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Rituales de bebida

VINO, ARISTÓCRATAS, TUMBAS Y GUERREROS EN LA CULTURA IBÉRICA (ss. V-II a.C.)

Armas, rituales sociales de comensalidad y bebida, y lazos sociales entre los guerreros, fueron en el Mediterráneo Antiguo elementos profundamente asociados

VINO, ARISTÓCRATAS, TUMBAS Y GUERREROS EN LA CULTURA IBÉRICA (ss. V-II a.C.)

ÍNDICE:

I.- UN MARCO CIRCUNMEDITERRANEO DE REFERENCIA CULTURAL
I.A.-Sobre el vino entre los griegos
I.B.- Retrocediendo en el tiempo: el vino entre los pueblos orientales
I.C.-El vino y el banquete en Italia prerromana
I.D.-Cerveza, vino, hidromiel y banquete entre los Celtas
II.- EL VINO EN IBERIA: LOS DATOS (ss.V-II a.C.)
II.A.-La introducción del vino en Iberia. El Periodo Orientalizante. Rutas de comercio
II.B.-Fuentes literarias
II.C.- Vino en Iberia: recientes trabajos arqueológicos
II.D.- Vajilla griega importada asociada -en origen- al consumo de vino
III.-ALGUNOS INTERROGANTES CULTURALES
III.A.-Banquetes, aristócratas y vinos. Un modelo de consumo y uso social entre los Iberos
III.B.-Ritual funerario y consumo de vino
III.C.-Vino y guerreros. Valores aristocráticos, banquete, intoxicación etílica y combate

BIBLIOGRAFIA

 

El filósofo Platón visitó Sicilia al menos en tres ocasiones entre el 387 y el 361 a.C.[1] como invitado primero de Dionisio el Viejo y luego de Dionisio II y Dion. Durante la tercera y última de sus visitas tuvo ocasión de presenciar acontecimientos que se narran en la séptima de sus Cartas: "Mientras tanto, Dionisio [II] quiso disminuir la paga de los mercenarios veteranos, en contra de las tradiciones de su padre. Pero los soldados, furiosos, se reunieron y decidieron oponerse a ello. El tirano intentó recurrir a la fuerza haciendo cerrar las puertas de la acrópolis; ellos se dirigieron inmediatamente contra las murallas, cantando el peán guerrero de los bárbaros. Entonces Dionisio, muy asustado, cedió completamente e incluso concedió a los peltastas Que entonces se habían reunido más de lo que reclamaban."[2].

Los soldados a que se refiere Platón incluían probablemente algunos de los veteranos iberos y de otras naciones bárbaras que Dionisio I había reclutado tras la derrota de Himilcón en 369 a.C.,[3] y entre ellos estaban con seguridad los iberos que aquel mismo tirano había enviado a Grecia en dos ocasiones por breve tiempo (con cinco meses de paga) en 368-367 a.C.[4] En efecto, entre estos soldados mercenarios no helenizados, que marchaban 'cantando el peán guerrero de los bárbaros', se contaban contingentes de origen ibero a los que Platón recuerda probablemente en una sola ocasión, para referirse a su costumbre, compartida con otros pueblos bárbaros, de beber el vino puro y de embriagarse: "No hablo ahora de un uso cualquiera del vino o de la abstinencia total del mismo, sino de la embriaguez, de si hay que seguir la costumbre de los escitas y los persas, o incluso la de los cartagineses, los celtas, los iberos y los tracios, pueblos todos ellos guerreros, o bien hay que seguir la vuestra. Vosotros, en efecto, rechazáis enteramente esta práctica, mientras que los escitas y los tracios, que beben el vino puro, tanto las mujeres como los hombres, y lo vierten sobre sus vestidos, tienen la idea de que observan una costumbre bella y feliz"[5]. Platón no especifica en su epístola que los mercenarios sublevados y tenores se hubieran entonado mediante la ingestión de vino puro, pero tenemos datos de otra fuente para afirmar que, en efecto, era costumbre entre estas tropas bárbaras beber cantidades respetables de vino puro, sin diluir, antes de realizar una acción bélica: "Al amanecer [Dionisio II] atiborró a sus tropas mercenarias con vino sin mezclar y los lanzó a la carga contra la muralla de los siracusanos"[6]. Vino puro y violencia se asocian, tal y como daba por supuesto Platón.

Beber el vino mezclado con agua y no puro era un hecho cultural que para Platón -y para muchos otros griegos- identificaba a los helenos, mientras que la ingestión pura del mismo líquido y consiguiente embriaguez sería signo identificador de naciones bárbaras y guerreras -o de griegos abandonados al desenfreno y la molicie. El vino en el antiguo Mediterráneo era así, además de un alimento,[7] un hecho de cultura en el sentido antropológico del término, y también en el cualitativo. En estas páginas trataremos de profundizar sobre el papel que el consumo de vino pudo jugar en la Cultura Ibérica, y en especial sobre su uso en una sociedad que Platón caracterizaba ante todo, como guerrera y consumidora de vino puro. Cierto que se trata de un topos, pero es significativo que seasn éstas y no otras las características que se asocian.

I.- UN MARCO CIRCUNMEDITERRANEO DE REFERENCIA CULTURAL.

Puesto que Platón comparaba, en lo referente al hecho cultural de beber vino, a griegos por un lado, y a celtas, iberos y cartagineses -semitas- por otro, será bueno que comencemos por recordar brevemente algunas cuestiones sobre la ingestión de bebidas alcohólicas entre estos pueblos ribereños del Mediterráneo,[8] que tuvieron además contactos intensos con los iberos, para luego poder entender mejor los datos existentes e hipótesis sostenibles sobre el papel cultural del vino entre estos últimos.
O. Murray ha distinguido para la Grecia Arcaica cuatro categorías básicas de formas de consumición: los festivales religiosos, la comida comunal militar, la comida con cargo a fondos públicos ofrecida como un honor por la polis, y el simposio por placer;[9] sin embargo, las relaciones entre estas formas son múltiples, y la cuestión de sus raíces dista de estar resuelta.
Para la Cultura Ibérica estamos lejos de poder establecer siquiera unas categorías preliminares similares a éstas, pero trataremos al menos de analizar la relación de tres aspectos de la consumición de bebidas -y comidas- con la organización social ibérica: la posible discriminación de consumo por rango (Apdo. III.A), el banquete ritualizado en contextos funerarios (Apdo. III.B) y la guerra (Apdo. III.C). Dada la escasez de documentación (Apdo. II) necesitaremos plantear previamente líneas de análisis mediante la comparación cultural cruzada

Crátera de columnas corintia

Crátera de columnas corintia (de Eurytios) con escena de symposion griego en ambiente heroico (Heracles). En el registro inferior, cabalgata de jinetes aristócratas. Paris, Louvre. c. 600 a.C. Hallada en Cerveteri (Etruria).

Índice

I.A.-Sobre el vino entre los griegos.
 
Aunque ya en los palacios micénicos y minoicos,[10] así como en los poemas homéricos,[11] hay evidencia de reuniones ceremoniales o de simples fiestas para beber, nos centraremos aquí en el simposio de época arcaica y clásica, puesto que esta institución o costumbre[12] será la más relevante para la discusión ulterior sobre el mundo ibérico.
El simposio arcaico derivaría del banquete homérico en opinión de Murray y otros autores, modificándose de acuerdo con la nueva configuración de la polis;[13] su papel en la creación de lazos de dependencia de los hetairoi disminuiría, aunque no su importancia política y como medio de cohesión de grupos sociales de élite pero ahora igualitarios entre sí. El tránsito de la lucha de campeones aristócratas individuales hacia la lucha más anónima y colectiva en falange, con lo que ello tiene de disolución del antiguo sistema de lucha entre campeones y ampliación numérica de los ejércitos, no estaría alejado de este proceso de cambio del simposio.[14]
Que el symposion fue una institución social central en el arcaismo griego es un hecho reconocido hace ya tiempo por la investigación: se admite que buena parte de la poesía arcaica estaba pensada para ser cantada y oida en banquetes,[15] acompañada del aulos,[16] y se ha sostenido que la importancia de la cerámica en el arte arcaico se debe a la demanda de cerámica decorada de calidad para los symposia.[17]
Los estudios de Dentzer[18] y Schmitt-Pantel,[19]entre otros, han mostrado cómo un único motivo iconográfico básico de banquete refleja en el mundo griego arcaico realidades diferentes: simposio entre iguales, banquetes del pasado mítico -por ejemplo del ciclo homérico o del de Heracles (FIG. 1)-, banquetes dionisiacos, banquetes funerarios, etc., dependiendo del contexto, la época y el lugar.[20] No pretenderemos ahora resumir todas estas variantes y sus interrelaciones, que en todo caso remiten finalmente, en palabras del propio Dentzer,[21] a un ideal aristocrático común que podía expresarse a través del héroe lejano de la leyenda o de una escena anónima en la que el comanditario del vaso podría reconocerse de modo más directo.[22] Nos bastará por ahora recordar que en todos estos banquetes el vino jugaba un papel especialmente importante, y que en el symposion en particular es el elemento central en torno al que se desarrollaba, física y metafóricamente, la reunión.
En época clásica el simposio adquiriría un carácter más limitado, cerrado e incluso 'decadente'[23] pese a la opinión de Platón sobre sus potencialidades sociales.[24] En él los antiguos valores recios de los aristócratas guerreros arcaicos fueron sustituidos por otros más refinados; en ambos periodos, sin embargo, la amistad y solidaridad de grupo entre los comensales, o más bien, co-bebedores, era en teoría el elemento fundamental.[25]
Siguiendo a Murray, Burkert ha resumido las características esenciales de un simposio tal y como se configuró a partir del s. VI, características aceptadas por la generalidad de los investigadores:
"an organization of all-male groups, aristocratic and egalitarian at the same time, which affirm their identity through ceremonialized drinking. Prolonged drink is separated from the meal proper; there is wine mixed in a krater for equal distribution; the participants, adorned with wreaths, lie on couches. The symposium has private, political and cultural dimensions: it is the place of euphrosyne, of music, poetry, and other forms of entertainment; it is bound up with sexuality, especially homosexuality; it guarantees the social control of the polis by the aristocrats".[26]

En esta definición del simposio cabe distinguir unos rasgos esenciales (primera y última frases) y una mecánica y elementos accesorios. Creemos que puede mostrarse que los rasgos esenciales, incluso los asociados al igualitarismo entre los comensales, pueden ser comunes a otras muchas culturas,[27] no necesariamente de raíz indoeuropea, mientras que la mecánica varía. Sin embargo, no nos engañemos: lo que hace un simposio un symposion son precisamente unos rasgos (hombres solos[28] que beben en el andron en postura reclinada vino mezclado en una crátera, todo ello después de la comida propiamente dicha) que para los griegos diferencian una costumbre civilizada de otra bárbara. Por ello el término symposion tiene una carga de helenismo o helenización que debe ser tenida en cuenta para no mezclar conceptos, sobre todo si recordamos que en su acepción primaria el simposio "costituisce normalmente solo una fase della 'reunione conviviale', successiva al banchetto vero e proprio o deipnon",[29]y que por tanto un banquete con bebida no es un symposion en sentido estricto, aunque ni siquiera las fuentes antiguas, sobre todo en los periodos helenístico y romano, mantienen siempre la distinción.[30]

 
Aunque el banquete homérico y el simposio arcaico y clásico han atraído la atención de la mayoría de los investigadores, se ha dedicado menor atención a otros tipos de reuniones en las que bebida, pero quizá sobre todo comida, tenían un papel esencial: los banquetes sacrificiales y aquellos asociados al ritual funerario. No nos detendremos en los primeros, donde es la comida y no el vino el elemento fundamental;[31] en cuanto a los segundos, haremos los comentarios pertinentes en el Apdo. III.B. Por lo que se refiere al syssition y otras formas de comida en común, están fuera del ámbito de atención de este trabajo, aunque se dirá algo en el Apdo. III.C.[32]
 
Banquete de Assurbanipal en Ninive. Primer ejemplo de banquete real recostado. Mus. Británico. c. 640 a.C.

Banquete de Assurbanipal en Ninive. Primer ejemplo de banquete real recostado. Mus. Británico. c. 640 a.C.

 

Servicio de banquete etrusco arcaico procedente de contexto de hábitat en Ficana (Etru- ria). Segunda mitad del s. VII a.C. Según Rathje.
Servicio de banquete etrusco arcaico procedente de contexto de hábitat en Ficana (Etru- ria). Segunda mitad del s. VII a.C. Según Rathje.
 
Es imprescindible recordar, por último, que el simposio, y en general todas las comidas ritualizadas, giraban en torno a la religión y el ritual. En concreto, el symposion giraba en torno al ritual dionisiaco,[33] aunque este último papel se haya devaluado en algún caso.[34] No entraremos aquí en esta cuestión dionisiaca,[35] como tampoco lo haremos luego en las posibles conexiones del vino con la religiosidad ibérica, tema que sería motivo de otro artículo, y que además ha sido ya abordado repetidamente por R. Olmos.

Symposion en las lastras del palacio etrusco orientalizante de Murlo. c. 575 a.C. Murlo.

Symposion en las lastras del palacio etrusco orientalizante de Murlo. c. 575 a.C. Murlo.

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I.B.- Retrocediendo en el tiempo: el vino entre los pueblos orientales.
 
El clima mediterráneo contribuyó a que la viticultura constituyera una de las ramas principales de la agricultura fenicia, y son abundantes las fuentes literarias alusivas a la calidad de los caldos fenicios y a su extendida difusión[36]. Se acepta generalmente -v. infra, nota ?- que fueron los fenicios los responsables de la introducción del vino en Iberia, y no nos entretendremos ahora en ello. Dedicaremos más atención a dos cuestiones clave: si en el mundo próximo-oriental existían reuniones con cierto carácter ceremonial en las que la consumición de vino, como medio de cohesión de grupo, fuera el rasgo esencial; y si tales 'fiestas' eran comparables a lo que entendemos por 'simposio' en Grecia (v. supra Apdo. I.A.).
J.M. Dentzer y más recientemente W. Burkert han analizado estas cuestiones del banquete oriental, y sus conclusiones -no siempre coincidentes- pueden sintetizarse así para lo que a nosotros nos ocupa:[37]
-Al contrario que en Grecia, donde el predominio del vino era absoluto, en el Próximo Oriente competían dos tipos de bebidas alcohólicas: el vino y la cerveza.[38] El vino depende más del ciclo anual para su preparación que la cerveza.
-Las más antiguas escenas mesopotámicas en las que una pareja real aparece bebiendo cerveza sentada -y no reclinada[39]- en un templo con ocasión del festival de la cosecha, probablemente en una suerte de comunión con la divinidad, constituyen casi lo opuesto del concepto de simposio griego arriba delineado;[40] nada sorprendente, teniendo en cuenta las enormes diferencias temporales y sociales.
-La institución, más tardía, del marza'u, documentada desde en Ugarit en adelante (en la Biblia, marzeah), consistía en la reunión de hombres en fiestas ceremoniales dedicadas a la adoración de un dios específico, durante las que se incurría en mucha bebida. Los mitos próximo-orientales abundan en referencias a banquetes de diferentes panteones en los que la consumición de prodigiosas cantidades de alcohol era la norma, reflejando quizá instituciones más terrenas. Esta forma de banquete se aproxima bastante según Burkert a instituciones griegas conectadas con el symposium, como el thiasos,[41] y al propio symposion en aspectos formales, como la postura reclinada durante el banquete (por primera vez documentada en el s. VIII a.C., Amós, 6, 4-7).[42] Sin embargo, tanto en contextos humanos como divinos, la embriaguez y sus consecuencias son el tema dominante, y la mezcla del vino con agua, esencial en la reunión de los griegos, no se documenta.[43]
-En otro tipo de banquetes más profanos (Hebr. mishtäh), donde la verdadera diversión está en la bebida, el aspecto comunal típico del simposio está ausente: es un señor o un rey quien invita; el concepto de poder real es esencial en la iconografía del banquete reclinado orienta (FIG. 2).[44] Una serie de casos significativos aparece en la Biblia, con rasgos en general muy lejanos al symposion (Esther,1).
-En un único caso, documentado en la Biblia (Jueces, 14), encuentra Burkert una serie de paralelos cercanos al symposion en tanto que reunión de varones jóvenes para festejar y divertirse. De lo que hemos estado viendo se deduce que no se documenta en el mundo del Próximo Oriente una institución idéntica al symposion griego, pero sí una extendida costumbre de realizar banquetes con masiva ingestión de vino, que pueden llegar a asemejarse aquel.
Lo que se acepta generalmente es que la aparición del motivo del banquete, tanto en las fuentes literarias como en la iconografía, y probablemente de la propia costumbre de beber vino reclinado en diferentes situaciones, se documenta antes en el Próximo Oriente que en Grecia.[45] Por tanto, si dicha costumbre del banquete existió en Iberia, y si fue introducida junto con el vino -lo que como veremos es discutible-, cabe que la llegada de productos comerciales griegos con motivos iconográficos asociados al banquete cayera sobre un mercado ya muy receptivo desde hacía quizá dos siglos.
En consecuencia, y por lo que se refiere a Iberia, la ingestión de grandes cantidades de vino, asociada o no a un banquete que incluye comida, o a un ritual funerario, no tiene por qué ser asociada a un proceso de 'helenización', sino que puede ser muy anterior y deberse a una influencia semita, y haber tomado formas muy diferentes al symposion griego. Pronto veremos que la costumbre de ingerir bebidas alcohólicas en grupo puede ser aún anterior a la propia presencia fenicia e incluso a la introducción del vino, de modo que las sucesivas llegadas 'coloniales' pudieron alterar y 'enriquecer' la forma pero no el fondo de ciertas costumbres.
I.C.-El vino y el banquete en Italia prerromana.
Contamos con varios trabajos recientes sobre el vino en Italia[46] que nos permiten trazar un rápido cuadro. El proceso de introducción del vino, desde las primeras importaciones de mediados del s. VIII[47] mediante ánforas corintias, griegas orientales y fenicias, y hasta la producción local, ha sido recientemente resumido por J. Martínez Pinna[48] y M. Cristofani[49] y no nos entretendremos en él.

Reconstrucción de la tumba principesca de Hochdorf (Baden-Württemberg). El caldero situado junto al lecho contuvo hidromiel. Segunda mitad del s. VI a.C. Según W. Kimmig.

Reconstrucción de la tumba principesca de Hochdorf (Baden-Württemberg). El caldero situado junto al lecho contuvo hidromiel. Segunda mitad del s. VI a.C. Según W. Kimmig.

 

Planta de la tumba de Vix (Francia). En el ángulo Noroeste se encuentra la enorme crátera griega de bronce fabricada probable­mente en la Magna Grecia. Fin del s. VI a .C. Según R. Joffroy.

Planta de la tumba de Vix (Francia). En el ángulo Noroeste se encuentra la enorme crátera griega de bronce fabricada probable­mente en la Magna Grecia. Fin del s. VI a .C. Según R. Joffroy.

Índice

Se ha vuelto a defender hace poco la existencia de una koine cultural aristocrática en el Mediterráneo,[50] idea que compartimos siempre que, sobre la incidencia de la difusión cultural,[51] enfaticemos la de desarrollos paralelos en sociedades que responden de modos similares a circunstancias comparables aunque no iguales, paralelismos que se acentúan por la expansión comercial y colonial fenicia y sobre todo griega.

