LOS JUEGOS OLÍMPICOS

"Pero si por la rapidez de sus pies la victoria uno logra,
o en el pentatlo - allí en el recinto sagrado de Zeus,
junto al río de Pisa, en Olimpia -, o bien en la lucha,
o en el pugilato que causa tremendos dolores,
o bien en ese espantoso certamen que llaman 'pancracio',
muy ilustre se hace a los ojos de sus convecinos,
y puede alcanzar la gloriosa proedría en los Juegos,
y recibir alimentos a cargo del público erario,
y de su ciudad un regalo, que tenga por premio.
Incluso lo puede lograr con caballos todo eso,
sin ser tan valioso como yo. Pues mejor que la fuerza
de los caballos y los hombres es nuestro saber.
Pero todo eso se juzga con mucho desorden; injusto
es preferir al saber verdadero la fuerza corpórea.
Pues, aunque en el pueblo se encuentre un buen luchador,
o un campeón del pentatlo o un as de la palestra,
o alguien ligero de pies, que es lo más apreciado
en las pruebas de fuerza que van a certamen,
por eso no va la ciudad a tener buen gobierno.
Mínimo gozo consigue sacar la ciudad de eso,
de que alguno compita y venza en la orilla de Pisa.
Pues tal hecho no va a engrosar los tesoros del pueblo" (Jenófanes de Colofón, frag. 2D).

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