LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LA POLIS: EL EJMPLO ESPARTANO

"Tanto interés puso Licurgo en este cargo que, referente a él, trajo de Delfos un oráculo al que llaman rétra. Es el siguiente: 'Después de erigir un templo a Zeus Silanio y Atenea Silania, de tribuir las tribus y obear las obas, previa institución de una gerusía de treinta con los archagétai, reunir la apélla de estación en estación entre Babica y Cnación; hacer las propuestas y rechazar (las contrapropuestas): *** victoria y poder.'
En estas palabras, lo de tribuir tribus y obear obai significa dividir y organizar el pueblo en secciones, de las que a unas las ha denominado tribus y a otras obai. Archagétai se llaman los reyes y reunir la apélla, reunir la ekklesia, porque el origen y la causa de la constitución la ligó al dios Pítico. A la Babica *** y al Cnación ahora le dan el nombre de Enunte; Aristóteles tiene al Cnación por un río y la Babica por un puente. En medio de estos lugares celebraban las asambleas, sin que existieran soportales ni ningún otro tipo de edificio, pues pensaba que estas cosas en absoluto contribuían a la recta deliberación, sino que, más bien, la perjudican al volver frívolos e inconstantes por una vana presunción los espíritus de los concurrentes, cada vez que, durante las asambleas, vuelven su mirada hacia las estatuas y pinturas que adornan profusamente los proscenios de los teatros o los techos de los bouleuterios.
Reunido el pueblo, a nadie permitió expresar su opinión, pero, para ratificar la presentada por los gerontes y los reyes, tenía autoridad el pueblo. Más adelante, sin embargo, como la masa con sus recortes y adiciones iba desviando y violentando las propuestas, los reyes Polidoro y Teopompo agregaron junto a la retra estas palabras: 'Si el pueblo elige torcidamente, disuélvanlo los ancianos y los archagétai.' Esto implica no que el pueblo prevalezca, sino sencillamente prescindir de él y anularlo, so pretexto de que distorsiona y cambia la propuesta en contra del bien común. También ellos lograron convencer a la ciudad con el argumento de que el dios prescribia estas cosas, de lo que, en cierto modo, ha dejado recuerdo Tirteo en estos versos:
'Escucharon a Febo y de Delfos trajeron a Esparta
las profecías del dios, sus palabras de cierto final:
"Que manden en consejo los reyes que aprecian los dioses
ellos tienen a su cargo esta amable ciudad de Esparta,
y los anciamos ilustres, y luego los hombres del pueblo,
que se pondrán de acuerdo para honestos decretos".
(Plutarco, Licurgo, 6).

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