Algunos investigadores han defendido la idea de que previamente a la introducción del symposion con vino al modo griego -u oriental- de carácter marcadamente aristocrático, habría existido una fase 'igualitaria' con una hipotética 'ideología primitiva' del banquete.[52] Sin embargo, Torelli ha insistido recientemente en el error que, como ya hemos dicho, supone mezclar los conceptos de 'banquete' y 'symposion' en el sentido griego del término.[53] Para este investigador[54] los contextos funerarios itálicos pre-orientalizantes incluyen restos de comida y de objetos asociados a ella, sobre todo vajilla cerámica; este banquete que enfatiza en la muerte la unidad del grupo -'che in questa fase si identifica con la famiglia nucleare'- es lo que ha creado esa impresión de 'igualdad' social en los ajuares más antiguos, que no se mantiene en época orientalizante, cuando es la calidad y no la cantidad del ajuar lo que revela fuertes desigualdades sociales. El extendido uso del vino a partir del s. VII refleja, más que el antiguo banquete con carne, un proceso de 'integrazione soziale piu vasta' que es el de la ciudad arcaica,[55] pero no lo sustituye sino que lo complementa,[56] puesto que se mantiene el banquete con vino -o simposio- en el ámbito privado (aunque con connotaciones políticas) al lado del banquete sacrificial, en una línea que perduraría según la reconstrucción de Torelli hasta época romana.[57]
Ya desde el Periodo Orientalizante la iconografía y los ajuares funerarios etruscos muestran rasgos que indican una adopción de elementos principescos asociados al banquete, en una forma que se viene denominando "banquete homérico" (vid. supra), que enfatiza no sólo la "amistad" entre iguales sino también la creación de una red de deudas y obligaciones.[58]Ya desde mediados del s. VII como mínimo hay en el Lacio evidencias de servicios de vino para múltiples comensales.[59] Algo después, a partir del 600 a.C., se puede hablar de elementos ya alejados del estricto "banquete homérico" y cercanos al symposion, gracias a la abundante información en forma de productos importados asociados al vino (griegos y fenicios)[60], pero también de numerosas escenas de banquete en pinturas murales de tumbas o relieves escultóricos, además de la aparición de servicios de vino en contextos de hábitat.[61] La adopción de la postura reclinada no se documenta en Italia hasta c. 575, fecha aceptada para los relieves orientalizantes de Murlo, los primeros con una escena de banquete colectivo reclinado posiblemente ceremonial (FIG. 4).[62]
Precisamente si, como quería Murray, el simposio proporciona "elementos traza" de helenización, la enorme abundancia en Italia de vajilla importada -metálica y cerámica- procedente del Este -Grecia y Fenicia- y asociada al banquete y en especial a la bebida, unida a la documentación fehaciente de la práctica de beber reclinados y probablemente de mezclar el vino (FIG. 3),[63] incluso de recitar poesía en el banquete,[64] permite hablar de un grado elevado de transmisión de contenidos culturales detrás de los materiales, transmisión que recaería sobre una sociedad aristocrática de por sí, y previamente, muy receptiva. Así, parece posible hablar en el s. VI a.C. de banquetes no sólo en contextos funerarios, como muestran las tumbas, sino también de verdaderos simposia en ambientes "palaciales" como Murlo o Acqua Rosa.[65]
Sin embargo, hay también rasgos en la documentación iconográfica que marcan diferencias entre los hábitos griegos e itálicos. Por ejemplo, Pasquier, Bouloumié y Cristofani, entre otros,[66] recuerdan que en Etruria, a diferencia del mundo griego, las mujeres aparecen en el simposio en pie de igualdad, rasgo que para Murray[67] era un claro indicio de 'barbarie' a los ojos de un griego, barbarie exagerada para Cristofani por el 'antietrusco' Teopompo (FIG. 5).[68]
Tampoco está claro hasta qué punto era limitado el acceso al vino. Aunque es probable que en las fases más antiguas se limitara a los más altos rangos, se ha apreciado una cierta extensión de su uso -por asociación de ánforas vinarias a objetos estándar- al menos en la zona de Vulci.[69] Otra cosa es que el cultivo de la vid -cuyo rendimiento es a medio plazo- se mantuviera bajo el control de las élites, cosa que parece segura.[70]
Sin duda uno de los rasgos que más resalta en el mundo itálico es la importancia concedida al banquete funerario, desde Tarquinia a Paestum.[71] En los momentos más antiguos, aparecen servicios individuales, lo que para M. Cristofani indica que estamos ante un reflejo de lujo 'principesco', más que ante una función socio-cultural que sin embargo podría existir en vida.[72]Con todo, y según se ha dicho, incluso antes del s. VII a.C. debía haber banquetes funerarios con carne y bebida -quizá no vino todavía- al modo homérico; en el s. VI la iconografía y ajuares de las tumbas muestra banquetes colectivos y parejas -familiares- reclinadas, pero, sobre todo, una ideología más compleja que la del antiguo banquete funerario.[73] Es incluso posible que se depositaran cadáveres en las tumbas en postura reclinada, apoyados sobre un codo, como para un banquete, que en efecto presidirían desde dentro de la tumba.[74] Con todo, y como ha recordado Bouloumié, a diferencia de Grecia, en Etruria y la Céltica nuestra información sobre el vino es sobre todo de carácter funerario, lo que puede sesgar nuestra visión.[75]
 

Dibujo de 1832 de los frescos de symposion etrusco de la tumba del Triclinium de Tarquinia. c. 460 a.C. Según Weber-Lehmann.

Dibujo de 1832 de los frescos de symposion etrusco de la tumba del Triclinium de Tarquinia. c. 460 a.C. Según Weber-Lehmann.

También se ha insistido en la relación entre el Dyonisos griego y la divinidad etrusca Fufluns y por tanto en la asociación, como en Grecia, entre el vino y la religiosidad dionisiaca y extática.[76]

Por último, conviene recordar el papel que el mundo etrusco ejerció en la transmisión del conocimiento y del consumo del vino al ámbito céltico del norte de los Alpes, tema recientemente estudiado por Bouloumie.[77] Desde la segunda mitad del s. VII a.C., y sobre todo en el s.VI, aparecen en cantidad creciente, en contextos principescos célticos, lujosos recipientes metálicos de fabricación etrusca, asociados exclusivamente al consumo de vino, así como contenedores cerámicos y vajilla griega, sobre todo ática, que proceden de Italia y del ámbito massaliota. Sin embargo, no se exporta cerámica etrusca.[78] Dicho comercio sería indirecto, sin contacto real entre etruscos y celtas trasalpinos[79], lo que plantea preguntas embarazosas sobre el grado de transmisión cultural real que podría viajar con el vino, los vasos metálicos de lujo y la cerámica griega: si no había contacto directo, la transmisión de formas culturales sería difícil.[80]
 

Índice

 
I.D.-Cerveza, vino, hidromiel y banquete entre los Celtas.
 
Hay datos que indican que en la Europa centro-occidental del s. VII a.C., antes de la introducción del consumo del vino procedente del Sur, se realizaban banquetes funerarios que se reflejan en los ajuares de las tumbas, y que probablemente eran a su vez una variante de una costumbre de festín aristocrático en el que se consumiría carne y bebidas como cerveza e hidromiel.[81]
Como ha señalado Bouloumié,[82] la importación de vino etrusco por los Alpes, y griego por el Ródano, a partir de fines del s. VII, hallaría buen eco entre las aristocracias locales que, con su propia tradición de consumir cerveza o hidromiel, aceptarían con gusto la nueva bebida. La cuestión del "comercio" del vino y su papel en las sociedades célticas de la Primera Edad del Hierro ha sido objeto de varios estudios recientes, fundamentalmente a cargo de M. Dietler y B. Boulumié.[83] Sea a partir de Marsella o de Etruria, desde mediados del s. VII el vino y los productos de cultura material con él asociados, fundamentalmente vajilla metálica y cerámica, se convirtieron en el principal producto de intercambio con las sociedades jerarquizadas de la Europa 'hallstática'.[84] Sin embargo, el término 'helenización' encuentra cada vez más resistencia entre los arqueólogos como sistema de explicativo unidireccional en términos de 'superioridad cultural' definida más o menos explícitamente.[85]
 

Planta de la casa de Los Nietos (Murcia) donde se halló un lote de cráteras griegas, probablemente para su distribución al interior. Primera mitad del s. IV a.C. Según C. García Cano.

Planta de la casa de Los Nietos (Murcia) donde se halló un lote de cráteras griegas, probablemente para su distribución al interior. Primera mitad del s. IV a.C. Según C. García Cano.

Para Dietler, la aceptación de un nuevo producto como el vino -y quizá de formas sociales modificadas de consumo- se produciría sólo en función de la posibilidad de su utilización por grupos en el cuadro de instituciones sociales preexistentes. Puesto que en las tumbas hallstáticas principescas como Hochdorf (FIG.6) o Vix (FIG. 7) hallamos depositados los elementos característicos de un banquete aristocrático, y más aún, la versión griega de estos elementos (cratera gigante de Vix por ejemplo), los arqueólogos franceses y alemanes se han hecho la misma pregunta que se hacen en España los especialistas del mundo ibérico, esto es, si los Celtas tomaron formas de comportamiento junto con los elementos de cultura material, o si sus prácticas propias eran tales que pudieron asimilar y adaptar a sus usos, sin transformaciones sustanciales, las aportaciones materiales mediterráneas.[86]En general, aunque no unanimemente, parece que la balanza se inclina por la segunda opción (P. Brun, B. Bouloumié, M.Dietler).[87] En este sentido, no parece que ni siquiera servicios griegos de vino tan espectaculares como el del enterramiento de Vix, fueran prueba de la existencia de symposia griegos, entre otras cosas porque nos hallamos ante la tumba de una mujer.[88] Además, todo indica que, como cuenta con desaprobación Diodoro, el vino no se mezclaba con agua.[89]

M. Dietler ha planteado un modelo de empleo del vino[90] que parte de la distinción de dos grandes áreas: la Europa centro-occidental y la cuenca del Ródano. En la primera de estas áreas llama la atención la escasez de ánforas, frente a la presencia de recipientes de lujo metálicos, lo que en su modelo indicaría que, más que grandes cantidades de vino, llegaría a los centros principescos del interior una cantidad muy limitada que sería empleada como signo de distinción social, sobre todo mediante el uso de crateras y vasos metálicos más que por una extensión de uso del vino. Es un signo indicativo el que muchos de estos productos, lejos de haber sido redistribuidos por los príncipes hallstáticos en el ámbito céltico, parecen sufrir una extrema concentración.[91] Veremos que este panorama se asemeja al de época tartésica y se aleja del de época ibérica plena, debido a la producción local de vino en Iberia.
Si, como se ha demostrado, el príncipe de Hochdorf se enterró con un dinos lleno de 400 litros de hidromiel[92] y no de vino, parece claro que fue el exotismo del continente (vasijas) más que las instituciones que en origen reflejan lo que atrajo a los príncipes europeos. El vino no sería en esta zona sino una adición exótica al repertorio de bebidas indígenas, importante sobre todo por su carácter diferenciador social.
En cambio, en las zonas de la cuenca del Ródano, más cercanas al área de Marsella, el cuadro es diferente, debido a la presencia de grandes cantidades de ánforas vinarias griegas y la escasez de vasos de lujo metálicos. En tal caso el vino pudo, en el esquema de Dietler, no ser usado como bebida simbólica escasa y por tanto muestra de status, sino en un contexto de uso más extendido en fiestas de mérito y de hospitalidad con creación de obligaciones.[93]
Este panorama bipolar por áreas geográficas es sin embargo discutido. Bouolumié por ejemplo[94] considera que en las tumbas principescas del interior europeo cabe distinguir dos categorías: aquellas que contienen algunos elementos de bebida, y que considera de segundo rango; y aquellas, como Hochdorf, Vix, Römerhügel y otras, que contienen juegos completos de vajilla, que no duda en calificar de "tumbas reales". Para este autor, estas vajillas
completas de vino se habrían usado en vida de los príncipes[95] no sólo para comidas entre pares con valor simbólico de expresión de status, como quiere Dietler, sino también para banquetes jerárquicos con asistencia de inferiores en rango.
Cuando comenzamos a contar con referencias literarias "etnográficas" de los autores grecorromanos, hallamos referencias a banquetes jerárquicos ritualizados en los que la bebida se consumía de acuerdo a normas establecidas, se comía carne a dos manos y se asistía a ellos armado, lo que provocaba a veces verdaderos duelos.[96] Es decir, un panorama que no desentona con los datos arqueológicos. Por otro lado, las fuentes son ambivalentes sobre la actitud de los galos ante el vino: si Livio se atreve a decir que los Celtas habían invadido la Cisalpina para conseguir vides,[97] y Diodoro[98] alude a que es bebida apreciada entre los galos que se bebe sin mezclar hasta la ofuscación, y que alcanza precios elevadísimos,[99] César y otros autores proporcionan noticias sobre la prohibición del vino -no del alcohol- debido a su supuesto efecto afeminador (o quizá debiéramos leer 'civilizador').[100]
 
Espacio ritualizado en el castro de Capote (Badajoz), donde poco antes de la destrucción del poblado se celebró un banquete al que asstirían también, desde la calle, cientos de personas.s. II a.C. Según L. Berrocal.

Espacio ritualizado en el castro de Capote (Badajoz), donde poco antes de la destrucción del poblado se celebró un banquete al que asistirían también, desde la calle, cientos de personas.s. II a.C. Según L. Berrocal.

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No pretendemos emplear los datos recogidos hasta aquí para proponer una influencia entre cualquiera de las culturas citadas y la Ibérica, en un modelo de difusionismo cultural.
Por el contrario, estos datos nos permiten proponer tres ideas: En primer lugar, que en el ámbito circunmediterráneo, desde la Edad del Bronce si no antes, la comida y bebida de alcohol en común era una institución generalizada que adoptó formas diferentes en cada cultura, aunque se produjeron interrelaciones entre las diferentes áreas. En segundo, que si la costumbre de beber en común existía entre los Iberos como acto social y cultural (y enseguida veremos por qué creemos que eso es así), no hay forma de seleccionar un origen fenicio, griego o celta para dicha institución. En tercer lugar, que es mucho más realista pensar en términos de convergencia cultural que de difusión, y por tanto, que es mucho más probable que incluso antes de la llegada de los primeros colonos fenicios o griegos los pueblos indígenas del Bronce Final hubieran adoptado la costumbre de comidas en común en diversos contextos, y probablemente el uso de sustancias psicotrópicas y de bebidas alcohólicas.
La introducción del vino y de determinados recipientes para beber probablemente añadió o modificó detalles. Queda por ver si junto con estos recipientes y contenidos se produjo en algún momento, por influencia semita o helena, una alteración sustancial de las costumbres originales de bebida en común entre grupos aristocráticos, remodelando las instituciones en un sentido concreto, que permita, por ejemplo, hablar de proceso de helenización: nos referimos a la mezcla del vino con agua, a la postura reclinada, a la ausencia de mujeres e hijas y a la separación del banquete propiamente dicho.
 
II.- EL VINO EN IBERIA: LOS DATOS (ss.V-II a.C.).
 
En realidad es muy poco lo que sabemos de cierto sobre el vino en la Cultura Ibérica: poco en materia de datos concretos, de modo que las consideraciones de carácter social que pueden proponerse son todavía en cierto modo especulativas. Es sin embargo lícito plantear diferentes hipótesis de trabajo para contrastarlas con los datos existentes y poder así falsarlas o confirmarlas, o, en su caso, para poder saber qué información es importante buscar en el trabajo de campo o de gabinete, y qué comparaciones culturales son lícitas y cuales pueden ser engañosas.
En las páginas que siguen nos centraremos en el área Ibérica del Sureste y Alta Andalucía, con ocasionales referencias a otros puntos como Cancho Roano. No se aborda el estudio del mundo colonial púnico del sur ni el griego del Nordeste, como tampoco el del área todavía confusa de la Baja Andalucía, que presenta en todo un comportamiento diferente al de la Alta Andalucía, como por ejemplo han mostrado para cerámica ibérica los estudios de J. Pereira, o los de C. Sánchez y P. Cabrera para la cerámica importada, aparte del hecho evidente de la escasez de necrópolis en la Baja Andalucía, que desequilibra radicalmente los elementos disponibles de análisis.
 
II.A.-La introducción del vino en Iberia. El Periodo Orientalizante. Rutas de comercio.
 
No nos entretendremos aquí en estos aspectos que son estudiados con más autoridad que la nuestra por otros participantes en esta Reunión. Recordaremos sólo que durante el s. VI a.C. hay evidencia de que los Iberos ya producían vino, y que desde entonces su cultivo y consumo fueron extendiéndose[101]. El proceso por el que el vino y su uso se pudo introducir en Tartessos a través de Huelva, Cádiz y otros lugares está siendo muy estudiado,[102]pero se sale de los límites temporales y temáticos de nuestro estudio, al igual que la cuestión fundamental de las rutas de comercio y sus mecanismos.[103]
 
II.B.-Fuentes literarias.
 
Para el periodo que nos interesa, entre el s. V y el II a.C., las fuentes literarias referentes a la viticultura o el consumo de vino en Iberia son casi inexistentes. Sólo podemos, en la práctica, extrapolar a partir de lo que sabemos para época romana, sobre todo la Hispania imperial, ejercicio siempre peligroso.[104] De estas fuentes se deduce que la franja meridional y levantina de Hispania producía en el Alto Imperio una cantidad respetable de vino de calidad adecuada, en especial en la Bética y en la zona de Tarraco y las Baleares. Sin embargo, poco o nada puede extraerse referido al periodo y tema que nos interesa ahora, puesto que la mayoría de las referencias son de técnica de cultivo. En la práctica, hemos de ceñirnos a los datos citados al comienzo de este trabajo y a poco más. Quizá los textos más interesantes sean los de Platón y Estrabón, y sobre ellos volveremos.
En cambio, algo más puede extraerse de las fuentes referidas a los pueblos del interior de la Península y Baleares. Aunque no podamos extrapolar directamente, quizá lo que nos cuentan pueda darnos una idea de como funcionaba el consumo del vino en las zonas ibéricas. Las fuentes nos dicen que las bebidas alcohólicas por excelencia en el interior eran variedades de cerveza,[105] cuyo consumo era el habitual incluso en ceremonias de personajes importantes, como en las bodas de Viriato -donde era el rico Astolpas el anfitrión que había de mostrar magnificencia.[106] Sin embargo, cuando había vino disponible, lo que siempre se agradecía,[107] se consumía en fiestas familiares características por su barbarie: los comensales comían y bebían sentados -aparentemente sin distinguir entre deipnon y symposion-, en bancos de pared por orden jerárquico. No sólo en ocasiones alegres bebían alcohol los lusitanos, cántabros o celtíberos: en uno de sus últimos y desesperados ataques contra Escipión, los numantinos bebieron grandes cantidades de cerveza de trigo;[108] el mismo episodio es narrado por Floro en tono de banquete sacrificial.[109]
 

Acumulación de vasos áticos para bebida en el ajuar de la tumba 200 de El Cigarralejo (Murcia). Principios del s. IV a.C. Museo de Mula. Según E. Cuadrado.

Acumulación de vasos áticos para bebida en el ajuar de la tumba 200 de El Cigarralejo (Murcia). Principios del s. IV a.C. Museo de Mula. Según E. Cuadrado.

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II.C.- Vino en Iberia: recientes trabajos arqueológicos.

