para el estudio y la comprensión de la vida.
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Lara de la Cita García es graduada en Biología por la Universidad de Salamanca y Máster en Gestión de la Fauna Silvestre por la Universidad de Murcia. En la actualidad trabaja como comunicadora científica en la Unidad de Paleontología y de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid (PEJ-2018-AI/AMB 10951) y es estudiante de posgrado del Título de Experto en Comunicación Pública y Divulgación de la Ciencia de la UAM.