Enviar a un hijo o hija a un internado en Chile, para aquellas familias que optaron por esta oferta, fue motivado por variadas razones. En muchos casos se trató de aspiraciones por una movilidad social, que al mismo tiempo significó una movilidad en términos geográficos. Por otro lado, varias familias vieron en el internado una solución a problemáticas vinculadas con la crianza, ya sea por motivos económicos o de tiempo. Interesa aquí dar cuenta de los usos del internado como institución extrafamiliar, el cual conformó parte de las estrategias de vida de muchas familias.
En esta línea, interesa revisar el caso de Luis Oyarzún Peña (1920 – 1972), destacado intelectual chileno que realizó parte de su formación escolar en el Internado Nacional Barros Arana. En su epistolario, que se conserva en el Archivo del Escritor de la Biblioteca Nacional, podemos encontrar numerosas cartas de su época escolar. Estas cartas contienen información relevante de su intimidad y cotidianeidad como alumno interno, las cuales permiten identificar emociones vinculadas con la experiencia de estudiar y vivir en un establecimiento de estas características.
La nostalgia y el fracaso, como vivencias personales, las contrapone a su éxito como estudiante e intelectual, ubicándolas temporalmente en su época estudiantil. En este sentido, interesa revisar los posibles vínculos existentes entre este tipo de emoción y la idea de fracaso, identificando diferentes modalidades de lo que podemos comprender como fracaso en una trayectoria biográfica.
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