Una serie de recientes excavaciones arqueológicas, algunas de ellas todavía en curso, ha venido a revolucionar nuestro conocimiento sobre la producción y consumo de vino en época ibérica. Ya se ha citado el caso de Aldovesta,[110] que documenta en el s. VII a.C. la introducción del vino a través del comercio fenicio en Levante, así como la producción de imitaciones de ánforas R1 en La Peña Negra de Crevillente, y son bien conocidas desde hace años las importaciones de vajilla griega asociada con el consumo del vino en Tartessos. Lo que en los últimos años se está añadiendo es documentación sobre la producción, distribución y uso del vino en la Cultura Ibérica, sobre todo en el Sureste.
En primer lugar debe citarse el caso del yacimiento fortificado del Alto de Benimaquía[111] (Alicante). Aunque fue objeto de excavaciones ya publicadas en 1962, son las campañas realizadas entre 1989 y 1993 las que han permitido conocer sus características y función económica. Como el yacimiento es descrito in extenso en este mismo volumen por sus excavadores, nos limitaremos a decir que se trata de un pequeño recinto de media Ha., en alto y bien fortificado, que domina la costa pero también una zona cultivable apta para el viñedo. Se fecha entre el 625 y 550 a.C. Aquí nos interesa que, junto a otras estancias, se han identificado al menos cuatro lagares, en los que se han hallado además ánforas R-1 e imitaciones locales de las mismas (lo que refuerza su interpretación como ánforas vinarias) y varios miles de pepitas de vitis vinifera. En conjunto, el yacimiento constituye prueba de la más antigua producción de vino en Iberia en manos de jefes indígenas que controlaban, protegían y distribuían su propia producción ya a principios del s. VI a.C. Las únicas producciones importadas son fenicias, lo que es indicio del ambiente cultural predominante en este momento formativo de la Cultura Ibérica, y del interés fenicio por el metal local.
Un cuadro similar y a la vez profundamente distinto nos lo proporcionan los recientes trabajos en el poblado de La Quéjola (San Pedro, Albacete).[112] En este caso nos hallamos de nuevo ante un recinto fortificado y en alto, de algo menos de una hectárea de extensión. La estructura interna del poblado, como en Benimaquía, aparece bien estructurada y planificada ex novo, con hileras de casas apoyadas en la cara interior de la muralla y calles a lo largo del eje mayor. Aunque la parte Oeste del yacimiento se ha perdido por erosión, debía ser bastante simétrica respecto a la zona Este, la excavada.[113] En dicha mitad se han identificado 16 departamentos, agrupados en ocho casas, de las que las siete primeras se configuran como una sola alineación. De ellas, tres se han identificado como almacenes de ánforas vinarias de un tipo local derivado del R-1, y otras dos se han clasificado como de tipo "industrial", mientras que la casa 2 parece tener un carácter sacro. Es posible que el origen del poblado se remonte al s. VI a.C., fecha del timiaterio de bronce hallado en el espacio sacro citado; y que perdurara hasta fines del s. V, según las copas Cástulo que aparecen apiladas en número de cinco en dicha casa y por unidades en los almacenes.[114]
Este yacimiento resulta hipotéticamente ser, si la parte Oeste era como parece (casa 8) de estructura similar a la Este, un centro fortificado pequeño de almacenamiento -y quizá de producción- de vino,[115] además de distribuidor, dada la capacidad de almacenamiento detectada[116] y su ubicación junto a la Vía Heraclea.[117] En todo esto La Quéjola se parece al yacimiento más antiguo de Benimaquía. Sin embargo, hay dos rasgos diferenciadores de importancia: la Quéjola se encuentra ya muy al interior, no en la costa; y los materiales de importación documentados remiten al ambiente griego y no al semita -el timiaterio es claramente muy anterior a la fecha de las copas Cástulo, y por tanto una pieza de lujo perdurable.[118] Por otro lado, a nuestro juicio la presencia de una copa en cada almacén permite asociar estos materiales griegos a la cata del vino en un contexto de poblado, dato que es significativo dado que la mayoría de nuestros datos sobre el consumo de vino en época ibérica son de ámbito funerario.
Los datos que proporcionan la Quéjola y Benimaquía quedan completados en el ámbito funerario por los de la necrópolis de Los Villares en Albacete.[119] En ella se han documentado dos depósitos -no ajuares- de material quemado, fundamentalmente cerámica ática, sobre cuya interpretación hablaremos más adelante (Apdo. III.B). Ambos se fechan en torno a fines del s. V a.C., y ambos contienen las mismas categorías de materiales: joyería aurea, cajas de madera con apliques de marfil de procedencia etrusca, y sobre todo cerámica ática, en particular copas para beber vino.[120] El primero de los depósitos, hallado en 1983 y denominado originalmente como Tumba 25, contenía hasta 30 vasos griegos quemados in situ, entre ellos numerosos bolsales y algunos cantaros de Saint Valentin y escifos, quemados y fragmentados, además de placas de marfil, punzones de hueso, aribalos de pasta vítrea, un escarabeo púnico, cuentas de oro, etc.[121] El segundo, bajo la tumba 20 (con señalización exterior en forma de escultura de jinete[122]) y por tanto asociado con ella, contenía hasta 53 vasos áticos,[123] entre ellos un lote de diez cántaros de Saint Valentin[124] y tres choes áticas.[125] Además, incluía piezas de oro y bronce, aribalos para perfume y cuentas de collar de pasta vítrea, cerámica indígena y cajas de madera y marfil etruscas con decoración figurada.[126] Uno de estos marfiles contiene la única escena que conocemos de un simposiasta reclinado en contexto ibérico.[127]Aparentemente, y salvo una muela de bóvido en el primer depósito, no había huesos animales quemados. Todo este material se quemó in situ en un hoyo ovalado que luego fue cubierto por adobes y finalmente por el propio túmulo de la Sep. 20.[128]
 
Imitaciones ibéricas de cráteras áticas de columnas halladas en Andalucía. Según J. Pereira y C. Sánchez.

 

Imitaciones ibéricas de cráteras áticas de columnas halladas en Andalucía. Según J. Pereira y C. Sánchez.

Escena de simposio (simplificada con un sólo lecho) en una crátera ática de campana hallada en Toya (Jaén). s. IV a.C. Museo de Jaén. Se­gún C. Sánchez.

Escena de simposio (simplificada con un sólo lecho) en una crátera ática de campana hallada en Toya (Jaén). s. IV a.C. Museo de Jaén. Se­gún C. Sánchez.

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Por último, en la fase III de la necrópolis (c. 400-375 a.C.) se generalizan las copas Cástulo y escifos, entre otros vasos griegos, en las tumbas.[129]
Los rasgos más interesantes de los dos depósitos citados, aparte su carácter de lotes en contextos cerrados, son la asociación de la mayoría de sus componentes cerámicos al vino -con la significativa ausencia de de ánforas-, la aparición de otros elementos de lujo, y la cremación de los conjuntos. Es evidente que nos hallamos ante un tipo de ritual cuyo carácter preciso ¿depósito de ofrendas?, ¿libaciones?, ¿banquete funeral? no podemos precisar (v. infra.Apdo. III.B.).
Estos depósitos de materiales quemados no son únicos en el mundo ibérico, aunque sí son los más cuidadosamente documentados. Probablemente el llamado "ustrinum" de la necrópolis de Baza[130] tuviera características semejantes, así como, en parte, el silicerium de El Molar (Alicante).[131] De hecho, ya hemos propuesto en otro lugar que muchos de los materiales hallados "fuera de tumba" o "de acarreo" en excavaciones antiguas pueden proceder de ritos post-deposicionales de ofrendas y libaciones que tendrían un reflejo escaso en lo que se refiere a la creación de estructuras detectables.[132] Sólo excavaciones minuciosas pueden localizar concentraciones de materiales estrellados, si acaso, contra una capa de arcilla.
Los recientes trabajos en el poblado ibérico de la Loma de El Escorial (Los Nietos, Cartagena),[133] permitieron descubrir en la campaña de 1990 una estancia (FIG. 8) dedicada al almacenamiento de grandes recipientes, entre los que se encuentran ánforas ibéricas, púnicas y quiotas, y un lote de ocho crateras de campana de figuras rojas, de las que al menos cuatro forman un lote del mismo taller. El conjunto se fecha en la primera mitad del s. IV a.C. No cabe duda de que este almacén, casi a pie de playa del mar Menor, es un primer paso en la distribución de productos importados, en este caso el lote de crateras.[134] Teniendo en cuenta que en la cercana necrópolis de Los Nietos escasean los fragmentos de FR, cabe pensar que la distribución prevista sería interior. No podemos saber si estos vasos estaban pensados para un uso exclusivamente como urnas cinerarias o si iban a tener un uso en banquetes o fiestas entre los vivos. La aparición de varias ánforas importadas en la misma estancia, nos hace pensar que es posible que el uso vinario de estas crateras fuera conocido y apreciado por los destinatarios de las mismas, aunque con seguridad no en el contexto original para el que fueron diseñadas (mezclar vino y agua en un symposion).
Es también interesante el hallazgo de un numeroso lote (más de 470 piezas) de ánforas en el pecio de El Sec (Mallorca), de c. 375-350 a.C., conocido desde los años sesenta aunque su publicación no se ha realizado hasta fines de los ochenta.[135]La presencia de una amplia variedad de ánforas samias, corintias, greco-itálicas, quiotas, púnicas etc. es indicio de que, pese a la escasez de ánforas griegas importadas en el mundo ibérico a partir del s. V a.C., llegaban a Iberia cantidades reducidas de aceites y vinos importados, que como se verá más adelante pueden ser interpretados como productos de lujo distintos a las producciones de vino locales, y como tales, símbolos de status. Dicho cargamento iba acompañado de un amplio lote de vasos de figuras rojas y barniz negro, la mayoría asociadas al servicio de bebida (crateras, copas, etc.).
Aunque fuera de la órbita estrictamente ibérica, el caso del yacimiento de Cancho Roano (Badajoz) resulta también significativo.[136] En el complejo palaciego-santuarial se han hallado entre 80-100 ánforas pertenecientes a la última fase de del palacio "A" y su amortización en torno a fines del s. V a.C.[137] Se trata de formas que derivan claramente de las antiguas R-1 fenicias, mantenidas incluso durante siglos.[138] Teniendo en cuenta que parte de ellas estaban llenas de áridos (cereales, almendras, etc.)[139] el número de ánforas que en un momento dado estaban llenas del líquido original (¿vino?, ¿aceite?[140]) no era excesivamente grande, debiendo bastar para autoconsumo del complejo y quizá para grandes ceremonias o banquetes en que participaran grupos; pero no da la impresión por ahora de que Cancho Roano fuera un centro distribuidor de vino y/o aceite a gran escala, sino, como decimos, un lugar de redistribución limitada en forma de banquetes ceremoniales.
La cerámica griega correspondiente a la última fase de utilización del complejo, hacia fines del s. V a.C. tiene un repertorio ya habitual, compuesto sobre todo de vasos para beber, cílicas y escifos fundamentalmente.[141] Su gran número, en torno a 300 piezas, ha llamado la atención, y se ha propuesto una función redistribuidora a partir del yacimiento.[142] Es posible, pero también lo es que estas copas, propiedad de los señores de Cancho Roano, se emplearan en ceremoniales colectivos en el propio complejo. En las estancias excavadas del sector Norte se han hallado numerosos jarros y braseros de bronce[143] así como asadores/espetones que nos remiten de nuevo a ceremoniales en los que bebida y comida tendrían un papel importante en forma de sacrificios y/o banquetes sacrificiales.[144] La existencia de 'fiestas de mérito' más profanas es probable aunque hipotética, y deriva en buena medida del peso 'palacial' que demos al complejo sobre el 'santuarial'. Tampoco es en sentido estricto necesario que fuera el vino la bebida empleada generalmente en estas ceremonias,[145] puesto que la cerveza es un buen candidato. La cebada y el trigo documentados en muchas de las ánforas del sector norte podría ser la materia prima para esta bebida, sobre todo si recordamos que se han hallado restos de cebada incluso en recipientes de bronce.[146]
Queremos también traer a colación las excavaciones realizadas en los últimos años en el castro céltico -no ibérico aunque con algunos elementos ibéricos e iberizantes- de Capote,[147] en el sur de la provincia de Badajoz. En el centro del poblado se ha documentado un espacio, verdadero punto focal en el castro, abierto a una de las calles, con restos de una serie de estructuras y materiales que su excavador asocia a la celebración de un banquete en el que podrían participar, sentadas en bancos corridos, unas veinte personas (FIG. 9). Sin embargo, dicho espacio está abierto a un espacio público que podría dar cabida a unas doscientas personas.[148] Hay datos -huesos, vajilla- que indican que este espacio se empleó para un banquete ritual en que se consumió carne -con seguridad- y probablemente bebidas alcohólicas, posiblemente cerveza. El excavador da por seguro que el banquete documentado sería un acto colectivo-se sacrificarían hasta 24 animales- en el que participarían la totalidad de adultos del poblado, dirigidos por los notables sentados en el espacio reservado.[149] L. Berrocal va más allá al considerar que este banquete pudo celebrarse por una circunstancia muy excepcional, quizá el asedio y el asalto al poblado por los romanos.[150]
Por último, conviene insistir en que el vino no era la única bebida alcohólica consumida por los iberos. Posiblemente ya antes de la llegada del vino los iberos fabricaban diferentes tipos de cerveza, y una serie de estructuras industriales excavadas en el poblado de El Amarejo, en Albacete,[151] puede indicar que en el s. III a.C. la cerveza, no dependiente como el vino de la estacionalidad, era una bebida sumamente importante, y quizá más accesible que el vino para el conjunto de la población.
 

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II.D.- Vajilla griega importada asociada -en origen- al consumo de vino.

Estos materiales han sido estudiados sobre todo por P. Cabrera y C. Sánchez. A partir de principios del s. V a.C.[152] la producción indígena de vino estaba ya establecida, aunque seguía acompañada de un número de importaciones anfóricas menor que en el s. VI a.C.[153]En realidad, durante el s. V hay un cierto descenso de importaciones, tanto de ánforas como de servicios de bebida, fenómeno que perdura hasta mediados/finales de dicho siglo. Desde esta época el patrón de importaciones cerámicas griegas es diferente al de época arcaica: se trata en Andalucía de grupos muy homogéneos de crateras, cántaros de Saint Valentin, copas Cástulo y de Clase Delicada y ánforas corintias sobre todo.[154] En el Sureste la zona costera presenta una mayor variedad dentro de la escasez de material,[155] pero en el área de Albacete de nuevo encontramos lotes homogéneos entre los que destacan cantaros de Saint Valentin. Estos vasos se distribuyen sobre todo por las áreas costeras y por las vías de penetración hasta el interior: desde Villaricos hacia Baza y Cástulo, y desde Alicante por el Segura hacia la Via Heraclea y finalmente hacia Cástulo de nuevo y desde esta zona hacia Sisapo. Otra ruta podría partir de la zona onubense/gaditana hacia Extremadura.[156]
Durante el siglo IV a.C., tras un aparente descenso en el primer cuarto de siglo[157] volvemos a encontrar, ahora masivamente, cerámicas áticas de barniz negro y figuras rojas, fundamentalmente crateras de campana, cilicas de FR, bolsales, cantaros y pateras de borde vuelto, es decir, recipientes asociados en teoría y en principio a la bebida (crateras) y sin duda a la bebida (copas). Se aprecian con todo variaciones por zonas: por ejemplo, en el Sureste abundan los cantaros de barniz negro, que sin embargo escasean en la Alta Andalucía. Es en los yacimientos costeros donde se registra una mayor variedad formal, aparte del caso excepcional de Castulo.[158] Un rasgo común en los yacimientos es que nos hallamos ante un comercio 'por lotes' tanto en la Alta Andalucía[159] (Toya, Castellones de Ceal) como en el Sureste (Cigarralejo, poblado de Los Nietos) (FIG. 10). En la zona ampuritana, lógicamente, la variedad formal es mucho mayor, con formas que no se documentan en el resto de la Península.[160] Determinadas formas, como las copas del grupo de Viena 116 -especialmente abundantes en Andalucía oriental pero también en el Sureste- parecen ser producciones destinadas desde el origen para su comercialización en el lejano occidente Mediterráneo.[161]
Los vasos griegos distribuidos en Iberia -fuera de la zona ampuritana- son fundamentalmente formas abiertas para beber, mientras que escasean, al contrario que en el s. VI, los contenedores[162] y la vajilla para comer.[163] Todo indica que estos vasos se comercializaban por sí mismos, sin ser simplemente 'space fillers'.[164] Si llegaba algo de vino o aceite, era en proporción mucho menor que en época arcaica, posiblemente debido a que la producción local cubría las necesidades. Hay una clara tendencia a la acumulación de vasos áticos en el ritual funerario, no a la selección de unos pocos vasos cualitativamente diferentes. Sólo las crateras de Figuras Rojas destacan por su tamaño y su concentración en un número reducido de tumbas, sobre todo en la Alta Andalucía. Un rasgo a destacar es que incluso en la 'vajilla' elemental para la bebida falta en Iberia uno de los elementos griegos más habituales, el enócoe.[165]
Si el comercio púnico fuera el responsable de muchas o algunas de estas importaciones,[166] devaluando en cierto modo el papel de Ampurias que con todo parece fundamental,[167] la significación cultural que deban tener estos vasos no tendría que verse afectada sustancialmente, dada la vieja tradición vinaria del mundo semita (v. supra Apdo. I.B) y el grado de influencia helénica en el propio mundo púnico.[168]
No puede olvidarse, por último, el fenómeno de las imitaciones (FIG. 11), cuyos ejemplos más espectaculares son las cráteras de columnas y sobre todo de campana.[169] Estos vasos están de nuevo, y en teoría, asociados a la bebida, pero se utilizaron sistemáticamente -como muchos de los originales griegos importados- como urnas cinerarias, aunque algún autor[170] haya sostenido que estas imitaciones se usarían para mezclar vino y agua, algo que nos parece improbable. Ello no significa negar que se emplearan para contener vino puro en contextos de bebida y banquete. Sobre una posible interpretación de la llamada 'cratera del desfile militar' del Cigarralejo y las lebetas de Lliria hablaremos más adelante (Apdo. III.C.).

Anfora, posiblemente vinaria, procedente del palacio-santuario de Cancho Roano (Badajoz). Espacio N-6. s. V a.C. Museo de Badajoz. Según S. Celestino y F.J. Jiménez Avila.

Anfora, posiblemente vinaria, procedente del palacio-santuario de Cancho Roano (Badajoz). Espacio N-6. s. V a.C. Museo de Badajoz. Según S. Celestino y F.J. Jiménez Avila.

Junto con las formas de los vasos, debe tenerse en cuenta la iconografía de las escenas que en ellos aparecen. No trataremos aquí las escenas de las copas, ajenas al mundo del vino.[171] Por lo que se refiere a las crateras, en su mayoría, se trata de escenas dionisiacas y de banquete (FIG. 12), ambas relacionadas en origen con el mundo del vino y también con el ambiente funerario.[172] En el Apdo. III.B. volveremos sobre la cuestión.

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III.-ALGUNOS INTERROGANTES CULTURALES.

Los datos que hemos analizado hasta ahora, arqueológicos y documentales, nos permiten afirmar que los Iberos y Celtíberos consumían cerveza, y, cuando podían permitírselo (más los Iberos que los pueblos del interior), vino, al igual que hemos visto en el ámbito céltico (Estrabón). También que, a diferencia del ámbito centroeuropeo, las cantidades de vino disponible podían ser grandes ya desde época antigua (s. VI a.C.) gracias a la producción local (Benimaquía, la Quéjola). Sabemos también que la bebida se asociaba a banquetes en contextos ritualizados (Cancho Roano), especialmente en situaciones excepcionales (por ejemplo, de guerra, Numancia y Capote), y que el vino se consumía, libaba o ambas cosas en los funerales (Los Villares). Por último, sabemos que se conocía e importaba buena parte de la vajilla estándar griega especializada para la bebida de vino, aunque faltan recipientes importantes como los enócoes, y que es posible que los Iberos interpretaran la iconografía de estos vasos en un sentido paralelo al original, aunque esto no es seguro. En cambio, no se importó apenas la vajilla asociada a la comida, de modo que no cabe hablar de comidas al modo griego.

Lo que no sabemos es si las cráteras se emplearon alguna vez para mezclar vino y agua -los datos apuntan a que no-, si el banquete y la bebida estaban formalmente separados, y si los comensales se reclinaban. A todo ello la respuesta es por ahora negativa. En consecuencia, en el estado actual de nuestros conocimientos es difícil que podamos hablar en la Cultura Ibérica ni de comida ni de symposion orientado al placer[173] de tipo clásico, con sus connotaciones de helenización. Ciertamente que los Iberos consumían vino, y que posiblemente lo hacían en contextos (funerarios, banquetes aristocráticos, rituales o militares) que un griego podría reconocer como tales en su forma bárbara; cierto que podían utilizar al menos parte de la vajilla griega apropiada para estos usos, pero no creemos que en la secuencia y formas helenas. Si, como se ha dicho,[174] el symposion y sus elementos son un elemento-traza para calibrar el impacto de la cultura griega en otras del Mediterráneo, en el caso de la Cultura Ibérica desde principios del s. V a.C. parece que éste no fue especialmente profundo.[175] Si nos limitamos al ámbito funerario, las discrepancias de ritual, y sobre todo de composición de los ajuares -que en el mundo ibérico de los ss. V-III a.C. expresan rango mediante acumulación- son tales que impiden hablar en principio de 'helenización' aunque en partes de ese ritual se empleen vasos griegos importados.[176]Sólo en Ampurias y -quizá- en Ullastret es posible hablar de un andron y de symposia al estilo griego.[177]

Si bien no podemos hablar, ni en sentido estricto, ni siquiera en el lato, de symposion ibérico, quedan por discutir tres cuestiones:

a.-qué patrón de consumo del vino es discernible entonces en los usos de la cultura ibérica (Apdo.III.A).

b.-si en el contexto del ritual funerario o del sacrificio ritual -que como se ha visto son diferentes al symposion- podemos hallar rasgos de comportamiento detectables arqueológicamente en torno a las libaciones, ofrendas y banquetes funerarios, que podamos reconocer como 'helenizantes', o si más bien debemos hablar de fenómenos en paralelo, uno -el ibero- influido solo superficialmente por el otro -griego o semita- (Apdo. III.B.).
c.-si cabría hablar de una comensalidad de 'feast of merit' jerárquica con connotaciones militares o de su evolución en una comida cotidiana de los hombres en edad militar[178] (Apdo. III.C.).
 
III.A.-Banquetes, aristócratas y vinos. Un modelo de consumo y uso social entre los Iberos.
 
