LAS FUNDACIONES COLONIALES:
"Regio es una fundación de los Calcidios, que de acuerdo con un oráculo y a causa de una hambruna se ofrecieron a Apolo en concepto de diezmo, y luego cuentan que desde Delfos fueron enviados hasta aquí a colonizar, trayendo consigo también a algunos otros de sus compatriotas. Como narra Antíoco, sin embargo, los Zancleos hicieron llamar a los Calcidios y nombraron a Antimnesto como fundador de aquéllos. Formaban también parte de la fundación Mesenios del Peloponeso expulsados debido a los conflictos provocados por aquéllos que no quisieron dar reparaciones a los Lacedemonios por motivo del sacrilegio cometido sobre las vírgenes que habían llegado a Limnai y que habían sido enviadas a causa de un rito religioso, y a las que habían violado, habiendo dado muerte también a aquéllos que habían acudido en su auxilio. Habiéndose retirado los fugitivos hacia Macisto envían embajadores al dios, reprochando a Apolo y a Artemis que les hubiese tocado eso en suerte a pesar de haberles defendido a ellos, y pidiendo consejo sobre cómo se librarían de ser aniquilados. Apolo les aconsejó que se dispusieran a unirse a los Calcidios para dirigirse a Regio y que mostraran agradecimiento a su hermana puesto que se había ocupado no sólo de que no fuesen exterminados sino además de salvarles de perecer con su patria, que iba a ser ocupada poco después por los Espartanos. Ellos se sometieron. Por ello, los dirigentes de los reginos hasta Anaxilas siempre fueron de origen mesenio. Antíoco dice también que antiguamente este lugar lo habían ocupado Sículos y Morgetes". (Estrabón, VI, 1, 6)
"Pacto de los fundadores.
Por decisión de la asamblea. Puesto que Apolo ha dado un oráculo
espontáneo a Bato y a los Tereos para que funden Cirene, se ha determinado
que los Tereos envien a Libia a Bato como fundador y rey; que naveguen junto
a él y como compañeros suyos los Tereos; que naveguen en iguales
condiciones y en iguales términos y según las familias, un hijo
de cada una de ellas, debiendo alistarse de entre todas las partes del territorio
a aquéllos que hayan alcanzado la adolescencia; y que navegue también,
de entre los restantes Tereos, todo aquel individuo libre que así lo
desee. Si acaso los colonos consiguen hacerse fuertes en la colonia, aquellos
otros colonos que naveguen posteriormente hacia Libia compartirán el
derecho de ciudadanía y sus prerrogativas y recibirán por sorteo
también tierras aún sin asignar. Si acaso no consigue establecerse
la colonia ni los Tereos tienen posibilidades de auxiliarles, y por el contrario
se ven afectados por penurias durante cinco años, que partan de esas
tierras hacia Tera sin miedo para volver a tomar posesión de sus bienes
y de su ciudadanía. Aquél que habiendo sido designado para la
partida no abandonase la ciudad, sea condenado a muerte y sus bienes sean confiscados.
Aquél que le acoja o le proteja, ya sea un padre a su hijo, ya un hermano
a su hermano, sufra el mismo castigo que el individuo que no quiera embarcarse.
Sobre estas condiciones han establecido los juramentos los que han quedado atrás
y los que se han hecho a la mar para colonizar, y han establecido maldiciones
para aquéllos que los transgredan y no los mantengan ya vivan en Libia,
ya hayan permanecido en Tera. Tras moldear figuras de cera las quemaron mientras
pronunciaban la imprecación, habiéndose reunido todos, tanto hombres
como mujeres, niños como niñas: Que aquél que no guarde
estos juramentos y los viole, que se derrita y se diluya como estas figuras,
y su descendencia y sus bienes. Para aquéllos que guarden estos juramentos,
ya hayan navegado hasta Libia, ya permanezcan en Tera, haya abundancia y felicidad,
tanto para sí como para sus descendientes". (Inscripción
procedente de Cirene: S.E.G., IX, 3 = Meiggs-Lewis, 5; líneas
23-51)
"Teocles que conducía a los calcideos de Eubea, ocupó
la ciudad de Leontino en compañía de sículos que precisamente
la habitaban antes. Y cuando Lámide, que había conducido una colonia
desde Mégara, [se preparaba] para acercarse a la ciudad de los leontinos,
él dijo que por los juramentos no podía expulsar a los sículos
que habitaban con él, pero que les abriría a aquéllos las
puertas por la noche y que, una vez que entrasen, trataran a los sículos
como enemigos. Él les abrió, y los megarenses tras ocupar armados
el ágora y la acrópolis, cayeron sobre los sículos. Y éstos,
cogidos sin armas, abandonado la ciudad, huyeron. Los megarenses habitaron la
ciudad junto con los calcideos en lugar de los sículos.
Teocles expulsó de la ciudad a los megarenses que habían convivido
con los calcideos seis meses, diciéndoles que en el momento de la guerra
había prometido que 'si se apoderaba de la ciudad sin riesgos, sacrificaría
a los doce dioses y enviaría una procesión engalanada con las
armas'. Y como los megarenses no sospechasen nada, sino que le exhortaran a
realizar el sacrificio con buenos auspicios, los calcideos, después de
tomar prestadas de ellos todas sus armas para la procesión, una vez celebrado
el sacrificio, marchaban a paso de procesión; cuando se detuvieron en
el ágora armados, Teocles ordenó al heraldo pregonar: 'Que los
megarenses salgan de la ciudad antes de ponerse el sol'. Pero ellos, refugiándose
en los altares como suplicantes, les rogaban que no se les desterrase, o que
se les dejase salir con las armas. Teocles decidió con los calcideos
que no era seguro expulsar a tantos enemigos armados. Y los megarenses, expulsados
de Leontino sin armas, habitaron Trótilo durante un solo invierno, pues
tan sólo eso les permitieron los calcideos". (Polieno, Estratagemas,
V, 5).
"Por esa misma fecha llegó Lámide a Sicilia desde Mégara
al frente de una colonia, y después de fundar al Norte del ríoPantacias
una ciudad llamada Trótilo, de unirse por poco tiempo con los calcideos
de Leontinos en una ciudad única y de ser expulsado por ellos y fundar
Tapso, murió, y los demás abandonaron Tapso y fundaron la Mégara
llamada Hiblea, cuyo territorio les cedió el rey sículo Hiblón,
que les llevó a él". (Tucídides, VI, 4).