TENSIONES EN LA ARISTOCRACIA; CONFLICTOS SOCIALES
"Ninguna ciudad, oh Cirno, han arruinado aún los
hombres de bien; mientras que cuando los malvados se deciden a mostrar su
insolencia, corrompen al pueblo y dan las sentencias a favor de los injustos
para buscar ganancias y poderío propio, no esperes que esa ciudad,
aunque ahora esté en la mayor calma, permanezca tranquila por mucho
tiempo una vez que los malvados se aficionen a las ganancias con público
perjuicio. De esto nacen las luchas civiles, las matanzas de ciudadanos y
los tiranos: ¡ojalá no dé su voto a nada de ello esta
ciudad!.
Cirno, esta ciudad es aún una ciudad, pero sus habitantes son ahora
distintos: antes, no conocían ni el derecho ni las leyes, sino que
en torno a su cuerpo vestían pieles de cabra hasta romperlas y se apacentaban,
al igual que los ciervos, fuera de la ciudad. Éstas son hoy las gentes
de bien, oh Polípaides; y los buenos de antes, ahora son los villanos:
¿quién es capaz de soportar este espectáculo?. Se engañan
unos a otros riéndose unos de otros, desconocedores de las normas para
distinguir lo bueno de lo malo. A ninguno de estos ciudadanos hagas de corazón
tu amigo, oh Polípaides, por causa de necesidad ninguna; por el contrario,
procura parecer con tus palabras amigo de todos, pero no te unas con ninguno
en ninguna empresa importante, porque entonces conocerás la manera
de ser de estos miserables, cómo no tienen palabra en su comportamiento
sino que gustan de los fraudes, los engaños y las trampas, igual que
hombres irremediablemente perdidos. [...]
Buscamos, oh Cirno, carneros, asnos y caballos de buena raza, y todo el mundo
quiere que se apareen con hembras de pura sangre; en cambio, a un hombre noble
no le importa casarse con una villana, hija de un villano, con tal que le
lleve muchas riquezas; ni una mujer se niega a ser la esposa de un hombre
vil con tal que sea rico, sino que prefiere el acaudalado al hombre de bien.
En efecto, los hombres son adoradores de la riqueza; el noble se casa con
la hija del villano y el villano con la del noble: el dinero ha confundido
las clases. Por ello no te extrañes, oh Polípaides, de que decaiga
la raza de nuestros conciudadanos: pues lo bueno se mezcla con lo malo.
Sin ignorar él mismo que es de bajo origen, un hombre conduce a su
hogar, atento a sus riquezas, a una mujer que no lo es; le fuerza a ello la
dura necesidad, que endurece el espíritu del hombre. [...]
Cúmpleme, oh Zeus Olímpico, mi justa plegaria y concédeme,
a cambio de los males, gozar también de algún bien. Ojalá
muera si no hallo algún respiro de mis tristes pensamientos y no causo
dolores a cambio de los míos. Pues tal es mi destino y no se cumple
mi venganza sobre los que se han adueñado de mis bienes arrancándomelos
por la violencia; como un perro he atravesado un barranco llevándomelo
todo la corriente del torrente. Séame dado beber su negra sangre y
ojalá me dirija su mirada algún numen propio que lleve a efecto
estas cosas conforme a mi deseo. [...]
Cirno, esta ciudad está preñada y temo que para un hombre sin
ley que acaudille una cruel revolución; porque estos ciudadanos aún
están sanos, pero los jefes han venido a caer en una gran vileza. [...]
No iré ni le llamaré por su nombre ni irá bajo tierra
llorado por mí en su tumba un tirano; tampoco él si yo muriese
sentiría dolor ni haría correr de sus ojos lágrimas calientes
[...]"
(Teognis, 43-68; 183-196; 341-350; 1081-1082b; 1203-1206).