El caso ibérico se asemeja al etrusco sólo en la temprana producción local de vino, pero no en la adopción profunda de elementos culturales helenos. Nada impediría que fueran orientales -semitas- los rasgos originarios del banquete orientalizante en Iberia, documentado en las tumbas principescas, o en su versión mitológica en los relieves del monumento de Pozo Moro, aunque nos parecen probables unas raíces indígenas aún anteriores. Sin embargo,una vía especialmente productiva es la comparación con el caso de los pueblos célticos. Si ensayamos una aplicación, no mecánica sino flexible, a los datos ibéricos conocidos del modelo propuesto por Dietler (v. supra, Apdo. I.D.), podemos proponer que, en una primera fase tartésica y pre-ibérica, el vino tendría una función de bebida distintiva de élites aristocráticas o de una posible monarquía, con escasez de producto -proporcionado por los fenicios y/o griegos- y presencia de vajilla de lujo.[179] No desarrollaremos este periodo aquí, porque se sale de nuestro marco cronológico, pero los datos de Huelva -tanto La Joya como otras excavaciones- apuntan claramente en este sentido. Posiblemente el enterramiento de Pozo Moro (c. 500 a.C.), con su juego individual de vino y perfume -similar a algunos ajuares e imágenes etruscas-[180] marcaría el final de este periodo.

Imitación de crátera de campana con escena de desfile o procesión militar al son de la música. Necrópolis de El Cigarralejo (Murcia). Fuera de tumba. Fecha incierta. Museo de Mula. Según E. Cuadrado.

 

Imitación de crátera de campana con escena de desfile o procesión militar al son de la música. Necrópolis de El Cigarralejo (Murcia). Fuera de tumba. Fecha incierta. Museo de Mula. Según E. Cuadrado.


Imitación de crátera de campana con escena de desfile o procesión militar al son de la música. Necrópolis de El Cigarralejo (Murcia). Fuera de tumba. ­Fe­cha incierta. Museo de Mula. Según E. Cuadrado.

 

Imitación de crátera de campana con escena de desfile o procesión militar al son de la música. Necrópolis de El Cigarralejo (Murcia). Fuera de tumba. ­Fe­cha incierta. Museo de Mula. Según E. Cuadrado.

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En una segunda fase, a partir de principios del s. V, parece aplicable un esquema similar al modelo 'Ródano' de Dietler, esto es, un uso más extendido del vino (probado y facilitado por la producción local y por la presencia abundante de ánforas en zonas del interior), utilizado como medio de cohesión social en torno a grupos dirigentes que regularían su distribución en funerales, 'fiestas de mérito' u ocasiones similares, generando una deuda ante la imposibilidad de reciprocidad por parte de los invitados a tales fiestas, que deberían entonces contribuir en forma de trabajo o prestaciones militares. Esto no significa que toda la población tuviera acceso diario al vino: los datos de la Qúéjola, con una fortificación protegiendo un centro de almacenamiento de vino, parecen indicar un estrecho control de este producto por parte de la aristocracia. El caso de Cancho Roano parece responder a un modelo similar.
Este modelo de consumo evolucionaría a partir de fines del s. V dentro de una sociedad ibérica en la que las diferencias de status no se marcan ya por un estilo de vida sustancialmente diferente entre los grupos sociales, ni por unos funerales sustancialmente diferentes, (como lo fueron antes dentro del concepto de monarquías orientales sacras defendido por Almagro Gorbea) sino que, como hemos mostrado para el s. IVa.C.,[181]fundamentalmente se distancian mediante la acumulación, la ostentación de armas y la capacidad de redistribución. El caso de la necrópolis de Los Villares, con la acumulación de vasos griegos en dos tumbas distintivas del s. V a.C., puede ser transicional entre las dos subfases dentro de este modelo de uso del vino -y de sociedad: [182] el ritual muestra una complejidad aparentemente mayor al de otras tumbas, pero no hay una exclusividad evidente de elementos de cultura material como podía haberla, por ejemplo, en las tumbas principescas de La Joya, y no es fácil precisar el carácter del grupo -relativamente reducido- de asistentes a la ceremonia funeral en la que se depositaron los vasos áticos. A partir de principios del s. IV a.C. ya no hay duda: la jerarquía se expresa sobre todo por acumulación, no por cualidad.[183]
El fenómeno de extensión en el uso del vino, a partir de unos comienzos claramente exclusivistas, principescos o incluso monárquicos, evolucionaría ligado a la producción local hacia un modelo de redistribución por grupos aristocráticos hacia colectivos de hombres libres guerreros, según indican los ajuares de las necrópolis del s. IV a.C.
Las virtudes sociales del vino hacen que sea muy adecuado para su bebida en contextos con un contenido ceremonial, y en momentos como funerales de personajes de cierto rango, o, incluso, en cualquier funeral de un miembro libre de la comunidad. En todo caso, los indicios son de que si su consumo llegó a extenderse más allá de los grupos más poderosos, hasta los grupos de guerreros libres, en época ibérica el vino no llegaría a tener la difusión que alcanzó en época romana, aunque los caldos locales pudieron llegar a abastecer en determinadas ocasiones al conjunto de la población.
Parece pues a nuestro juicio probable que el vino fuera un producto inicialmente -ss. VIII/VII a.C.- reservado a los grupos aristocráticos más altos, cualquiera que fuera la forma que éstos tomaran. También es probable que con los inicios de la producción indígena del vino, y a partir del s. V a.C., su uso fuera extendiéndose a grupos libres inferiores, quizá guerreros-campesinos, por una combinación de mayor disponibilidad del producto y de fenómenos de redistribución y de emulación,[184] aunque los procesos -relativamente complejos- de vendimia, pisado, prensado, fermentado y almacenamiento[185] debieron ser durante mucho más tiempo controlados por quienes tenían la capacidad de hacerlo. Los almacenes de Cancho Roano, y las fortificaciones de Benimaquía y de la Quéjola apuntan en este sentido. Las escasas importaciones de ánforas griegas a partir del s. V a.C. (v. supra), como las documentadas en el pecio de El Sec,[186] podrían interpretarse en este contexto como productos exquisitos destinados a la mesa de quienes, una vez extendido parcialmente el uso del vino local a capas de la población algo más extensas, mediante fiestas de mérito, banquetes funerarios, etc. quisieran así seguir manteniendo un elemento visible de distinción consumiendo vinos o aceites de importación.
No contamos con fuentes referentes al mundo ibérico propiamente dicho, pero quizá el texto ya citado de Estrabón referido al interior o norte peninsular [187] pueda darnos una idea de cuáles pudieron ser las actitudes hacia el consumo del vino comenzaba a usarse en las áreas costeras propiamente ibéricas: "Beben  zythos, y el vino, que escasea, cuando lo obtienen lo consumen en seguida derrochándolo en espléndidas comilonas familiares" (trad. A Garcia y Bellido). El vino, procedente del sur y este, donde llegó a ser abundante en época romana[188] era comprado a mercaderes,[189]como también hacían los Baleares.[190]
En todo caso, y como puede mostrar el caso de El Amarejo, el vino debía coexistir con la cerveza, bebida inferior que en todo caso era corriente incluso en circunstancias señaladas como el banquete de bodas de Viriato. Tanto llamaba la atención esto a los griegos que nuestra fuente (posiblemente Polibio) habla de 'vino de cebada".[191]
Opinamos que en Iberia, como en la mayoría de las antiguas sociedades mediterráneas,[192] el consumo del vino debió ser un acto social colectivo, y que la costumbre de beber en solitario sería desconocida. En palabras de Seltman[193]"Yet external aids are clearly required to help people to be natural and gay together and these are best obtained by song, by dance, and by drink. It must be real drink. Tea may be a boon, tomato-juice a medicine, but we need the grape for joy. Much may be done with spirits, and good beer is good food; but it is wine that maketh glad the heart of man". La acumulación de vasos de bebida en los depósitos de Los Villares, el almacenamiento masivo de vino en la Quéjola o Cancho Roano, la protegida producción de Benimaquía, son todos datos que apuntan hacia este uso colectivo.
Los paralelos etnográficos recientemente estudiados por M. Dietler,[194] así como lo que sabemos sobre el mundo griego o etrusco, indican que probablemente también en Iberia las actividades, alegres o no, que incluyeran la consumición de cerveza o vino, estarían reguladas por una serie de normas implícitas o explícitas de las que nada sabemos,[195] pero que, dados los contextos en que se documenta hasta ahora el uso del vino, tendrían dos componentes fundamentales: el religioso y el jerárquico.
Otro aspecto a determinar es si nos hallamos ante un consumo de carácter privado o público. Sin duda, en un banquete de bodas, en una libación funeraria o en un banquete funerario, el consumo en grupo se realiza dentro de un ámbito privado, pero ¿qué ocurre con el consumo colectivo de comida y bebida en el altar de Capote, quizá con motivo de un inminente asalto al poblado? o, ¿cómo interpretar la bebida colectiva de los numantinos antes de su último ataque?, o ¿qué pensar de un ritual dirigido por el dirigente alojado en el palacio-santuario de Cancho Roano?. Aquí quizá convendría hablar en términos de actividad pública y no sólo colectiva -si es que en tal estructura social puede hablarse de 'público' por oposición a lo 'privado' del rey, reyezuelo o jefe.[196] Y es que en una sociedad como la ibérica quizá no sea fácil hablar en sentido estricto de lo 'público'. Por ejemplo, no es concebible en el estado actual de nuestros conocimientos un funeral público como el que defiende Murray para el caso de los héroes griegos,[197] o, sobre todo, como el funeral público ateniense por los caídos en combate, el Patrios Nomos.[198]
Con todo, un caso que nos llama la atención es el de la Sepultura 155 de la necrópolis de Baza, que contenía la famosa escultura.[199] En las cuatro esquinas de la tumba aparecen cuatro ánforas con peculiar decoración pintada, sus bocas aparentemente comunicadas con la superficie exterior por sendas 'chimeneas' talladas en la roca cuya función no queda clara; cabría que estuviéramos ante canales para conducir libaciones desde la superficie a las ánforas, un sistema ampliamente documentado en el antiguo Mediterráneo.[200]Por otro lado, en otro lugar[201] hemos llamado la atención sobre el hecho de que en el centro de la tumba se documentaron hasta cuatro panoplias de guerrero, y no una más o menos grande, lo que es un caso insólito entre los ajuares con armas ibéricos. Entonces planteábamos la posibilidad de que cuatro grupos de sangre, o cuatro clanes hubieran depositado un ánfora en cada esquina y una panoplia en el centro, lo que podría indicar un ritual que desbordara el ámbito de lo 'privado'.
Más complicados son los casos intermedios de ceremonias o rituales, como podría ser el del funeral o boda de un rey o jefe, acto al que puede ser invitada toda la comunidad en una grandiosa 'fiesta de mérito'[202]: creemos que aquí estamos ante una consumición de carácter 'privado' aunque masiva y controlada por un personaje que es el dirigente político de una comunidad o incluso de una entidad política de importancia. Sin embargo, este tipo de banquete puede generar una deuda, si no es ocasional como una boda, sino periódico y frecuente; se generaría así un grupo social dependiente y ligado a un jefe, simbólica y nutricionalmente, por estos banquetes; sus consecuencias podrían afectar entonces al terreno de lo 'político' (no en el sentido heleno del término).[203]
Todo lo que venimos diciendo es coherente con la información disponible y con lo que sabemos de la estructura social ibérica del Sureste y probablemente de la Alta Andalucía a partir de comienzos del s. V a.C., pero a falta de fuentes literarias antiguas y referidas al área ibérica, y de iconografía explícita, queda como un marco probable pero en parte teórico. En realidad, la única evidencia arqueológica directa al uso social del vino deriva de la arqueología funeraria -salvo los casos de Benimaquía y la Quéjola, que apuntan como se ha dicho a un control aristocrático de la producción y distribución del vino, coherente con la propuesta de los párrafos anteriores.
 

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III.B.-Ritual funerario y consumo de vino.
 
El mundo del banquete funerario es sólo una parte del conjunto total de usos sociales posibles del vino, y por tanto puede proporcionarnos una visión sesgada, pero con todo sigue siendo nuestra fuente principal. Como se ha visto (Apdos. II.C y II.D.), los datos de los depósitos de ofrendas de Los Villares, y la cerámica ática en ajuares funerarios son nuestra principal fuente arqueológica, dado que la cerámica griega aparece en mucha menor proporción en contextos de poblado.
La primera pregunta que debemos plantearnos es si los objetos depositados en el conjunto 25 y en la tumba 20 de Los Villares responden a silicernia, esto es, a los restos de un banquete funerario celebrado no tras el entierro y en casa del difunto al modo del perideipnon griego,[204] sino al modo romano; o si responden a un ritual de libación y ofrenda en torno al difunto (del que los vivos podían o no participar bebiendo); o si los objetos fueron simplemente depositados y quemados, sin haber sido previamente utilizados para beber.[205]
La ausencia de huesos de animales, por un lado, y la aparición de otros objetos como joyas, láminas de plomo, punzones, escarabeos y cajas de madera y marfil parece indicar que, si hubo un banquete, se depositaron sólo los vasos de beber pero no los de comer, ni los huesos, y que además se añadieron objetos no asociados al mismo. Por otro lado, no parece probable que las altas concentraciones de vasos de beber sean exclusivamente ofrendas funerarias depositadas fuera del ajuar. En consecuencia, a nuestro modo de ver, parece prudente emplear el término más aséptico de "depósito de ofrendas", y postular un rito en el que interviniera la bebida y no la comida, quizá en forma de libaciones sobre una hoguera, seguido de la destrucción de los vasos y otros objetos en ese mismo espacio.
Paradójicamente, aunque no podamos hallar nada más lejano al symposion griego, esta forma de actuar se aproxima, más que la celebración de un hipotético perideipnon en el propio cementerio, a la práctica griega del periodo arcaico de disponer las llamadas "offering places" y "offering ditches" separadas del ajuar.[206] En dichos depósitos se disponían ofendas y ocasionalmente animales quemados -no cocinados-[207] que se destruían y quemaban en honor del muerto, tras apagar con vino la pira -y no sólo en el ritual homérico.[208] A veces esos depósitos aparecen en Grecia bajo los túmulos, lo que indica que tales depósitos constituían el climax del funeral y antecedían al definitivo sellado de la tumba.[209] Las choai o libaciones constituían en época arcaica y clásica los elementos más habituales en los rituales postdeposicionales inmediatos y diferidos.[210]
Llama además la atención la presencia de ungüentarios para perfumes en los dos depósitos de ofrendas, porque en efecto el perfume era elemento insustituible y presente en Grecia, tanto en el symposion y otro tipo de banquetes, como en el ajuar funerario, como acertadamente ha sabido ver el excavador.[211] La presencia de una escena de banquete en una de las plaquitas de marfil de las cajas puede, sin embargo, ser intencionada o simplemente una de las varias escenas de dichas cajitas probablemente etruscas, que reflejaban los gustos de aquella aristocracia, sin que su aparición en Iberia permita hablar de symposion reclinado.
Creemos, sin embargo, que tampoco debe hacerse demasiado de estos aparentes rasgos de 'helenización': no estamos ante un ritual griego, sino ante uno ibérico en el que se emplean como objetos de lujo vasos griegos; y la práctica de libaciones, sacrificios y ofrendas es casi universal en los rituales mediterráneos antiguos. Además, otros rasgos nos alejan sustancialmente del ambiente 'helenizante'. Por ejemplo, las choes de los Villares pertenecen, como bien han visto sus excavadores, a un tipo característico de tumbas infantiles.[212] Este tipo de objeto -y más por triplicado- no tiene ningún sentido 'helénico' en el contexto del depósito de Los Villares, a no ser que el difunto enterrado bajo una escultura ecuestre en el túmulo 20 fuera un niño de corta edad, menor de tres años.[213] En cambio, si estas jarritas no fueran comprendidas por los ibéricos que las emplearon, si éstos vieran en ellas simplemente objetos exóticos de comercio, sin las concretas connotaciones culturales que tendrían para un griego, entonces su aparición se entiende mejor.[214] En este contexto hemos de recordar el texto del Pseudo Escílax según el cual los fenicios comerciaban en el Norte de Africa con ungüentos, vajilla ática y, específicamente, choes.[215]
Si los depósitos de ofrendas de Los Villares reflejan libaciones y/o potaciones en las que cada persona usaba un recipiente (escifo, cílica...), debemos concluir que el número de participantes era reducido, en torno a 25-35 personas a lo sumo, aunque quizá no todos los asistentes participaran en este rito concreto; o quizá la asistencia era mucho mayor o mucho menor, y simplemente se depositó y quemó un lote de vasos y objetos que se considerara lo suficientemente lujoso y rico, o que hubiera pertenecido al difunto. Es difícil responder a estas preguntas.
En cuanto a la cerámica ática acumulada en los ajuares -no en depósitos de ofrendas- de bastantes tumbas ibéricas, relativamente rara en el s. Va.C. pero mucho más frecuente en el s. IV a.C., se ha propuesto en varias ocasiones que la función original de los vasos griegos se perdería por completo al pasar a sus destinatarios iberos, y que quizá muchos de ellos se utilizaran exclusivamente como objetos de prestigio en ofrendas funerarias.[216] Sin embargo, conjuntos como los ajuares tardíos de la fase III de Los Villares de Albacete, o los de la Quéjola (con copas Castulo en las habitaciones de las ánforas) parecen indicar que, al menos en determinadas ocasiones,  las copas se emplearon para beber y/o libar vino -puro-, cerveza u otros líquidos, sin que ello implique la transmisión de un 'simposio'. Si esto ocurre con las copas, puede plantearse la posibilidad de que lo mismo ocurriera con algunas crateras, aunque habitualmente se documenten como urnas cinerarias.[217] En un contexto cultural en que no se mezclaba el vino con agua, quizá el pequeño tamaño de las crateras de campana[218] no fuera un obstáculo. Precisamente el que las escenas más frecuentemente representadas en las crateras sean las dionisiacas (39 casos en Andalucía) y las de banquete (21 casos en Andalucía),[219] puede relacionarse en el primer caso con procesos de heroificacion funeraria como quiere Sánchez[220], y en el segundo - discutido por esta autora en otros lugares[221]- con banquetesreales, funerarios o no. Puede que, como han indicado C. Sánchez y R. Olmos,[222] incluso las escenas de banquete tuvieran en el contexto ibérico un significado funerario, mediante la heroificación a través del vino y la asimilación del banquete del Mas Allá del difunto con el personaje representado en el symposion, pero quizá no sea esta exclusivamente la única lectura si, como creemos, el banquete era en la sociedad ibérica de los vivos un elemento social con connotaciones jerárquicas y no igualitarias.
Si esto es así, las crateras -originales y de imitación- tendrían una función de prestigio personal en banquetes o fiestas de mérito en manos de aristócratas iberos, y continuarían teniendo una función de expresión de status y/o de heroificación del difunto al amortizarse en el ritual funerario, lo que no impide que algunas de ellas se hubiera adquirido desde el principio con ese fin. Las copas de beber pudieron o no ser utilizadas para beber en el mundo de los vivos, como vasos de prestigio de ciertos individuos (en una proporción variable de la población según las zonas), y al tiempo mantener su carácter de objetos prestigiosos, por acumulación de los mismos, en los ajuares funerarios. El proceso de generalización de las copas haría especialmente valiosas como indicadores de status ciertas formas de mayor tamaño (como las crateras) o de escasa frecuencia y mayor especialización formal.
 
Es cierto que la escasez de cerámica importada -sobe todo de crateras- en poblados puede hacernos dudar de la función práctica propuesta, pero debemos recordar que no hemos de esperar hallar muchas piezas completas en hábitat: unas acabarían rompiéndose, y otras amortizándose en tumbas. El hecho de que en diversas necrópolis (Cabecico del Tesoro, Coimbra del Barranco Ancho, Orleyl, La Albufereta, etc. se depositaran vasos áticos en tumbas hasta un siglo después de su fabricación indican que estas copas habían sido usadas en el mundo de los vivos durante generaciones. Algo parecido ocurre en poblados donde se documentan largas perduraciones del BN (Alhonoz, Castellones de Ceal, Puntal dels Llops).[223] Además, las copas de tipo Castulo de la Quéjola, asociadas a un centro de almacenamiento de vino, e incluso quizá las crateras del poblado de Los Nietos, nos confirman que los vasos no sólo o no siempre se adquirieron para el mundo de los muertos.

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III.C.-Vino y guerreros. Valores aristocráticos, banquete, intoxicación etílica y combate.
 
La guerra por un lado, y el alcohol -en general- y el vino -en concreto- aparecen asociados constantemente en la iconografía y las fuentes literarias antiguas. Este artículo lo comenzábamos con un Platón (Ep. VII, 348a) que asociaba, casi de forma automática, la idea de que los bárbaros eran belicosos con la de que bebían el vino puro. Pero incluso entre los helenos, como antes entre los asirios, y luego entre los romanos, los etruscos o los galos, los valores aristocráticos incluían, junto a otras actividades como la caza, el gusto por el uso de las armas y el vino, incluso asociados. Esto es manifiesto en la iconografía[224] o en las fuentes literarias griegas,[225] como lo había sido en los relieves de Assurbanipal, cuyo relieve 'del banquete' de Nínive, ya citado, no era sino parte de un programa iconográfico completo que manifestaba el poder real mediante escenas de caza, de guerra o de descanso. El texto biblico sobre Sansón definido por Burkert como más cercano al simposio griego[226] narra igualmente un episodio que comienza con un banquete, sigue con una competición, continúa con la amenaza de violencia y termina con una matanza. Plutarco cuenta cómo Emililo Paulo, el vencedor de Macedonia, consideraba que la organización de una batalla y la de un banquete tenían mucho en común.[227]

Con todo, el mejor ejemplo sigue siendo el griego, hasta el punto de que uno de los más insistentes y perspicaces estudiosos del symposion ha podido dedicar un trabajo completo a las relaciones entre el uso social del alcohol y la existencia de un ethos militar.[228]
 

Todo lo que sabemos sobre la organización social del mundo Ibérico nos autoriza a pensar que la misma asociación de valores intrinsecamente aristocráticos (guerra, caza, bebida...) típica de los pueblos circunmediterráneos antiguos -y casi, se podría decir, de todos los grupos aristocráticos que en el mundo han sido- era característica también de los grupos dirigentes en la Cultura Ibérica, sobre todo a partir de principios del s. V a.C. cuando los ajuares funerarios se llenan de armas, en lo que ha sido interpretado como el cambio de un tipo de élites sacras de tipo oriental a un nuevo modelo más militarizado.[229]Puesto que tenemos numerosas fuentes explícitas sobre la importancia de las armas, la caza o la guerra para los Iberos,[230]y también sobre la importancia social del banquete y la bebida, estamos autorizados para pensar que la bebida, el banquete y el ethos militar eran también elementos e instituciones asociadas en la belicosa aristocracia ibera de los ss. V-III a.C., según el modelo de consumo de vino delineado para esta época en el Apdo. III.A.
Además, en los ajuares funerarios ibéricos los elementos de prestigio más frecuentes y destacados son las armas y la cerámica ática, y dentro de ésta, crateras y copas destinadas en principio a beber vino. Si los ajuares funerarios reflejan en la cultura ibérica, como creemos, muchos de los valores de la sociedad de los vivos,[231] la constante de asociación de armas y elementos de bebida ha de ser significativa.
Por otro lado, la existencia entre los iberos y celtíberos de instituciones de dependencia personal del tipo de la devotio,[232] que tienen aparejadas importantes consecuencias personales en el campo de batalla, nos lleva a recordar que en el sistema homérico el basileus creaba, mediante recursos como los grandes banquetes que generaban una obligación, grupos de hetairoi obligados a seguirle en empresas militares, desde razzias para capturar ganado a expediciones militares formales.[233] Desde luego las obligaciones contraídas entre el jefe y sus seguidores no se originaban exclusivamente en los grandes banquetes, pero éstos sí eran un componente importante. No pretendemos, por supuesto, establecer ningún tipo de relación genética entre ambos fenómenos, ni tampoco comparar el sacrificio personal jurado de tipo religioso de los devoti, con las obligaciones militares de los hetairoi, pero sí apuntar que en la devotio militar ibérica pudieron establecerse, como un elemento más de la cadena de relaciones, instituciones de tipo simpótico en algún modo similares, aunque no tenemos datos concretos en Iberia para apuntalar esta idea que debe permanecer especulativa.[234] Sólo en la narración de la boda de Viriato, Diodoro[235] nos cuenta que el lusitano repartió pan y carne entre sus acompañantes, pero esto no debe tomarse como un indicio de devotio sino de la liberalidad necesaria en el banquete de bodas de un jefe importante.
En consecuencia, quizá sea posible pensar en un uso en Iberia del banquete -no sólo del vino, y por ahora no del consumo de vino como institución ritualizada independiente- como un modo entre otros de vincular a guerreros con sus jefes a un nivel personal (por ejemplo los seguidores de Viriato en su boda) o más institucionalizado en las diferentes entidades políticas del mundo ibérico. En cambio, nada nos autoriza a pensar en instituciones cotidianas de comida militar en común (syssition), que serían propias de un régimen militar y social próximo al sistema político.
Un caso particular que nos gustaría recordar es el la la conocida crátera del 'desfile militar' del Cigarralejo[236](FIG. 14), en la que parecen asociarse muchos de los elementos que venimos discutiendo: se trata de una imitación de cratera de campana hallada en contexto funerario pero fuera de tumba, en la que se representa una especie de danza o desfile de guerreros armados que se mueven al ritmo de una doble flauta y un instrumento de cuerda. Vino y música son elementos asociados en el symposion griego, así como, según se ha visto, la presencia de armas colgadas en las paredes. Sin embargo, aquí la escena es diferente, porque los guerreros van armados. El conjunto nos recuerda más bien a la descripción que hacen Posidonio-a través de Ateneo- y Diodoro de los banquetes celtas en los que los guerreros acudían armados y bebían hasta la extenuación, a veces llevando a cabo duelos simulados o reales. Nos preguntamos si no estaremos aquí ante uno de esos "vasos de encargo" (en definición de R. Olmos), que en este caso estaría asociado a la celebración de una ceremonia que incluyera un banquete y danzas armadas al son de la música, vaso que finalmente acabaría siendo utilizado en un contexto funerario, quizá a la muerte del comanditario. Es posible también que algunos de los grandes dinoi (FIG. 15) de Liria,hallados en un contexto ritual[237] y decorados con escenas de duelos y danzas guerreras, reflejen un ambiente similar en que ritual, musica y bebida se engarcen, y que por tanto su forma de recipiente -lebes- refleje un uso real en ceremonias.
En otro orden de cosas, hay una serie de fuentes que nos autorizan a pensar que el uso -y quizá abuso- del alcohol antes del combate era común en Iberia. Las terribles cargas de galos e iberos, que tanto impresionaron a los romanos, pudieron haber estado inspiradas por un frenesí tanto emocional como etílico; ambas cosas podían, de hecho, ir juntas. Esta asociación de alcohol y violencia sería si se quiere más 'democrática' o mas ampliamente comunitaria que la asociación de vino y aristocracia, porque afectaría a todo el cuerpo social de guerreros. No disponemos de fuentes literarias que aludan directamente a la práctica entre los iberos de beber antes de luchar, pero sí contamos con ellas para tropas mercenarias contratadas en el s. IV a.C.por los griegos de Sicilia entre las que sabemos positivamente que había iberos.[238] Mucho más adelante en el tiempo, sabemos que al menos los numantinos se emborracharon -en este caso con cerveza- antes de uno de sus últimos y desesperados ataques contra el dogal de fortificaciones tendido por Escipión en 133 a.C.[239]
Cabría pensar que en ambos casos nos encontremos ante una situación excepcional, dado el tono 'sacrificial' con que Floro nos describe el segundo de los episodios citados,[240] y la desesperación de Dionisio II en su ataque a Siracusa; pero sin embargo contamos con suficientes datos comparativos como para pensar que un cierto grado de intoxicación de algún tipo -cerveza, vino u otras sustancias- previa al combate era común. Hay otros datos, además de los que acabamos de citar, sobre sobre la afición de los mercenarios al vino entre los antiguos pueblos de Iberia, sobre todo entre aquellos no acostumbrados al vino en su tierra de origen, como en el conocido texto de Diodoro alusivo a la forma en que los mercenarios baleares gastaban sus pagas.[241] También Polibio alude al abuso del vino entre los mercenarios sublevados contra Cartago durante la 'Guerra inexpiable', aunque de nuevo aquí podría argumentarse que nos encontramos en un caso excepcional de ruptura completa de disciplina.[242]
Sin embargo, se conservan suficientes datos como para saber que la bebida ha sido a lo largo de la Historia una práctica frecuente antes del combate. Así por ejemplo, el magnífico estudio de Hanson sobre la guerra en la antigua Grecia puede dedicar todo un capítulo a este tema, y concluir: "Did ancient Greek soldiers march into battle drunk? The most likely answer is 'almost'".[243] Cuando los Atenienses acorralaron en Esfacteria, durante la guerra del Peloponeso, a un pequeño contingente espartano, se acordó una tregua temporal mientras se discutía una rendición; para evitar la muerte por inanición de los espartanos los atenienses decidieron entretanto permitir que se enviara a los cercados una serie de raciones, que incluían más de medio litro de vino por cabeza y día.[244] Como no cabe pensar que los atenienses se mostraran especialmente generosos, parece que la cantidad era un mínimo para el consumo normal.[245] Que caer en cierta ebriedad era posible incluso en los espartanos se desprende de un texto de Jenofonte que narra como a los jóvenes que comían en común en Esparta se les prohibía regresar a sus casas o hacer sus guardias a la luz de antorchas, lo que les obligaba a "preocuparse de no caer bajo los efectos del vino".[246]

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El uso de bebidas alcohólicas como medio de enardecer a las tropas, de mitigar la tensión, e incluso de ayudar a dormir,[247] ha sido uno de los elementos constantes en la historia de la guerra. No hay que olvidar, sin embargo, y para la dieta anterior al s. XX, que el vino ha sido una importante fuente de calorías, aunque su contenido en proteínas sea escaso. Dado que por numerosas fuentes sabemos del valor nutricional y simbólico del vino para los griegos, resulta extraño el poco espacio que le concede Engels en comparación con el agua.[248] En el ejército romano incluso la ración de campaña incluía vino, con la única limitación de que no se bebía vino de cosecha (vinum) sino un vino de baja calidad (acetum) que se mezclaba con agua para fabricar posca.[249] Vegecio considera que debía cuidarse el aprovisionamiento, y entre las necesidades básicas incluía el vino,[250] que de todos modos a menudo era de buena calidad, al menos en campamentos.[251] Papiros egipcios tardíos nos informan de que un soldado romano recibía diariamente en torno a 600 gr. de carne, un kilo de pan, un litro de vino y algo de aceite al día, lo que es, en verdad, una dieta pantagruelica.[252]El vino suponía de media una cuarta parte de la ración diaria de calorías en la marina española en el s. XVII,[253] de modo que su valor nutricional no debe minimizarse. Según G. Parker, durante los ss. XVI-XVII la ración diaria de las tropas dé los ejércitos europeos estaba establecida en torno a medio kilo de carne, queso o pescado, 750 gr. de pan y 6 cuartillos de cerveza (3 litros aproximadamente) o 3 de vino (en torno a 1,5 litros),[254] mientras que en la marina española de ese periodo se disponía de aproximadamente un litro de vino diario, aunque si por alguna razón se embarcaba en un barco sidra o cerveza en lugar de vino, la ración diaria era de un azumbre, algo más de dos litros.[255]Hoy se considera que la necesidad media calórica para un soldado en activo es de unas 3.600 calorías por día,[256] lo que se compara bien con las aproximadamente 3.900 asignadas a un marino del s. XVII según los cálculos de Phillips.[257]
En todo caso, la lista de referencias alcohólicas militares es interminable: se bebió en las horas previas a la batalla de Hastings en 1066,[258] y en Azincourt en 1415.[259] Antes de atacar en Austerlitz, las divisiones francesas recibieron una ración triple de alcohol, aproximadamente un cuarto de litro de fuerte licor.[260] Se bebía ron en el Somme en 1916,[261] y vodka en Rusia en 1944.[262]
Y un rasgo común en estos casos es el sentido de comunidad, de unión del grupo, que causa la bebida en común ante la tensión del peligro inminente; la pequeña unidad de todas las épocas, el syssition, el contubernium, o el pelotón que come y bebe junto, combatirá mejor como grupo, según reconocen los psicólogos modernos.[263] Si, como ocurría entre los espartanos[264] o con los anglo-sajones del s. X d.C.,[265] el grupo ya banqueteaba y bebía junto en tiempo de paz, el grado de cohesión alcanzado sería mucho mayor. Todavía en Vietnam se asistía a una suerte de symposium militar iniciático entre los soldados americanos.[266]
Durante la Segunda Guerra Mundial, incluso en unidades donde los morigerados oficiales superiores eran abstemios y desaprobaban el alcohol, la bebida e incluso la fermentación y destilado ilícitos eran frecuentes.[267]

En épocas más recientes, tonificantes como el tradicional ron británico han llegado a ser sustituidos por compuestos químicos destinados a esconder la fatiga, como las anfetaminas suministradas en cantidades ingentes a las tropas aliadas en 1944-45.[268] Sin embargo, el uso de alucinógenos y drogas se remonta mucho en el tiempo, a menudo asociados a la guerra, pero también, y sobre todo, a ceremonias ritualizadas de diferente tipo.[269] Sin embargo, y como ha señalado Murray, el vino, a diferencia de las drogas que tienden a aislar al individuo, crea compañerismo; sean cuales sean los efectos del exceso, siempre y hasta hoy se ha considerado que el acto de beber en compañía es agradable y social.[270] Por ello cabe decir con cierta confianza que la bebida en solitario es algo casi desconocido en la mayoría de las sociedades, de modo que podemos pensar con confianza que el Iberia también el vino era -fuera su consumo privado o público- un acto colectivo (vid supra Apdo.III.A).

En realidad, no hay por qué disociar las dos facetas de la relación que hemos descrito entre vino y guerreros (la aristocrática-restringida y la comunal-guerrera en el campo de batalla). Por un lado, todo indica que entre los iberos sólo los hombres libres tendrían derecho a empuñar las armas, y quienes pudieran participar en banquetes funerarios o en 'feasts of merit' de otro tipo no serían exclusivamente los aristócratas dominantes -aunque ellos serían los primeros y durante algún tiempo los únicos en disfrutar de novedades como vino en vez de cerveza o vajilla ática. De hecho, tenemos datos arqueológicos y documentales para creer que, como en Numancia o quizá en el Castro de Capote, todos los hombres en peligro ser reunirían en común para comer y luego luchar, aunque los jefes dispusieran de lugares 'de honor'. Por tanto, aquellos que emplearan el vino o la cerveza en banquetes de cualquier tipo y en ofrendas funerarias más o menos espectaculares o masivas serían quienes tuvieran derecho y deber de empleo de las armas. Quienes utilizaran el vino colectivamente en ceremonias privadas (fueran banquetes de bodas o funerales) o en ceremonias públicas (que no estatales), como determinadas ocasiones en las que todo el conjunto social participara, serían quienes, en los endémicos conflictos entre diferentes unidades políticas, se entonarían con vino antes de cantar su peán.

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[1].Un conciso resumen en Hammond y Scullard, 1970: s.v. Plato y Dion.

[2]. Platon, Ep. VII, 348a.Trad. de F. de P. Samaranch, Madrid, Aguilar, 1979. Sobre este incidente, insistiendo en que parte de los mercenarios debían ser Iberos, Parke (1933:115). También García y Bellido (1948:236-237).
[3]. Diodoro Sículo, XIV,75,9.
[4]. Diodoro Sículo, XV, 70, 1; Jenofonte, Hel. VII, 1, 20-22; VII, 1, 28-29. Sobre los mercenarios ibéricos en Sicilia ver en último lugar, recogiendo la bibliografía anterior, F. Quesada, 1994.
[5]. Platón, Leg. I, 637. Trad. F. de P. Samaranch, Madrid, Aguilar, 1979.
[6]. Plutarco, Dion, XXX, 3-4.
[7]Como alimento,el vino era importante en la Antigüedad y hasta tiempos relativamente recientes (vid. infra), pero debe avanzarse más.Murray (1990:4) resume convenientemente cómo el vino es un producto alimenticio, normalmente empleado como excedente redistribuido de diversas maneras, que son reflejo de la organización social, en tanto que el excedente se emplea para reforzar las líneas de dependencia jerárquica y económica; pero además del aspecto funcional se produce enseguida un proceso de ritualización. Estas ideas son una síntesis de las bases de este artículo.
[8]. Para el origen del vino, y en general un estudio del vino en la antigüedad, puede verse Seltman, 1957, especialmente pp. 14 ss., Forbes, 1965:vol. III; Brothwell, 1969:167 ss.; Vickery, 1980 (1936):53 ss.
[9]. Murray, 1990:5. Sobre lso diferentes tipos de banquete en común en Grecia, ver también in extenso Schmitt-Pantel, 1985.
[10]. Recuérdense los grandes depósitos de copas y los almacenes de vino del palacio de Pilos.
[11].Van Wees (1992:47-48) considera que ya en la Iliada y la Odisea -por tanto en la segunda mitad del s. VIII a.C. como poco-hay banquetes entre iguales, no entre unos señores y unos dependientes. Este autor defiende para el mundo homérico un sistema de banquetes recíprocos en el que cabría distinguir dos variantes, cuando el invitado trae su propia comida y bebida (eranos) o invitaciones reciprocas (eilapine?). Las relaciones creadas en estos banquetes serían de "apoyo mutuo" y no de "obediencia y servicio". Sin embargo, y pese a que van Wees pone el énfasis en los aspectos igualitarios de los banquetes entre príncipes, ha de reconocer la abundante evidencia de banquetes jerárquicos, en los que se establece una relación de dependencia moral y asumida entre el señor y sus "compañeros" (hetairoi); opina Wees que la relación es de favores mutuos, con tropas 'persuadidas' o 'exhortadas' más que 'mandadas'. Sin embargo, esta hipótesis es menos generalmente aceptada que la de otros investigadores como Murray, quien insiste (1983:196-197) por un lado en el carácter competitivo de estos festines, en los que cada anfitrión compite en ganar time, y al tiempo genera una deuda con sus hetairoi, de importancia en el terreno militar. Son lo que denomina 'feasts of merit'. Quizá la clave esté en combinar ambas ideas: los nobles son iguales entre sí, pero a sus banquetes atraen a otros menos afortunados con quienes se establece una relación de superioridad y una deuda asumida por los hetairoi (útil resumen en Domínguez Monedero, 1991:81-82 y Rathje, 1990:282-283).
[12]. Un primer problema radica en la gran y desconcertante variedad de nombres empleados en la literatura griega para aludir a la reunión para beber o 'drinking party', que Murray agrupa en el término clásico symposion (Murray, 1983:196), aunque Lombardo (1989) distinga entre el ámbito 'privado' del symposion y el ámbito institucionalizado de las "comidas comunales" como los syssitia (Lombardo, 1989:312). Ateneo (Deip. V,187b) recoge una gran variedad de formas de comida.
[13]. Para el banquete homérico, supra n.?. Para Murray (1983:198) el simposio arcaico derivaría del banquete homérico pero con importantes modificaciones: "The development of the symposion out of the Homeric feast shows the same type of social change that we find elsewhere... the aristocratic life-style became enclosed within itself, no longer relevant to wider social functions; the symposion became a refuge from the real world, an escape into entertainment and luxury for its own sake. orientalising customs, such as reclining at the symposion instead of sitting, were introduced, the gathering became smaller and more exclusive... but much of the social and political importance of the aristocratic symposion remained throughout the Archaic period...". Siguiéndole, Lombardo (1988:321,314). Un factor importante parece ser la aparición de la postura reclinada: en el banquete homérico se come y bebe sentado; en el arcaico, reclinado. Aunque la evidencia iconográfica del banquete en Grecia no se remonta más allá de fines del s. VII o principios del VI a.C (Dentzer, 1982:78), y la opinión más común sobre la postura reclinada es que"manifiestamente viene del Este" (Dentzer, 1982:56 ss.;143), ambas cosas están siendo puestas en duda. Burkert (1991:18) plantea un origen local, y aunque la imaginería puede ser también un motivo orientalizante (Dentzer, 1982:143 ss.), en seguida hay una fuerte divergencia en la representación (Dentzer,1982:151). Por otra parte, Murray (1990:6; 1991:95) sostiene que la postura reclinada puede remontarse al s. VIII a.C., mientras que Rathje (1990:284) mantiene la idea de que el banquete reclinado oriental no aparece en Grecia hasta el Corintio Antiguo.
[14]. Murray, 1983, 1990, 1991. Especialmente una síntesis en Murray (1991:94 y 99).
[15]. Murray, 1983:195; 1990:9; Schmitt-Pantel, 1990:20 ss.; Fisher, 1992:203 ss.
[16]. Bowie, 1990:221.
[17]. Murray, 1983:195: "it is scarcely possible to envisage a general explanation of the Greek achievement in pottery which does not accept that in terms of both shapes ...and of style and content of decoration...the art existed primarily to serve the needs of the symposion, and reflected the taste of its aristocratic patrons". En la misma línea, Pasquier (1988:324), Lombardo (1988:313).
[18]. Dentzer, 1982 passim, especialmente pp.71-153, 282-299, 353-364.
[19]. Schmitt-Pantel, 1990:16 ss
[20]. Por ejemplo, las terracotas griegas con motivo de banquete reclinado se han hallado en contextos domésticos, votivos y funerarios, lo que no facilita precisamente una explicación monocausal (Dentzer, 1982:215). Sobre las escenas de banquete con significado cultual en cultos heroicos, Dentzer, 1982, Cap. X; sobre los relieves ligados a cultos dionisíacos, ibidem pp. 505 ss.; asociados al mundo funerario, pp. 529 ss. El último catálogo de iconografía vascular asociada al banquete en época arcaica en Schmitt-Pantel, 1990.
[21]. Dentzer, 1982:433.
[22]. Dentzer (ibidem) llega a considerar que "Cette signification sociale est première dans l'histoire du motif qui n'a été utilisé que secondairement pour représenter des dieux comme Dionysos". Quizá esto sea llegar demasiado lejos, habida cuenta del gran número de vasos alusivos a banquetes de Dionisos.
[23]. Dentzer, 1982:125, 450; Lombardo, 1988:312.
[24]. Leg. I,640b.
[25]. Sobre la amistad en el symposion para los autores antiguos, y para la diferencia entre teoría y práctica, Paul, 1991:157. El exceso en la bebida y las pasiones, la degeneración en komos, más que la contención, parece lo habitual en los ejemplos espigados por este autor. El caso de Alejandro seria un extremo. En el reciente estudio Hybris de N.R.E. Fischer, sobre la cólera y la vergüenza infligida por un individuo sobre otro, el symposion aparece frecuentemente como momento en que se desata la hybris (Fisher, 1992:passim y especialmente pp. 99-102, con un interesante fragmento de Eubulo (fr. 94K) y pp. 201 ss. En teoría, un bebedor no debería ingerir en el simposio más vino del que pudiera aguantar sin necesitar ayuda para regresar a su casa (Jenófanes, en Ateneo, 462c-f).
[26]. Burkert, 1991:7. El Oxford Classical Dictionary completa esta definición desde un punto de vista más factual: "Greek drinking party that followed the evening meal. After libations had been poured and an hymn sung there was drinking according to an agreed procedure; the wine was diluted with water in varous proportions. The participants were garlanded and many used perfume. Some did not drink, others displayed riotous intemperance. In addition to conversation the guests told riddles and fables, and sang capped drinking-songs (scolia), and pieces of verse from traditional classics or recent drama. Games were played, particularly cótabos. There was usually a woman pipe-player, and displays of dancing, acrobatics and miming were often given by hired performers". (Hammond y Scullard, eds. 1970:1028). Lombardo (1988:313) enfatiza el carácter igualitario del grupo masculino.
[27]. También reconocido por Murray, 1990:6.
[28]. Se conservan noticias de diversas leyes prohibiendo a las mujeres beber vino, en Marsella (Ateneo, X, 429a) o en Mileto (McKinley, 1951-53:862), mientras que en Atenas, según la legislación soloniana, se limitaba la cantidad (Ibidem p. 862). En Roma existió durante la República legislación prohibitoria hacia las mujeres (Ibidem, p. 863).
[29]. Lombardo, 1988:321.
[30]. De hecho, en época tardía esta distinción queda casi siempre difuminada, cf. Paul, 1991:158.
[31]. El último trabajo en este sentido, y uno de los muy pocos que trata específicamente las relaciones entre simposio y banquete sacrificial, es el de Schmitt-Pantel (1990). En el sacrificio, la cuestión clave es que se reparte por igual la carne del animal sacrificado (p. 15). La autora critica un punto de vista reciente queargumenta una cierta sucesión más que convivencia en estas instituciones, usando como ejemplo la necrópolis de Cumas, donde se aprecia una transición "del caldero para carne" a la "cratera para vino" entre el s. VIII y el VI a.C. (p. 15). Se plantea más bien una coexistencia de estas y otras formas de comidas colectivas.
[32]. Ver Murray, 1990; Lombardo,1988 con bibliografía. Frente a Lombardo (1988:321) que habla de una "distinzione-opposizione' entre symposion y syssition, Murray (1990:99 y passim) rechaza esta "traditional but false polarity". Para este autor, cuando el simposio homérico con su élite militar definida por ciertas prácticas de comida en común jerárquica perdió sentido, y se desarrolló el simposio orientalizante de placer, se abrieron dos vías: la adoptada por la sociedad espartana, que extendió los ritos aristocráticos de comensalidad a la totalidad de la clase hoplita y ciudadana; y la adoptada en principio en Atenas, por la que el simposio "became an agent in the withdrawal of a traditional elite from its public functions into a private world of pleasure". Sin embargo, en las ciudades que adoptaron la segunda vía se aprecia una tardía "tendencia al laconismo". (1990:99). Ver Dominguez Monedero (1991:81) para un resumen en español.
[33]. Schmitt-Pantel, 1990:24.
[34]. Dentzer, 1982:119 ss. cf. también nota ?.
[35]. Dioniso (Hammond, Scullard, sv Dionysus) es una divinidad extremadamente compleja, en la que se mezclan tradiciones diversas, incluyendo de Asia Menor. Es básicamente un dios de lo emocional, del delirio extático, que lleva -sobre todo a las mujeres , ménades- a danzas violentas e incluso a la homofagia. Según Dodds (1981:81 ss), su ritual tiene una función catártica, y podría ser una suerte de válvula de escape, sobre todo para grupos sociales inferiores, para quienes es un dios accesible. Pero Dioniso es también una divinidad de la vegetación y de los frutos de la vegetación -de ahí su relación con Demeter-, y entre ellos, y sobre todo, del vino. Este papel de divinidad asociada al vino, secundaria al principio, fue adquiriendo progresivamente un papel central, de ahí su asociación al simposio y al festival primaveral y vinícola de la Anthesteria, cuando se probaba el nuevo vino del año. Es por otro lado un dios asociado a la fertilidad, por su relación con la vegetación: aunque no aparece itifálico, los sátiros y silenos que le rodean sí lo son; sin embargo, en Delos un enorme falo era el agalma de Dioniso (Detienne, 1989:32). Puede ser un dios que enloquece a los hombres y les lleva al desvarío (el vino es peligroso y ha de ser consumido con precaución), pero también aquirir un carácter benevolente. La libación de vino es natural en el culto a Dioniso: al verterlo sobre el fuego éste crece (Teofrasto, De igne fr. 65 Wimmer; Suetonio, Aug. 94,5), como lo es la danza a la que hemos aludido al principio. Ni siquiera iconográficamente es una figura sencilla: si en época arcaica se le representa como un adulto vestido y barbado, más adelante será un joven desnudo. Sobre Dioniso hay una larga bibliografía (cf. Detienne, 1989).
[36]. Lipinski (ed.), 1992, s.v. viticulture.; Forbes ,1965:III, 72-80; 110-130. Por ejemplo, Plinio, Nat.Hist. XIV, 9; Ath. I,29b).
[37]. Dentzer, 1982 passim; Burkert, 1991:8 ss.
[38]. La cerveza era más habitual en Egipto y Mesopotamia; el vino en Siria y Palestina, desde donde se exportaba a Egipto en grandes cantidades ya en el Imperio Nuevo.
[39]. Ver Dentzer, 1982:pl. I-II. y pp. 21-69. Burkert, 1991:8-9.
[40]. Una pareja, dos sexos, frente a una comunidad de hombres; representación monárquica en lugar de grupo aristocrático igualitario entre sí; postura sentada en vez de echada; cerveza en lugar de vino; referente divino -comunicación con los dioses- en lugar de humano,
[41]. "Grupo de personas asociadas en la adoración de una o varias deidades concretas, griegas o extranjeras. Estos grupos ya existían en Atenas en época de Solón..." Hammond y Scullard eds., 1970:1064.
[42]. Dentzer, 1982:54;Burkert, 1991:17. Un siglo más adelante, hacia el 640 a.C. Assurbanipal se hizo representar también reclinado en relieves de su palacio de Nínive (Dentzer, 1982:Pl. 15). De hecho, sigue sin estar resuelta la cuestión de si la costumbre griega de comer reclinado (no atestiguada antes del 600 a.C., Dentzer, 1982:56)es de origen indoeuropeo y por tanto propia desde al menos los Siglos Oscuros (Burkert, 1991:18), o si procede de Asia (Dentzer, 1982:56 ss. y 152 ss.).
[43]. Burkert, 1991:19.
[44]. Dentzer, 1982:68-69, 153; Burkert, 1991:14.
[45]. Síntesis en Dentzer, 1982:429.
[46]. Dentzer, 1982; Rathje, 1990; Cristofani 1987a,b; Torelli, 1989 con extensa bibliografía..
[47]. Como en la tumba 101 de Castel di Decima, femenina, de c. 730 a.C. con un ánfora fenicia (Torelli 1989:303).
[48]. Martínez Pinna, 1991:39 ss. enfatiza que la introducción el vino fue probablemente obra de fenicios más que de griegos.
[49]. Cristofani, 1987b:38.
[50]. Rathje, 1990:279.

Índice

[51]. Que es el factor fundamental para Rathje, 1990:281. Sin embargo, la autora tiene la virtud de enfatizar no sólo el papel griego, sino también el fenicio lo que, a la vista de los ejemplos desarrollados en el Apartado anterior, resulta imprescindible para comprender la extensión del uso del vino.
[52]. Idea resumida de la crítica efectuada por Torelli, 1989:301.
[53]. Sin embargo, Bouloumié 1988:349 insiste en emplear indiferentemente para Etruria los términos banquete y simposio. Creemos que la postura de Torelli es preferible.
[54]. Torelli, 1989:301 ss.
[55]. Torelli, 1989:303. Es importante anotar que Torelli asocia este fenómeno del uso extenso del vino al de la extensión del uso de aceites perfumados en contenedores específicos (aryballoi y alabastra), porque un fenómeno similar aunque más tardío puede apreciarse en Iberia, como ha estudiado J. Blánquez en Los Villares (v. infra).
[56]. Torelli, 1989:305: 'il simposio, pur possedendo uno specifico ruolo nella ceremonialità principesca -in piena analogía con quanto avviene nel mondo greco con la contrapposizione tra i pasti comuni del pritaneo di carattere pubblico e i simposi dei grandi aristocratici rimasti di natura privata- non riesce a sostituirsi al grande rito collettivo del sacrificio, eredità di forme arcaicissime di ceremonialità pubblica'.
[57]. Torelli, 1989:306.
[58]. Rathje, 1990:280.
[59]. En Ficana, cf. Bouloumié, 1988:347; Cristofani, 1987a:124.
[60]. Sobre estos últimos, algunos ejemplos en Rathje, 1990:281. Un buen catálogo de objetos asociados al vino en tumbas itálicas puede hallarse en Bouolumié, 1988:360-372.
[61]. Cristofani, 1987a:124 ss.; Torelli, cit. por Rathje, 1990:280.
[62]. Cristofani, 1987a:126. Rathje (1990:284) sostiene que ya antes de esto había banquetes en Italia donde los comensales se disponían sentados, al modo homérico. Cristofani (1987a:124) enfatiza la evolución temporal del banquete en Italia 'seconda delle occasioni, dei contesti sociali e dei tempi'. Torelli, en su distinción entre banquete y simposio orientalizante, también utiliza Murlo como punto de inflexión en el proceso cultural (Torelli, 1989:304).
[63]. Mezcla de vino quizá desde el s. VII, Cristofani 1987a:124, en Ficana.
[64].Ya en la segunda mitad del s. VII, cf. Cristofani, 1987a:125-126.
[65]. Rathje, 1990:285-286; Crsitofani, 1987a:126 ss.
[66]. Pasquier, 1988:330; Bouloumié, 1988:347-348; Cristofani, 1987a:123.
[67]. Murray, 1990:6, citando a Teopompo, FGH 115, F 204.
[68]. Cristofani, 1987a:123.
[69]. Martínez Pinna, 1991:41. De hecho, la enorme expansión del cultivo itálico del vino, que permitió incluso su masiva exportación, habla de la más que probable extensión de su uso en el s. VII a.C., especialmente en banquetes funerarios.
[70]. Martínez Pinna, 1991:41-42.
[71]. Sobre ello, p. ej. Dentzer 1982:245 ss.; 529.
[72]. Cristofani, 1987a:125.
[73]. Torelli, 1989:302.
[74]. Ejemplos en Bouloumié, 1988:348.
[75]. Bouloumié, 1988:350.
[76]. Martínez Pinna, 1991:40.
[77]. Bouloumié, 1992.
[78]. La primacía que el autor parece conceder al vino y productos etruscos sobre los massaliotas está abierta a discusión. Bouloumié piensa que se exportaba vino etrusco, pero que el transporte en ánforas era sustituido en tierra por odres más fáciles de transportar, lo que justificaría la ausencia al norte de los Alpes de ánforas etruscas (Bouloumié, 1992:197). Esta idea ha sido criticada por Dietler (1990:394, nota 23; 1992:407) quien considera que la presencia de numerosos objetos asociados al vino en el Mediterráneo, pero no de ánforas, es significativa, y que reflejaría una real escasez del producto en ciertas zonas, mientras que en otras, incluso 100 Km. tierra adentro, como en Pègue, se encuentran muchos fragmentos de ánforas massaliotas, lo que prueba un comercio terrestre de ánforas en ciertas áreas.
[79]. Bouloumié, 1992:199.
[80]. En este sentido, Dietler, 1990:383.
[81]. Estas bebidas alcohólicas locales existían en Europa Central desde mucho antes de la llegada del vino, desde el Calcolítico si no antes (Dietler, 1990:382). Son a menudo citadas por las fuentes clásicas (cf. Ateneo, IV,36 -tomado de Posidonio-, Diodoro, V, 26; Plinio, Nat. Hist. XIV,29; XXII,82; Estrabon, IV,5,5; IV,6,2).
[82]. Bouloumié, 1992:198.
[83].Dietler, 1990:353-359 , 380-391; 1992; Bouloumié, 1988, 1992.
[84]. Un breve repaso de la evidencia arqueológica en Dietler, 1990:353-356; 1992:402-403.
[85]. Dietler, 1990:356-357.
[86]. "Si les princes celtes ont utilisé les vases des Grecs et des Etrusques, n'ont-ils pas également emprunté à ces civilisations méridionales quelque chose des coutumes auxquelles ceux-ci étaient associés?. Ou bien s'agit-il de pratiques parallèles, où la proximité des traditions rendait d'autant plus facile l'assimilation de ces produits de luxe 'exotique" (Pasquier, 1988:323).
[87]. Quizá la postura más habitual por ahora sea la expresada por Bouolumié (1988:375): "Il ne fait aucun doute que des banquets à la grecque se soient déroulés sur les sites princiers d'Europe centro-occidentale. Simple habillage à la mode méditerranéenne du festin celtique, ou parodie du banquet gréco-étrusque?. En tout cas, expression materielle évidente d'une certaine contamination culturelle au niveau de l'aristocratie".
[88]. Pasquier, 1988:330.
[89]. Diodoro, V,26,3. Incluso cuando aparecen elementos completos de un simposio, incluidos los útiles necesarios para mezclar y colar, como en Vix, la tendencia es a pensar que no se producía tal práctica (Dietler, 1990:383).
[90]. Desarrollado en Dietler, 1990; resumido en Dietler, 1992.
[91]. Dietler, 1990:358-359;1992:403. Ateneo IV,36 alude, mucho más adelante en el tiempo, a que la cerveza era mucho más común que el vino entre los Celtas; y esto cuando en la época de la fuente de Ateneo, Posidonio, el número de ánforas vinarias era ya mucho mayor que para la época de Hallstatt.
[92]. Bouloumié, 1992:199. Dietler, 1992:407.No parece probable, en cambio, que la presencia de un sistro y de lecho/s indique un banquete reclinado y con música al modo griego.
[93]. Dietler, 1990:388 s.; 1992. En este sentido, S. Lewuillon (1993) ha discutido recientemente si en efecto el mundo Celta -y en particular los Galos- practicaron realmente un sistema de reciprocidad de don y contra-don, tal como se asume normalmente para el periodo de Hallstatt e inicios de La Tène que hemos discutido, y como se ha querido extraer de las fuentes, sobre todo de Posidonio. Entre sus conclusiones podemos extraer un aspecto que nos interesa ahora: las referencias literarias a grandes banquetes se refieren a periodos muy anteriores al s. II a.C., de Hallstatt final, como también acepta Brunaux (1986:85); y los symposia no siempre hubieron de tener un sentido redistributivo.
[94]. Bouloumié, 1988:355-356.
[95]. Que muestran señales de largo uso y que por tanto no se usaron sólo para el funeral, Bouloumié, 1988:356-357 cita un repertorio de reparaciones y modificaciones, y llega a proponer que algunas piezas hubieran venido ya usadas de Etruria.
[96]. Breve resumen con textos en Brunaux,1986:83-84.
[97]. Livio, V, 33; también Dionisio Hal. XIII,10-11.
[98]. Diodoro, V,26,3.
[99]. Ver Laubenheimer, 1993:58.
[100]. Por ejemplo, McKinlay:1951-53 recoge muchas: Suevos (Cesar, Bell.Gal.4,2), Nervios (Cesar, Bell.Gal.II,15); quizá Cimbrios (Dion Casio, XXVII, Frag. 94.2); Dacios (Estrabon, V.II,3,11). Aunque también hay numerosos intentos de legislación griega y romana prohibiendo el vino en determinadas circunstancias, o limitando su uso (McKinlay, 1951-53 passim.).

Índice

[101]. Comienza a existir un cierto acuerdo sobre las fases del proceso (ver el trabajo de Guerrero Ayuso en este mismo volumen). Aunque la uva es conocida desde al menos el Calcolítico, el uso del vino habría llegado con el comercio fenicio, utilizando como contenedores ánforas del tipo Cintas 282-283 (Guerrero, 1989) y ocasionalmente recipientes mucho más ricos, como vasos de alabastro egipcios (Padró, 1986). Es posible incluso que las ánforas áticas de tipo SOS, consideradas habitualmente contenedores de aceite, se emplearan también para vino (Niemeyer, 1985:31). El vino, empleado originalmente para consumo propio por los fenicios, se emplearía también desde el principio como elemento de intercambio, ya desde el s. VIII a.C., con las élites indígenas, en un proceso similar al documentado en Italia (Rathje, 1990:282). Pronto comenzaría la producción occidental de vino en manos fenicias, durante el s. VII a.C. El tipo de ánfora R1 de Vouillemot, así como algo después la variante púnico-ebusitana PE-10 (Ramón, 1991:100 ss.) sería -todavía en cierto grado de hipótesis- el contenedor empleado para comercializar este vino hacia las costas de Iberia (Guerrero, Roldán, 1992:17.28). El caso de Aldovesta, sobre todo, muestra el proceso por el que el vino fenicio se introdujo en las áreas costeras indígenas no sólo en el sur, sino en toda la costa levantina desde mediados del s. VII (Mascort, Sanmarti, Santacana, 1991); la producción local está atestiguada desde el s. VII en el Sur (Castillo de Doña Blanca, ver ponencia del Dr. Ruiz Mata) y en el Sureste (Alto de Benimaquía, ver ponencia del Dr. Gomez Bellard). A partir de fines del s. VII el tipo de ánfora R1 era ya imitado, no solo por Ibiza, sino también por asentamientos indígenas (Peña Negra, Benimaquía), y todo indica que desde principios del s. VI si no algo antes las élites indígenas ibéricas estaban ya produciendo vino, aunque debieron seguir importándolo -quizá de mayor calidad- producido por púnicos o incluso por griegos, según puede indicar la tercera línea de la importante carta de fines del s. VI hallada en Ampurias (para un breve comentario sobe ella, Santiago 1990 y Domínguez Monedero, 1992:130-132) En buena parte la clave de esta reconstrucción radica en que aceptemos el uso del tipo R1 y sus imitaciones como contenedores de vino, lo que parece lógico teniendo en cuenta la asociación cada vez más sistemática de esta forma con centros de producción de vino, como el Alto de Benimaquía (Gómez Bellard et al. 1993:20), o de redistribución, como Aldovesta (Mascort, Sanmartí, Santacana, 1991). Con todo, no puede descartarse que a menudo estos tipos de recipiente contuvieran también aceite (Guerrero, Roldán, 1992:26).
[102]. Sobre las importaciones griegas arcaicas en Huelva, Cabrera 1988-89, con un estudio de los diversos tipos de materiales que llegan en cada momento y su cantidad. Una proporción elevadísima es material asociado al vino, vasos de beber sobre todo pero también un número limitado de ánforas vinarias de Grecia. Desde 560 a.C. el volumen de importaciones desciende bruscamente, desapareciendo casi las piezas de lujo y apareciendo materiales massaliotas y predominando las copas de vino y vasos de perfume. Ver también Rouillard, 1991:21-103.
Sobre el contexto cultural de estas importaciones, son básicos los trabajos de P. Rouillard, 1991 y R. Olmos, relativos sobre todo al sistema de introducción al comercio mediante presentes de amistad (Olmos, 1985) y a la posibilidad de que en el ámbito tartésico se estuvieran produciendo fenómenos de helenización más 'estricta' que el autor acepta en principio sólo en el entorno ampuritano (Olmos, 1985:12; Olmos y Griño, 1985:32) mientras que prefiere pensar para el Sur en términos de interacción cultural y de adaptación. Extraer demasiado de las copas de comastas halladas en Huelva ( Olmos, 1987, 1992; en último lugar González et al. 1991 con bibliografía anterior) podría llevarnos demasiado lejos. Tendríamos que interpretar del mismo modo las ánforas de caballo (Fernandez Jurado, 1985:36). Sobre la aristocracia tartésica y sus valores, ver sobre todo Aubet 1984 y Ruiz Delgado, 1989, este último con útil resumen sobre ajuares y los 'servicios' de bronce posiblemente asociados a libaciones y comida. Peor conocido es el ambiente de importaciones durante el s. VI en el Sureste, donde el material es muy escaso (García Cano, 1987:59). Ni siquiera entraremos enla discusión del comercio de vino en el área del Nordeste y en el papel del comercio etrusco, que son tratados en la ponencia de F. Gracia. Ver además los trabajos de la reunión La presencia de material etrusco en la Península Ibérica. Barcelona 1991. La iconografía asociada al vino y al mundo dionisiaco ha sido tratada extensamente por R. Olmos (1992).
[103]. Sobre estas cuestiones remitimos a dos recientes trabajos de A.J. Domínguez Monedero, con toda la bibliografía anterior: Domínguez Monedero, 1992 y 1993 e.p. Ver también Sánchez, 1992:305 ss. y Rouillard, 1991:322 ss.; Blánquez, 1990:37 ss.
[104]. Las fuentes de época romana aparecen convenientemente sintetizadas en Blázquez, 1978:45 ss. (República), 101-102 (Alto Imperio), 113 ss. (s. II d.C.). Sin embargo, hay que limitaruna natural tendencia a, una vez recogidas las fuentes, exagerar la importancia económica del vino hispano -o de otros productos-en el contexto de la economía imperial romana (véase por ejemplo el caveat de Arce, 1979:passim). Frente a fuentes laudatorias (p. ej. Estrabón, III,2,6) encontramos después otras más escépticas sobre la calidad del vino hispano (p. ej. Plinio, NHXIV,41). En consecuencia, una valoración quizá más ponderada que la de Blázquez sobre el papel del vino -y en especial sobre su menor relevancia respecto al aceite bético- puede hallarse en Sánchez León (1978:173 ss., en especial p. 176) y en Padilla Monge (1989:70-71 y 108-111), además de Arce (1979). En todo caso, recogemos a continuación, y sin pretensión de exhaustividad, las principales fuentes alusivas al vino en Iberia, omitiendo disposiciones legislativas generales como las de época de Domiciano (FHA VIII,32) o de Probo (FHA VIII,112). Platon (fl. c. 360 a.C.) Leg. I, 637: los iberos, como otros pueblos bárbaros y guerreros, beben el vino puro. Polibio (fl.c. 150 a.C.)(= Ateneo VIII,330e): "una metreta de vino [en Lusitania] cuesta un dracma". Esto es, lo mismo que una liebre o un cordero pequeño. Un buey apto para el yugo cuesta 10 dracmas, una oveja, dos. Una metreta equivale, según el sistema empleado, a unos 34-39 litros. (= Ateneo 16c): "Parecida en su aspecto y magnificencia supone Polibio la casa de cierto rey ibero, del que dice haber emulado la molicie de los feacios, excepto en el poner las crateras de plata y oro en medio de la habitación, llenas de "vino de cebada" (oinou krithinou). (trad. Schulten, FHA II, 147, quien supone que el fragmento podría referirse al matrimonio de Viriato en casa del rico Astolpas (cf. Diodoro, 33,7,4 para la escena del banquete de boda). Posidonio (fl.c. 90 a.C)(=Diodoro, V, 34). Hablando de los celtiberos: "Como alimentos comen carnes variadas y abundantes y como bebida toman vino con miel, pues la tierra da miel suficiente y el vino lo compran a los mercaderes que navegan hasta allí". (trad. FHA II, 243). Varron (fl.c. 60 a.C.) Rerum rusticarum I, 8, 1: la cepa en Hispania no se sujeta con un palo (ridica) (FHA VIII,97). También I,13,6: los toneles de barro (orcae) a veces se rompen en Hispania con la fermentación del vino nuevo. (FHA VIII, 97). Diodoro Sículo (fl. c. 60-30 a.C.) V,17: Sobre las Baleares, dice "carecen en absoluto de vino, por lo cual lo tienen todos en gran estima, a causa de su rareza" (trad. FHA II, 223). De hecho, se gastaban su sueldo de mercenarios en mujeres y vino (V, 17.4). Estrabón (fl. cambio de Era). III,2,6: "Se exporta de Turdetania mucho trigo, vino y aceite, no solo en cantidad sino también muy bueno" (FHA IV,97). III,3,1: viñas en una isla en la desembocadura del Tajo (FHA IV,197). III,3,7: [las tribus del Norte] vino tienen poco y lo consumen pronto celebrando fiestas con sus familias" (FHA VI, 215). El vino llegaría importado del Sur y del Este. Estros banquetes se celebran con los comensales sentados alineados en bancos de pared, por orden de edad y posición social. III,4,16: "Olivo, viña e higueras abundan en la costa de Levante y también en gran parte de la costa exterior. La costa norte no produce estos frutos por su frío..." ( FHA IV, 256). Filipo de Tesalónica (fl.c.50 d.C.) Fr. 379: alude a Hispania como tierra falta de sol que produce vino agrio... no estaba bien informado (FHA VIII:163; 439) Columela (fl. c. 65 d.C.) De re rustica I,20: Importación a Italia de vino de la Betica, Galia y Cicladas. (FHA VIII,164). III,2,19: coccolobis, un tipo de uva pequeña llamada así en Hispania. (FHA VIII, 165). IV,14,2: costumbre en Hispania de remover la tierra junto a las cepas en invierno (FHA VIII,165). XI,2,59: Fecha de comienzo de la vendimia en Baetica y Africa. (FHA VIII,169). Plinio el Viejo(fl. c. 70 d.C.). Nat.Hist.XIV,30: de nuevo el tipo de uva llamado coccolobis. (FHA VIII,183; VII,45). XIV,41: variedad Hispana de las viñas de Aminaea (Piceno). (FHA VIII,183-184; VII, 45). XIV,71: vinos hispanos alabados por Plinio: Layetanos, Tarraconense, de Lauro y de Baleares. (FHA VIII,184; VII,45-46). XIV,127: para cerrar los vasos de vino en Hispania se usaba resina de pino, que era demasiado amarga y olorosa. (FHA VIII, 184; VII,46). XVII,166: formas de sujetar las cepas (FHA VIII,188; VII,50). XVII,170: la vid puede plantarse en primavera (FHA VIII,188; VII,50). XVII,249: el viticultor hispano cosecha uvas en tierra muy regada. (FHA VII,50). XVIII,336: la plantación de vides según el régimen de los vientos. (FHA VIII, 190). XXXVII,203: laus Hispaniae. Vino entre otros productos de la rica Hispania.(FHA VIII,215). Silio Itálico (fl.c.90 d.C.). Punica III,369-370: alusión al vino de Tarraco. Marcial (fl.c. 90 d.C.) V,3: Bética rica en vino y aceite. (FHA VIII,266). XIII,118: el vino de Tarraco es solo inferior al de Campania. (FHA VIII,266). Juvenal (fl.c.100 d.C.) V,26 el vino de Sagunto es malo (FHA VIII,280). Plutarco (fl. c. 100 d.C.) Dion 30,3. Mercenarios reconfortados con vino puro asaltan las murallas de Siracusa. Entre ellos había probablemente bárbaros iberos. Floro (fl.c.120 d.C.) : vino de Tarraco. (FHA VIII,291-292). M. Cornelio Fronton (fl.c.150 d.C.). Alusión al vino de Sagunto. (FHA VIII, 299). Como seaprecia, la gran mayoría de las fuentes son referencias vagas o alusiones técnicas de viticultura, de modo que poco puede extraerse referente al uso social del vino entre lo Iberos.
[105].Referencias a cerveza: Estrabon la llama zythos, III,3,7 (FHA VI,214). Sobre todo Plinio, quien la demonina caelia: XIV,149 (FHA VIII,184y VII,46); XVIII,68: Cerveza de la Galia e Hispania (FHA VIII,189 y VII,51); también caelia, XXII,164 (FHA VIII, 194; VII,56). El texto más importante es el de Orosio (c. 414 d.C.):Hist. V, 7,13-14. "Finalmente [los Numantinos en 133 a.C.] salieron todos de pronto por dos puertas tras haber bebido antes gran cantidad no de vino, por cuanto aquel lugar no lo produce, sino de un jugo de trigo de confección artesana, al que llaman 'celia', porque se produce por calentamiento; en efecto, con fuego engordan el tamaño del grano de trigo húmedo, después lo secan y luego, convertido en harina, lo mezclan con un jugo dulce; la fermentación consigue un fruto de sabor áspero y que produce el calor de la embriaguez. Pues bien, reanimados tras el largo tiempo de hambre por esta bebida, se entregaron a la lucha". Ver también más adelante la posible evidencia arqueológica de producción de cerveza en El Amarejo en el s. III (Broncano, 1988).
[106]. Ateneo, 16c citando a Polibio.
[107]. Diodoro V, 17.
[108]. Orosio, V,7,13.
[109]. Floro, I, 34, 11. Vid. infra. nota ?.
[110]. Vid. supra nota ?.
[111]. Gomez Bellard et. al. 1993.
[112]. Blánquez y Olmos, 1993; Blánquez, 1993.
[113]. Blánquez, 1993:100 y nota 9.
[114]. Blánquez, 1993:102.
[115]. Blánquez, 1993:102.
[116]. De todos modos, hay que ser cauto al hablar de grandes capacidades de almacenamiento. Si el poblado contuviera el resultado de una vendimia completa, por tanto una producción anual en una zona dada, y tuviera una capacidad de almacenamiento de 10.000 litros -diez veces más de la primera aproximación publicada, todavía muy estimativa (Blánquez, 1993:103), la cantidad parece grande. Pero entonces todo depende de un dato del que no disponemos: el carácter suntuario y ocasional del consumo de vino a fines del s. V a.C., o por el contrario de su extensión. Si el vino era todavía un producto raro y preciado como parece y sostiene el mismo excavador, sin duda la capacidad de almacenamiento de La Quéjola supera con mucho el autoconsumo anual de un poblado; si por el contrario se estaba generalizando, y el consumo por adulto era similar al mínimo documentado para Grecia (las raciones 'de supervivencia' de poco más de medio litro diario permitidas a los espartanos de Esfacteria, ver Apdo. III.C.), entonces 10.000 litros darían para beber a sólo unos 55 adultos durante un año.
[117]. Blánquez, 1993:103.
[118]. Blánquez y Olmos, 1993:96.
[119]. Se han publicado varios avances aunque como en los yacimientos anteriores no contamos todavía con la Memoria de Excavación. Aquí recogemos sólo los de interés directo para nuestro tema: Blánquez 1990, 1990b, 1992, 1992b, 1992c, 1993b.
[120]. Blánquez, 1992c:256.
[121]. Blánquez, 1990:222-266.
[122]. Blánquez, 1992; 1992c, 1993b.
[123]. Blánquez, 1992c:256.
[124]. Blánquez, 1993b:118.
[125]. Roldán, 1993.
[126]. Blánquez, 1992:125.
[127]. Blánquez, 1992b:223, Fig. 7.
[128]. Blánquez, 1992:125.
[129]. Blánquez, 1992:123-124; 1992c:257.
[130]. Presedo, 1982:262-264. Depósito de cenizas con material enmarcado por un cerco de adobes de 50 cm. de lado. Contenía cílicas de FR y otros vasos de BN, fusayolas y objetos de Ae y Fe.
[131]. Monraval, López, 1984. En el conjunto excavado en 1982 en el Molar hay sin embargo dos características diferenciadoras de las documentadas en Baza y Los Villares. Por un lado, la presencia de numerosos fragmentos de ánforas incluyendo una griega; y por otro, la abundancia de huesos de animales (ovicaprinos, suidos, bóvidos y cérvidos sobre todo). Junto a ellos, se recuperó una abundante cantidad de cerámica ibérica (platos y vasos cerrados) y algunas importaciones griegas (una cílica y una F 42 L. de BN). El conjunto parece fecharse a principios del s. IV. La abundancia de huesos documentaría un verdadero ritual de sacrificio o un banquete funerario in situ.
[132]. Sánchez Meseguer, Quesada, 1992:372-373.
[133]. Garcia Cano, C. y J.M. 1992:3-32.
[134]. Garcia Cano, C. y J.M. 1992:30-31.
[135]. Arribas et. al. 1987; Cerdá, 1989.
[136]. Celestino, Jimenez, 1993 con la bibliografía anterior (Apéndice III, pp. 225 ss.).
[137]. Celestino, Conferencia UAM 26 Mayo 1994. Guerrero Ayuso (1991:52) indica que, aunque no siempre ha sido fácil separar las ánforas de la fase final del palacio de aquellas posteriores a la amortización, ambos conjuntos son de tipos y características idénticas.
[138]. Guerrero, 1991:53.
[139]. Dependencia 10 en el interior (Guerrero, 1991:53); sector Norte en el exterior, (Celestino y Jiménez, 1993:127). Guerrero (1991:64 ss.) propone que las ánforas derivadas del tipo R-1 con cereal son reutilizaciones. El contenido original debía ser líquido y, propone Guerrero, vino y/o aceite, preferentemente lo primero. Sin embargo, los hallazgos de ánforas en las estancias del sector Norte recientemente excavado (Celestino, Jiménez 1993:126-127) parecen indicar que al complejo estaban llegando ánforas ya llenas de cereales y no de líquido. Si las ánforas son como parece de producción local, o bien Extremadura producía vino en el s. V a.C. o bien las ánforas, con su estrecha boca, estaban pensadas para áridos.
[140]. No hay datos objetivos para decidirse entre estos dos posibles contenidos. Guerrero (1991:65-66) acepta ambas posibilidades, pero tiende a inclinarse por el vino debido a evidencia externa relacionada con el tipo R-1.
[141]. Guerrero, 1991:61.
[142]. En último lugar, Celestino y Jiménez, 1993:159.
[143]. Celestino y Jiménez, 1993:85-99.
[144]. Celestino y Jiménez, 1993:156-157.
[145]. Celestino y Jiménez, 1993:159-160.
[146]. Celestino y Jiménez, 1993:157. Celestino, 1992:27.
[147]. Berrocal, 1992:196 ss.; Berrocal, 1994.
[148]. Berrocal, 1992:196.
[149]. Berrocal, 1992:198; 1994:272.
[150]. Berrocal, 1992:199; 1994:271.

Índice

[151]. Broncano,1988.
[152]. Para las importaciones anteriores asociadas al vino, Cabrera, 1988-89; 1994 e.p.; Olmos, 1987.
[153]. Cabrera, 1994:e.p. Las ánforas corintias y massaliotas siguen siendo en la primera mitad del s. V a.C. una proporción importante de los vasos importados en El Oral de Alicante (Abad y Sala, 1993).
[154]. Cabrera, 1994 e.p.; Rouillard, 1991:103 ss.
[155]. Garcia Cano, 1987:59-60.
[156]. Ver Dominguez Monedero, 1993 e.p.; Cabrera, 1994:e.p.
[157]. Cabrera, 1994:e.p.; Sánchez, 1992:282-283.
[158]. Sanchez, 1992:291; Dominguez Monedero, 1993: e.p.
[159]. C. Sánchez, 1992:290-292; Rouillard, 1991: 184-185.
[160]. Sánchez, 1992:287; Rouillard, 1991:158 ss. espec. Tableau 7. y Carte 14, pp. 192-193: hay repertorios formales amplios sólo en zonas costeras del Nordeste y Sudeste, en las zonas de comercio ampuritano, además de en Cádiz y Alcacer do Sal.
[161]. Sánchez, 1992:293; 1994:158.
[162]. Rouillard, 1991:172: "Une grande absente; l'amphore commerciale grecque".
[163]. Bats, 1989:201; Rouillard, 1991:166.
[164]. Sánchez, 1992:301; Sánchez, 1994:151. Rouillard, 1991:186. Para una discusión de ambos puntos de vista (cerámica como objeto valioso o como relleno), Gill, 1991.
[165]. Rouillard, 1991:184.
[166]. Adroher, 1987-88; Olmos, 1985b; etc. Para el caso del Sec, resumen en Rouillard, 1991:232 y 178.
[167]. Sobre el importante papel de Ampurias, Cabrera, 1994 e.p.; Blánquez, 1990b:16; Olmos, 1984:218, etc.
[168]. No es tema que podamos desarrollar aquí. Ver Olmos, 1984:219 para ejemplos en Iberia; Quesada, 1994 (e.p.).
[169]. Page, 1984; Page, 1985; Pereira y Sánchez, 1987; Sánchez, 1992:320 ss..
[170]. Page, 1985:76 para el Sureste.
[171]. Sobre todo las escenas de jóvenes con manto, Sánchez, 1992:324 ss.
[172]. Sánchez, 1992:326 ss. La introducción de escenas dionisiacas en el ambiente funerario ibérico, quizá a través de intermediarios púnicos, ha sido discutida por esta autora y por R. Olmos (p. ej. Olmos, 1991:306).
[173]. En la terminología de Murray, 1990:94 y 99.
[174]. Por ejemplo, Murray, 1990 passim.
[175]. En este sentido, resulta ilustrativa la comparación con otro entorno más helenizado, como el del área póntica (Olmos y Griñó, 1985; Sánchez, 1994). Parece especialmente significativa la presencia en el Ponto -y en la zona de Ampurias- de vasos asociados al mundo de la mujer que están ausentes en el mundo ibérico del Sur y Sureste.
[176]. Entendiendo por "helenización" un proceso de aculturación profunda resultante en una transformación de los modos de vida de una sociedad indígena, que incluya alteraciones significativas en los modos de vestir y comer, en la cultura material, en las formas de hacer la guerra, y, eventualmente, incluso en la lengua y la religiosidad. No nos acaba de gustar el término 'niveles de helenización': un área geográfica llega a estar helenizada, o puede estar en proceso de helenización, pero no vemos que pueda haber diferentes 'niveles', sino si acaso, pasos en un proceso.En este sentido, incluso en trabajos con títulos engañosos, la mayoría de los autores no va más allá de hablar de que 'le processus d'hellénisation...n'a jamais alteré substantiellement le développement de la structure sociale et culturelle ibérique..." en un artículo titulado "L'Hellénisme dans la culture Iberique", centrado sobre todo en una fase posterior (Almagro Gorbea, 1990). Otra cosa diferente es el proceso de 'helenistización' con fuerte intermediario púnico visible a partir del s. III a.C. y que ha sido defendido por Almagro Gorbea (1990) y por nosotros mismos (1994 e.p.).
La mayoría de los autores españoles tiende ya a hablar en términos de "lenguaje formal helenizante" (Olmos, 1989:283) y no de helenización. Incluso se sustituyen por otras más ambiguas y/o polisémicas (Blánquez,1993b:120) expresiones anteriores demasiado radicales "Los materiales aquí reseñados constituyen, en sí mismos, algunas de las evidencias materiales de esta nueva identidad y testimonian, de modo paralelo, la aceptación de ritos como la libación, el perfume, el symposium, o el enterramiento tumular acordes con el sentir griego. Como es lógico, todos ellos con un suficiente grado de transformación-reinterpretación que no hacen sino poner de manifiesto la propia personalidad de aquellas gentes. Así pues,hablar de cultura ibérica en el Sureste de la Meseta equivaldría a resaltar el término de helenización" (Blánquez, 1990b:19).
[177]. Olmos, 1985b:Lám. 33 y p. 192:, recogiendo un mosaico helenístico tardío en un andron de Ampurias y el hecho de que las casas de Ullastret tenían servicios griegos de vino. Coincidimos plenamente con Olmos y Griño (1985:32-33) para quienes "solamente la presencia y continuidad de una polis permite conjeturar que la helenización se transmite a un nivel más profundo en su entorno local. Se vislumbra, por ejemplo, una helenización incipiente en el caso de Ullastret, población indígena situada en el área comercial de Ampurias...".
[178]. De nuevo en la terminología de Murray, 1990:94. cf. nota ?. Ver también van Wees, 1992:44 ss.
[179]. Como por ejemplo la primera fase de importaciones griegas en Huelva, antes de fines del s. VII (cf. Cabrera, 1994 e.p.) con la bibliografía anterior.
[180]. Iconografía de banquete individual: Montescudaio, cf. Cristofani, 1987a:124. Ajuares de vino individuales: tumba Regolini-Galassi y otras (Cristofani, 1987a:125).
[181]. Quesada, 1994. Dietler (1990:384) clasificaría la situación dentro de una sociedad 'hieratic' más que 'hierarchical' en la clasificación de J. Goody que él discute.
[182]. Aunque habrá que esperar a la publicación completa de los ajuares y tumbas para valorar más adecuadamente las diferencias.
[183]. A nuestro juicio, siguen existiendo aristocracias y sistema jerárquico de base aristocrática hasta el s.II a.C. (contra, Blánquez, 1993b:120), como hemos mostrado en el Cabecico del Tesoro (Quesada, 1989:160 ss.) y aceptan sobre otras bases, como las fuentes literarias o el estudio de los santuarios, otros autores. Lo que ocurre es que estas aristocracias del s. IV reflejan su estatus de modo cuantitativo y no cualitativo, y que ciertamente las apabullantes diferencias discernibles para los ss. VI-V a.C. se han reducido. F. Quesada, (e.p.).
[184]. Por el fenómeno bien documentado antropológicamente de emulación, ciertos elementos originalmente exclusivos de un grupo tenderían con el tiempo a extenderse al resto de la sociedad (cf. Ruiz, Molinos, 1993:238; Morris, 1987:16-17).
[185]. En su estado elemental, el tratamiento de la uva incluye varias fases: vendimia, pisado, (vino 1) prensado (vino 2) prensado de las sedimentos mezclados con agua (vino de baja calidad). De aquí se pasa a fermentar el mosto al aire libre o en tinajas a veces untadas de resina o pez durante 6 meses, con frecuente filtrado de particulas superficiales. Luego el vino había de transferirse a ánforas (Hammond, Scullard, 1970:1139; White, 1984:67-71). Pero: "the Greeks found it difficult to arrest fermentation completely, with the result that their wines normally had to be drunk within 3-4 years" (Hammond, Scullard, 1970: 1139). Para una descripción más extensa del proceso de fabricación del vino en la Antigüedad , Forbes, 1965:III, pp.72.80 y 111-130.
[186]. Cerdá, 1989:58 ss.
[187]. Estrabón, III,3,7,.
[188]. Estrabón, III,2,6; III,4,16.
[189]. Cf. Diodoro, V, 34.
[190]. Diodoro V,17.
[191]. Ateneo, 16c.
[192]. Murray, 1991:84. Dietler, 1992:404-406 y 1990 passim pone especial énfasis en el carácter social de la consumición de alcohol -no necesariamente de vino-, con abundancia de ejemplos etnográficos de sumo interés que no podemos recoger aquí pero que resultan de lectura provechosa. Insiste de nuevo, como Murray para el mundo griego, en que el alcoholismo y la bebida en solitario son fenómenos desconocidos en las sociedades tribales.
[193]. Seltman, 1957:14.
[194]. Dietler, 1990. En Dietler (1992) puede hallarse una buena descripción de las funciones que el alcohol ejerce en sociedades tribales estudiadas etnológicamente. Basadas como están en los lazos de hospitalidad, fiestas de mérito y reciprocidad del don, no parecen distanciarse en lo esencial de las que hemos ido analizando para Oriente, Grecia y Etruria y proponemos ahora para Iberia.
[195]. Dietler (1992:404) resume las reglas documentadas en paralelos etnográficos: "Ces règles concernent spécialement des aspects tels que les types de boison autorisés, le moment et le lieu où les boissons sont consommées, le rituel qui accompagne l'acte de boire, le sexe et l'âge des gens qui boivent...et la conduite considérée comme convenbable pour boire dans des contextes différents".
[196]. Por ejemplo, Schmitt-Pantel (1990:25) sostiene que la oposición entre el mundo de 'lo privado' y lo 'político' (o público) surgió en Grecia 'long after the Archaic Age'. En consecuencia, y paradójicamente, la autora sostiene que el symposion tuvo un carácter 'público': "I would readily agree that the symposion is composed of a restricted group, but it does not belong to the private sphere. The groups practising this form of sociability are the very groups which comprise the civic body of the Archaic city. The gesture of reciting an elegy before such a group does not differ qualitatively from that of doing so before the assembly". No acabamos de compartir este enfoque. Para el caso del mundo Etrusco, Torelli (1989:304) sostiene que el simposio era 'un fenomeno ambiguo di natura sociale, privato, ma dalle connotazioni politiche'.
[197]. Murray, 1983:198.
[198]. Tucídides, II, 34. Es el funeral 'de estado' por excelencia. Sobre el ritual, resumen en Quesada, 1991:84-86 con bibliografía.
[199]. Presedo, 1982.
[200].Cf. Dentzer, 1982:533 para diversos ejemplos de 'tuberías para libaciones'en zonas y periodos distintos.
 

Índice

[201]. Quesada, 1989:I,32-33.
[202].Como en el caso que recuerda Schmitt-Pantel (1990:21): Clistenes, tirano de Sicion, invitó a toda la población de su ciudad con ocasión de la boda de su hija.
[203]. Volveremos sobre esta idea más adelante al analizar el ámbito de lo militar.
[204]. El banquete funerario griego concelebrado por los vivos no se celebraba en el cementerio: Kurtz y Boardman, 1971:146; Garland, 1985:39; Dentzer, 1982:535.
[205]. Para el ritual funerario griego, una síntesis con bibliografía en Quesada, 1991.
[206]. Kurtz y Boardman, 1971:75 ss.; Garland, 1985:36.
[207]. Kurtz y Boardman, 1971:215.
[208]. Garland, 1985:36.
[209]. Kurtz y Boardman, 1971:76.
[210]. Garland, 1985:113-115.
[211]. Blánquez, 1990b:15.
[212]. Roldán, 1993:13 ss.
[213]. Sobre el uso de estas choes en tumbas infantiles, Garland, 1985:82.
[214]. Coincidimos en ello con Roldán, 1993:18.
[215]. Pseudo Escílax, GGM I, p. 94. Ver el texto en Domínguez Monedero, 1992:113.
[216]. Sánchez, 1992:316-318.
[217]. Rouillard, 1991:163 ss. y p. 180-181.
[218]. Sánchez, 1992:318-319.
[219]. Sánchez, 1992:328.
[220]. Sánchez, 1992:329.
[221]. Sánchez, 1993:53; 1992b:28.
[222]. Olmos Romera, 1992, abarcando tanto el periodo tartésico (cf. nota 102 ) como la Cultura Ibérica.
[223]. Preparamos un trabajo sobre estas perduraciones, que verá la luz próximamente. Entretanto,ver Sánchez, 1992:302.
[224].En el propio simposio griego, las armas a menudo están presentes, como en una crátera corintia de columnas del Corintio Medio conservada en el Louvre en el que cascos, escudos y otras armas aparecen como motivos de fondo junto a liras o guirnaldas. Corresponden a una realidad concreta de las salas nobles de las casas griegas (cf. Alceo, Fr. 357). Como indica Dentzer (1982:85) esta presencia no es sólo decorativa: "mais l'éclat des armes polies et leur valor décorative ne suffit pas à expliquer leur présence. Ces armes appartiennent aux banqueteurs comme un attribut qui les caractérise comme des guerriers". Cf. tb. Pasquier, 1988:329. Dentzer pone mas ejemplos de vasoscorintios que muestran en una cara una escena de banquete mitico (banquete de Aquiles o de Heracles en el palacio de Eurytio) y en la otra una escena de batalla. Algo similar ocurre, aunque con menor frecuencia, en la cerámica ática (1982:96). "L'examen des scènes associées au banquet confirme et précise la signification sociale qui s'attache au banquet dans la société grecque du VIe au IVe siècle avant J.-C. A l'origine, le banquet fait souvent pendant à des scènes de guerre. Des scènes de chasse sont évoquées également, souvent d´une manière plus allusive. [...] Ce contexte du banquet évolue sensiblement au Ve et au IVe siècle avant J.C. Les jeux athlétiques prennent une place plus importante que la guerre, en même temps que l'atmosphère du banquet change pour prendre un caractère plus mièvre et plus sentimental. On devine derrière ces changements l'évolution de la société grecque ou plus exactement de la fraction de celle-ci qui a comandé ces vases et dont le peintre a représentée, sinon la vie, du moins les goûts et l'ideal". (Dentzer, 1982:153).
[225]. Por ejemplo, entre los poetas líricos, Alceo describe precisamente la sala principal de su casa decorada con armas (Fr. 357), mientras que buena parte de su poesía se dedica al vino y al banquete (Fr. 335, 338, 347, etc.). Ver Fränkel, 1993:186 ss. En ocasiones, sobre todo cuando se alude al culto heroico, se asocian específicamente banquete y armas: un proverbio afirma que los Héroes comían armados (Corpus Paroemiographorum Graecum 1,24,64).
[226]. Burkert, 1991:15; cf. Jueces 14.
[227]. Plutarco, Quaest. Conv. I,2 (615).
[228]. Murray, 1991. Incidentalmente, este es uno de los artículos más divertidos que hemos tenido ocasión de leer en mucho tiempo, lo que es naturalmente un bono añadido: "Since in a competitive world successful societies must also be military ones, it is a natural consequence that the grades of honor that can be created through the use of agricultural surplus are often apportioned in relation to military service: only priests eat better than warriors, and that is because there is no reason why they should stop eating. A fat priest is always a credit to the power of his god; but, while a well fed warrior is a strong one, a fat warrior exhibits an element of the dysfunctional. So it is perfectly natural to find a close relationship between feasting and the organization of war" (Murray, 1991:83)
[229]. Almagro Gorbea, 1990:114, 1992:passim.
[230]. P. ej., Pompeyo Trogo, en Justino 44, 2; ; Apiano, Ib. 31; Dion Casio, Frg. 75; Diodoro, 33, 16; 33, 25; Floro, I,34; Livio, 34, 17, etc. Sobre las características de la sociedad aristocrática ibérica, trabajos recientes en Ruiz y Molinos, 1993:213 ss. y Almagro Gorbea, 1992, espec. pp. 44 ss.
[231]. Ver Quesada, 1993; también Santos, 1989. Para la asociación en ajuares de armas y vajilla griega, las excavaciones de El Cigarralejo (Cuadrado, 1987), Baza (Presedo, 1982) o Cabecico del Tesoro (Quesada, 1989) son ejemplos bien significativos.
[232]. Sobre la devotio en último lugar, y recogiendo la bibliografía anterior, Dopico, 1994.
[233]. Murray, 1983:197, van Wees, 1992:48.
[234]. En el mundo galo César sí especifica que en la relación entre personaje y soldurii hay una reciprocidad, pues aquel se obliga a participar de sus bienes a éstos (BG III, 22). Sobre el don y la reciprocidad entre los galos, larga dicusión en Lewuillon, 1993.
[235]. Diodoro, XXXIII,7,1.
[236]. Ver Cuadrado, 1990; Griño, 1985:152.
[237]. Bonet, 1992.
[238]. Sobre los mercenarios ibéricos en Sicilia, Quesada, 1994 passim. En el contexto de la lucha entre Dionisio II de Siracusa y Dion, Plutarco nos cuenta (Dion, 30, 3-4) que antes de un asalto Dionisio II distribuyó generosamente vino puro entre sus mercenarios para excitar su ánimo. Sobre el episodio, Parke, 1933:117-118. Además, Platon Leg. I, 637.
[239]. Orosio, Hist.V, 7,13-14. "Finalmente [los Numantinos en 133 a.C.] salieron todos de pronto por dos puertas tras haber bebido antes gran cantidad no de vino, por cuanto aquel lugar no lo produce, sino de un jugo de trigo de confeccionartesana, al que llaman 'celia', porque se produce por calentamiento; en efecto, con fuego engordan el tamaño del grano de trigo húmedo, despues lo secan y luego, convertido en harina, lo mezclan con un jugo dulce; la fermentación consigue un fruto de sabor áspero y que produce el calor de la embriaguez. Pues bien, reanimados tras el largo tiempo de hambre por esta bebida, se entregaron a la lucha".
[240]. Floro, I, 34, 11: "Entregarse incluso querían [los numantinos] si se les hubiesen impuesto condiciones aceptables. Per o habiendo decidido Escipión que la victoria habría de ser verdadera y sin reservas, tanto les apretó la necesidad, que decidieron precipitarse a la lucha como a una muerte segura, habiéndose primero hartado,como para un sacrificio, de carne semicruda y de celia; así llaman a una bebida indígena hecha de trigo". (trad. FHA IV, 304).
[241]. Diodoro, V, 17: "En cuanto a los frutos que las tierra les da [a los Baleares] carecen en absoluto de vino, por lo cual lo tienen todos ellos en gran estima, a causa de su rareza. [...] cuando, en otro tiempo, sirvieron como mercenarios en los ejércitos cartagineses, no llevaron a su patria sus sueldos, sino que los gastaron por completo en la compra de mujeres y vino". (trad. FHA II, 223). Llama la atención de todos modos la referencia a la ausencia de vino en las Baleares, toda vez que conocemos desde fechas muy antiguas la intensa exportación de ánforas ebusitanas destinadas probablemente a contener vino (Ramón, 1991: 135 y 140 ss.), y la existencia en época romana de importantes viñedos citados por Plinio (NH XIV,71).
[242]. Costumbre de emborracharse en las comidas una vez rota la disciplina: "Y, sobre todo, lo hacían [apedrear a los oradores en la asamblea] siempre que se reunían, borrachos, después de las comidas ". (Polibio I, 69,12). Poco antes Polibio ha dicho que entre los mercenarios había Iberos (I,67,7). Posible excepcionalidad sobre todo a partir de Platón, Leg. 674, quien alude a una supuesta ley cartaginesa que prohibiría el uso de alcohol en campaña, ley por otor lado sospechosa, toda vez que hay testimonios del uso del alcohol, incluso previsto 'institucionalmente' por los generales cartagineses (cf. Diodoro, XIV, 63,3, almacenes de vino establecidos por Himilcón en 396 a.C.).
[243]. Hanson, 1989:131. Este autor recoge (pp. 126-131) un amplio muestrario de citas antiguas alusivas al consumo de vino antes de la batalla. Parte de la idea de que el vino era parte de la dieta normal y esencial de la Grecia antigua, y no una excepción, de modo que el vino estaba siempre presente en la alimentación de los hoplitas en campaña, y el exceso no era raro.
[244]. Tucídides, IV,16.
[245]. De acuerdo con Tucídides, poco más de medio litro de vino al día sería el mínimo aceptable para un soldado griego; aunque Herodoto (VI,57) afirma que los reyes espartanos recibían en ocasiones especiales la misma cantidad, que sería el doble de la concedida a otros espartiatas.
[246]. Jenofonte, Rep. Laced. 5,7. Murray (1991:89-91) recoge la evidencia literaria sobre la moderación en la bebida.
[247]. Holmes, 1987:244.
[248]. Engels, 1978: 123 ss.
[249]. Davies, 1971:124; Tchernia, 1986:11-19.
[250]. Vegecio, Epit. Rei milit. III,3.

Índice

[251]. Davies, 1971:131 a partir de tituli picti de ánforas halladas en campamentos militares de Vindonissa (Suiza) donde se documenta vino campano y siciliano.
[252]. Garnsey, Saller, 1991:111.
[253]. Phillips, 1991:352. En general, la dieta media de un marino debía ser, según cálculos modernos a partir de las raciones de ordenanza, de unas 4.000 calorías, suficiente en teoría dado que las necesidades de un soldado activo se estiman en 3.600 calorías. El vino diario en el barco suponía 1.007 calorías. Phillips (1991:257) estima que "por muy poco apetitosas que fueran las comidas de a bordo, eran sin duda mucho más ricas en calorías que las de los campesinos de tierra... un estudio de los regímenes alimenticios en el sur y centro de Francia a mediados del siglo XVIII ha descubierto que casi ninguno alcanzaba las 2.000 calorías diarias y que algunos caían considerablemente por debajo" (Ibidem pp. 256-257).
[254]. Parker, 1988:110.
[255]. Phillips, 1991:tabla 14, pp. 352-353 y pp. 246-266.
[256]. Engels, 1978:123.
[257]. Phillips, 1991:256-257.
[258]. Según cuentan los cronistas, cf. Holmes, 1987:245-246.
[259]. Keegan, 1976:88, 114-115.
[260]. Duffy, 1977:105-106.
[261]. Keegan, 1976:245. Holmes (1987:249) recoge la frase de un oficial médico que declaró acabada la Primera Guerra Mundial que 'si no fuera por las raciones de ron no creo que hubiéramos ganado la guerra". Robert Graves recuerda en sus -en buena medida 'alcoholizadas'- memorias Goodbye to All That como cuando un general abstemio suprimió el ron en su división, la lista de enfermos creció considerablemente, porque la tropa consideraba su ron como el momento álgido del día (pp. 196-197, ed. Penguin). No podemos menos que recordar como Jenofonte, en la Ciropedia (VI,2,26-29) hace que Ciro, que adiestraba a su ejército para marchar por el desierto, sustituyera sólo gradualmente la ración diaria de vino por agua, porque una sustitución brusca sería demasiado dura para hombres que consideraban su vino como parte esencial de su dieta.
[262]. Keegan, 1976:293 n.1.
[263]. Por ejemplo, discusión en Holmes, 1987:290 ss.
[264]. Jenofonte, Rep. laced. 5,2. El syssition espartano o cretense, de fuerte contenido militar, era considerado por Platón como una institución diseñada para enseñar una sola de entre las virtudes: el valor (cf. Murray, 1991:88 ss.).
[265]. Holmes, 1987:245.
[266]. "Samuel Janney, who served with the 1st Infantry division in VIetnam in 1968, was initiated into his platoon by a drinking party in the field. 'That was my platoon, and that was the first time I'd gotten loaded with them. I'd probably been in the unit for two weeks at that point. It makes a big difference being part of the group. They definitely initiated me". (Holmes, 1987:246). Aquí, en pleno s. XX, tenemos una serie de características que ya nos son familiares: un grupo de jóvenes de sexo masculino, iguales entre sí, se reunen para beber e incluso emborracharse, como medio de aumentar su cohesión de grupo y de divertirse.
[267]. Ellis, 1990:289-295. El ejército americano era oficialmente abstemio, pero la tropa tendía a servirse a sí misma en las áreas ocupadas de Europa, o a fermentar leche de coco en el Pacífico. El ejército británico, por el contrario, mantuvo las tradicionales raciones de ron para la ropa.
[268]. Ellis (1990:293) estima en 180 millones de tabletas de bencedrina y otros compuestos la dosis entregada a las tropas.
[269].Los vikingos usaban alucinógenos antes de entrar en combate, y alucinógenos encontraron los europeos entre sus oponentes tribales en muchas guerras coloniales (Holmes, 1987:247). Hay alguna documentación sobre drogas en Iberia. En época romana, Plinio (Nat. Hist. XX, 199) habla del opio, con el que se suicido el padre de P. Licinius Caecina, en Babilium de Hispania ¿Bilbilis? (FHA VIII, 193). En una escultura de Elche (Benoit, 1957), como en las Damitas del monumento deCorral de Saus, se representaron adormideras. Lo mismo ocurre con buena parte de las decoraciones en cerámica del Sureste de estilo 'Elche-Archena' (V. Page del Pozo, com. pers.).
[270]. Murray, 1991:84.
 

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